Steven García prefería estar en casa en esos días fríos de enero. En cambio, como sargento del Ejército de los Estados Unidos, había sido asignado a un destino muy lejano: Corea del Sur. Una lástima, pensaba, ya que pronto nacería el primer hijo que tendría con su esposa Marina, quien estaba en Sierra Vista, Arizona.
El día tan esperado llegó y García solo esperaba el llamado que suponía el más feliz de su vida. Pero una nube negra lo cubrió cuando fue su hermana la encargada de comunicarle por teléfono a 16 mil kilómetros de distancia la horrible noticia. La niña que Marina llevó en su vientre durante 37 semanas había nacido muerta.
"Fue devastador", contó García al canal de noticias News 4 de Tucson. Fueron los peores minutos de su vida. Lloró durante incontables minutos al teléfono junto con su hermana. No encontraba consuelo. Para peor, se encontraba muy lejos de casa. Muy lejos de sus afectos. Muy lejos de quienes podían abrazarlo, entenderlo y contenerlo.
Pero todo cambió apenas un mes después. Fue cuando se enteró parte de la verdad. En principio supo que nada había pasado en la sala de partos. El niño —no la niña— había nacido en perfecto estado. Pero además, ahora, era parte de una investigación criminal por parte de las fuerzas del orden. ¿Qué había ocurrido en apenas 30 días? O mejor dicho: ¿qué había ocurrido antes durante su ausencia? ¿Su amada Marina se había vuelto loca?
Nada de eso. Marina quiso ocultar algo que no pudo sostener. Algo insoportable. Pero la mentira finalmente se supo: Steven no era el padre del niño y había sido víctima de una infidelidad que no pudo esconderse.
"Asumía todo el tiempo que ella estaba embarazada y que yo era el padre. Cuando supe que no lo era, me molesté mucho, me puse como un demonio. No podía entender qué estaba ocurriendo", contó el hombre a ese mismo canal de noticias.
El plan de Marina, además de macabro, fue absurdo. Inventó la muerte de su "hija" al nacer para evitar tener que confesar a su marido que lo había engañado y había quedado embarazada de otro hombre.
Pero no solo eso. Ahora, la joven madre enfrentará una causa penal. Es porque para justificar ante su marido la "muerte" de la supuesta recién nacida intentó dar en adopción de forma ilegal a su bebé.
"Lo único que le preocupaba era deshacerse del niño. Lo único que tenía en mente era deshacerse de este niño. El 'problema' en su vida", dijo recientemente el abogado del condado de Cochise, Brian McIntyre.
La mentira comenzó a deshacerse cuando el 5 de febrero, en la autopista Interestatal 10 de Arizona, una patrulla detuvo a Alex Hernández y a su esposa, Leslie. Junto con ellos, en el vehículo, viajaba un bebé recién nacido. De apenas tres días. El oficial que los detuvo sospechó. Y la pareja no pudo explicar por qué estaba con ellos y contaron la verdad: estaban por comenzar el engorroso proceso de adopción y les había sido dado por Marina García.
Hernández había firmado como si fuera el padre del niño. Eso había acordado con García. De esta forma, podría quedárselo.
La policía fue hacia la casa de Marina para interrogarla y saber qué había ocurrido. La mujer no soportó la presión. Confesó. Admitió que una vez que se hubiera recuperado de su cirugía, viajaría a Texas para firmar los papeles de adopción. También que al momento de dar a luz, no sabía quién era el padre.
Lo que era seguro: García no era el papá de Leo, como fue bautizado e inscripto el pequeño. Lo confirmaron los exámenes de sangre. Desde entonces, tras conocer toda la verdad, el sargento firmó los papeles necesarios para divorciarse de Marina.
Si bien no hubo dinero de por medio para quedarse con el recién nacido, los Hernández fueron acusados de cometer falsificación. Se declararon culpables. Marina García también asumió la culpa de haber sido la cabeza de un intento de fraude.
Pero la historia no terminó. El sargento del Ejército de los Estados Unidos cree que la vida de Leo no debe mancharse por la irresponsabilidad de algunos. Es por eso que continúa visitándolo —vive en la casa de unos padres sustitutos— y pidió adoptarlo legalmente. García también fue un niño adoptado y cree que podría ayudarlo.
"Mi padre adoptivo cambió completamente mi vida. Sin él no estaría donde estoy ahora. Y la oportunidad de poder hacer eso por alguien más es importante. Podría cambiarle la vida y darle al niño un futuro mejor. Creo que es lo correcto", concluyó Steven.
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