Pasaron más de 30 años desde la última vez que Barry Freeman había salido en los diarios. En ese momento iba a la escuela secundaria y era una estrella del béisbol juvenil.
Los medios locales lo bautizaron "Hitman", que significa asesino a sueldo. El sentido era metafórico. Dejaría de serlo tiempo después.
El pasado 11 de mayo, por razones que la policía está tratando de descifrar, Freeman convirtió la zona norte de Evansville, Indiana, en escenario de una guerra urbana. Armado con un rifle AR-15 y una escopeta, estuvo 55 minutos atrincherado en una casa, disparándole a los oficiales que se le acercaban.
Durante el intercambio de balas, Freeman mató a Jeffrey Kempf, un vecino de 56 años que había salido de su casa para ver qué estaba pasando. Los policías creen que el asesino lo confundió con un uniformado.
El tiroteo, que comenzó en el frente de la propiedad, culminó en la parte trasera. Freeman intuyó que podía haber algún oficial que intentara sorprenderlo, así que se acercó hasta una abertura que había en la cerca.
Al asomarse, vio al agente SWAT Kyle Thiry, que le disparó dos veces en el pecho antes de que pudiera reaccionar. Freeman cayó al piso. Herido de muerte, siguió disparando hasta que lo arrestaron.
Murió el domingo a la noche, en el Hospital Deaconess. Increíblemente, ningún policía resultó lastimado, aunque las balas del tirador impactaron en cuatro vehículos de la fuerza. Uno terminó con 23 orificios de bala.
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