Una seguidilla de comportamientos extraños que tuvieron lugar durante las últimas semanas ha despertado dudas acerca de la real capacidad de Elon Musk de liderar una firma como Tesla, con la infinidad de obstáculos que se han venido presentando en su camino para poder de una vez por todas despegar y volverse rentable.
El pasado miércoles, una de sus tradicionales conferencias telefónicas, organizadas de forma rutinaria para poder mantener al día a periodistas especializados y analistas de Wall Street sobre el status quo de la innovadora automotriz, terminó de la forma más inesperada y generó que, al día siguiente, la firma perdiera unos USD 2.8 mil millones de valuación en el mercado de valores y USD 632 millones de la fortuna personal de Musk.
Claramente afectado por la enormes pérdidas registradas por Tesla y su imposibilidad de aumentar los niveles de producción del Model 3, presentado como el vehículo eléctrico que finalmente lograría conquistar a compradores en los EEUU de forma masiva, Musk se mostró irreverente y soberbio a medida que los preocupados analistas, en representación de los inversores de la automotriz, le hacían las preguntas que deberían ser respondidas por el CEO.
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Una tras otra, Musk fue desestimando las preguntas tras tildarlas de "aburridas y absurdas". El episodio tal vez no hubiese sido tan catastrófico de no ser por que hace sólo unas semanas una serie de tuits, en los que el CEO aseguraba – en broma por el día de los inocentes – que Tesla estaba quebrada, acompañados por una fotografía en la que se lo podía ver "desmayado" como un hombre embriagado, hizo que las acciones de la firma cayeran un 7 por ciento al día siguiente.
"Esta es una llamada para analistas financieros, no una charla TED. Cuando se hacen preguntas financieras, estas deben ser respondidas", dijo a CNBC Toni Sacconaghi de Sanford C. Bernstein & Co, uno de los analistas removidos de la conversación telefónica con Musk, el pasado miércoles.
Otro episodio, detonado por un accidente vial en Silicon Valley, en el que un conductor murió a bordo de un SUV Model X con el sistema de manejo semi autónomo de la firma activado, generó una batalla con la agencia gubernamental destinada a investigar el caso, lo que terminó llevando a Tesla a ser expulsada de la pesquisa, tras que esta compartiera información acerca del choque de forma unilateral y no autorizada.
"Las preguntas aburridas y absurdas no son cool", dijo Musk durante la llamada en la que un analista le preguntó sobre el gasto récord de Tesla de mil millones de dólares durante el último trimestre.
"Estas preguntas son tan poco interesantes", dijo en respuesta a otro de los interesados en entender la estrategia de producción, aparentemente fallida, del Model 3. "Me están matando", agregó.
Allegados al multimillonario aseguran que Musk está fatigado en extremo, dado que trabaja sin parar y a menudo se lo puede ver dormir en la planta de Freemont, California, a medida que sus otros emprendimientos, como SpaceX, gozan de relativo éxito.
Durante los últimos cinco años, Tesla ha tenido momentos en los que se convirtió en la empresa con las acciones más codiciadas tanto por inversionistas individuales como institucionales. Desde 2013, sus acciones se han disparado un 700 por ciento, pero tras alcanzar un pico en septiembre de 2017, se han derrumbado un 26 por ciento debido a preocupaciones acerca de la capacidad de la firma de satisfacer la demanda del mercado por sus vehículos.
"Debería haber respondido las preguntas", tuiteó Musk al día siguiente del fiasco. Pero más allá de haber reconocido su error, al menos tibiamente, los analistas se preguntan hasta cuándo el CEO podrá darse el lujo de comportarse de manera errática y por cuánto tiempo más el mercado seguirá apostando por él.