En junio comienza oficialmente la temporada de huracanes en el Caribe y el océano Atlántico en la costa de los Estados Unidos, que se predice similar a la de 2017. Y mientras todavía siguen frescos los recuerdos trágicos de las tormentas de ese año, un nuevo estudio reveló que las más poderosas, que son las que tienden a intensificarse rápidamente, hoy se fortalecen a mayor velocidad que hace 30 años.
El análisis difundido en Geophysical Research Letters, la publicación de la Unión Geofísica Nacional, se refiere a fenómenos como Irma, José y María, que el año pasado se intensificaron rápidamente, es decir un mínimo de 46 kilómetros por hora en un día. María fue un ejemplo extremo: el 18 de septiembre pasó de categoría 1 (144 kilómetros por hora) a categoría 5 (256 kilómetros por hora) en menos de 18 horas.
Ahora los vientos de los huracanes más poderosos se intensifican cada día a 21 kilómetros por hora más que a finales de la década de 1980, según el informe.
Le explicación reside en la oscilación multidecadal atlántica (AMO), un ciclo de 70 años que regula los cambios de temperatura en el norte del océano, en periodos que normalmente duran una década o más. Desde finales de los '90s, la AMO ha estado en una fase cálida, y los huracanes cobran más fuerza cuanto mayor es la temperatura del agua.
Los investigadores analizaron 30 años de datos satelitales de las temporadas de huracanes, de 1986 a 2015. Aunque la intensificación en general no es más frecuente, sí lo es la de los huracanes más poderosos, que se acelera más que hace 30 años.
"Nos sorprendió que la AMO pareciera ser una influencia mayor que otros factores, incluido el calentamiento en general, en la intensificación rápida", dijo en un comunicado el autor principal del trabajo, Karthik Balaguru, del Laboratorio Nacional del Pacífico Noroeste (PNNL), perteneciente al Departamento de Energía.
No obstante, el estudio enfatizó: "No se puede descartar el papel del cambio climático producido por el hombre".
Aunque históricamente la intensificación rápida ha ocurrido con más frecuencia en el Atlántico occidental, el fenómeno que detectaron los científicos se concentra en el Atlántico central y el este de las Antillas menores. Fue allí exactamente donde, el año pasado, los huracanes Irma, José y María ganaron su fuerza extraordinaria.
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