Para los medios de Corea del Sur ese hombre con abundante pelo gris, casi blanco, al que nadie había presentado, ni se conocía su nombre, se había "robado la escena" entre Mike Pompeo, secretario de Estado norteamericano y el dictador norcoreano Kim Jong-un.
¿Quién era el hombre silencioso de facciones orientales que había acompañado al norteamericano en su viaje secreto a Pyongyang el pasado 9 de mayo? Nadie conocía los detalles suficientes para informar sobre él. Ni siquiera su nombre o su rango.
Diarios, canales y emisoras radiales hablaron durante largas horas sobre ese desconocido que fue parte de la reunión entre el canciller de los Estados Unidos y el líder supremo de Corea del Norte.
Andrew Kim. Ese es su nombre. Y no es muy conocido porque es nada menos que un agente de la CIA. El encargado del Centro de la Misión Corea del organismo de inteligencia norteamericano. Es la principal figura en el armado de la cumbre que mantendrán en Singapur el presidente Donald Trump y Kim Jong-un el 12 de junio próximo.
También en la exigencia que Estados Unidos impone sobre dicha reunión de entregar y desmantelar su armamento nuclear.
Las historias alrededor de Andrew Kim están a la orden del día en Corea del Sur. Sobre él hablan desde su "extraño" color de pelo (la mayoría de los coreanos, del norte o del sur, mantienen su color oscuro hasta casi los 80 años) hasta que es el "007 coreano".
Cuando la agencia de inteligencia emitió un comunicado sobre los objetivos de las negociaciones, indicó que se había dispuesto a un "oficial de operaciones veterano de la CIA como nuevo Director Asistente para Corea" que presidiría el Centro de la Misión. Sin embargo, no se había informado sobre la identidad del agente.
Nacido en Corea del Sur, su nombre original es Kim Sung-hyun. Cursó sus primeros pasos de la educación en la prestigiosa Seoul High School. En ese colegio fueron nada menos que el actual jefe de inteligencia de aquel país, Suh Hoon, y el consejero de Seguridad Nacional, Chung Eui-yong, de quien además es primo.
Durante sus años en la CIA -donde trabajó prácticamente toda su vida- Andrew Kim sirvió en diferentes países como Rusia, China y Tailandia. Por fin su último destino en el organismo fue como jefe de estación Seúl, donde se retiró. Cuando en 2017 Pompeo inició la conducción de la agencia y Corea del Norte volvió a ser una amenaza, fue convocado nuevamente a trabajar junto al director.
Para Jung H. Pak, un antiguo analista de la CIA sobre las Coreas y que ahora trabaja en Brookings Institution, en Washington DC, Andrew Kim es la persona indicada para llevar adelante las negociaciones y que garantizará tener un "alto nivel de coordinación, lo cual es algo bueno".
Los lazos -profesionales y familiares- que mantuvo toda su vida con sus contactos en Corea del Sur resultaron claves para poder conseguir los objetivos planteados. En Corea del Norte nunca lo quisieron, pero ahora lo tienen en frente. Para ellos es un halcón y la parca. "Un mensajero del infierno", según consignó al diario The Washington Post una fuente cercana al presidente surcoreano.
Para esa misma fuente -que recurrió al anonimato para hablar sobre Andrew Kim– la jugada es ideal. "Un agente coreano-americano es alguien que habla el mismo idioma que nosotros, pero como ciudadano estadounidense, no tiene ningún tipo de deuda con Corea", afirmó.
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