Cinco ex porristas del equipo de fútbol americano Washington Redskins denunciaron en un artículo del diario The New York Times la pesadilla que vivieron en un viaje de 2013 a Costa Rica después de que sus autoridades les ordenaran tareas que iban más allá de sus actividades usuales.
Las 36 mujeres que sufrieron ese viaje contaron que ya comenzaron a sospechar que algo andaba mal cuando aterrizaron en Costa Rica y autoridades del equipo les quitaron los pasaportes. Ellas sabían que iban al país centroamericano para una sesión de fotos en el lujoso resort Occidental Grand Papagayo de Bahía Culebra. Pero nunca pensaron que les pedirían que se desnuden para una producción al aire libre ante la mirada de otros huéspedes y miembros de empresas que auspician a los Redskins.
"Cuando fotografiaban a una de nuestras amigas, básicamente estábamos paradas a su alrededor como una barricada humana porque ella estaba desnuda y queríamos evitar que otros hombres la vieran", dijo una de las porristas.
Y una noche, después de una larga jornada de 14 horas que incluyó más fotografías y prácticas de baile, Stephanie Jojokian, la directora del equipo de animadoras, se acercó a nueve de las 36 porristas y les dijo que tenían una misión especial. Varios hombres de las firmas auspiciantes las habían elegido para que les hagan compañía en una discoteca. "Así que vayan a sus habitaciones y prepárense", dijo Jojokian.
"Básicamente nos pusieron un revolver en la cabeza porque no nos preguntaron si queríamos hacerlo sino que nos lo ordenaron. Varias chicas quedaron devastadas porque todas sabíamos lo que nos estaban haciendo", denunció una víctima al New York Times.
Las nueve mujeres fueron trasladadas solas hasta el club nocturno en una camioneta. Nadie más de los Redskins las acompañó. Cuando llegaron a la discoteca -que estaba oscura y casi vacía- vieron que ya estaban ahí los hombres que las habían elegido.
Lo más indignante para las denunciantes es que en el lugar también había autoridades de los Redskins. Lon Rosenberg, vicepresidente senior de operaciones, y Dennis Greene, presidente de operaciones comerciales, estaban en la misma mesa de los auspiciantes. Y una ex animadora de los Redskins que se ofreció como asistente alentaba a las mujeres a beber y coquetear.
Las involucradas aclararon que su participación no incluyó sexo. Alrededor de las 3 am, volvieron a la camioneta y en el camino al resort fueron detenidos por policías que les pidieron los pasaportes. Como no los tenían consigo, el conductor tuvo que negociar con los oficiales para que las dejaran pasar.
Cuando llegaron al hotel, varias integrantes del equipo decidieron no regresar la próxima temporada porque las hicieron sentir sin valor y sin protección. A ninguna le pagaron por ese viaje de trabajo: la empresa sólo cubrió los costos del vuelo y el hospedaje.
Este caso ofrece una clara imagen de cómo los equipos de la NFL han usado a las porristas para mucho más que entretener al público durante los partidos. Su rol ha sido sometido a un intenso escrutinio en EEUU en las últimas semanas por dos ex animadoras que denunciaron discriminación y describieron un ambiente de trabajo hostil donde las presentaban como objetos sexuales.
Entrevistas con docenas de actuales y antiguas porristas revelaron una perspectiva común: disfrutaron de animar en partidos, desarrollar amistades con otras porristas y participar en obras de caridad pero les molestaron algunos de los requisitos extracurriculares que las colocaron en situaciones inseguras.
La reconstrucción del New York Times del viaje a Costa Rica se basa en entrevistas con cinco porristas que hablaron bajo condición de anonimato porque se les exigió firmar acuerdos de confidencialidad cuando se unieron al equipo.
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