"Nunca se lo digas a nadie o terminarás en un pozo… como esas dos chicas". Del otro lado de la línea la joven novia de Warren Philip Welch escuchó aterrada. Horas antes había visto las fotografías Polaroid que el hombre -dedicado a la cocción de metanfetaminas- había tomado a sus víctimas. Las mantenía guardadas en una maleta de cuero que tenía en su propiedad, que hasta ese momento habían compartido. Hasta que por violencia doméstica, ella lo denunció, fue detenido, descubrió el horror y abandonó el hogar.
Ashley Freeman y Lauria Bible desaparecieron la noche del 29 de diciembre de 1999 en Welch, Oklahoma. Ese día Lauria le pidió a sus padres ir a dormir a la casa de su amiga para festejar su cumpleaños número 16. Aceptaron con una condición: debería regresar al mediodía siguiente.
Pero durante la noche, una masacre golpeó a las puertas de la vivienda móvil de los Freeman. Los padres de Lauria fueron advertidos que debían ir a la propiedad donde supuestamente su hija y Ashley pasaron la noche. Pero allí se había producido un incendio y las adolescentes no estaban.
Horas después se conocieron detalles del siniestro. La madre de la joven, Kathy, tenía un disparo en la nuca. Estaba muerta -y semicalcinada- en el interior de la casa rodante. Su padre no estaba. Lo primero que pensaron los investigadores fue que Danny Freeman había escapado con las niñas después de asesinar a su esposa.
Pero nada de eso. Mientras los detectives y forenses revisaban la escena vieron que el perro de la familia, un feroz Rottweiler, estaba un tanto apartado de todos. Parecía sollozar. Los padres de Lauria se acercaron a ver qué ocurría. Estaba sobre restos carbonizados que resultaron ser el cadáver de Danny, a quien también habían disparado.
Entonces, ¿dónde estaban las muchachas? ¿Qué había ocurrido con ellas? ¿Quién era el autor de estos horrendos crímenes? La búsqueda frenética para encontrarlas comenzó de inmediato. La pista del padre que las secuestró se había esfumado. Ahora deberían encontrar al autor de los crímenes, su móvil, y tirar de ese hilo hasta hallar a las jovencitas.
La noche fatídica
La medianoche del 30 de diciembre de 1999 tres hombres llegaron hasta la casilla de los Freeman. Eran el mismo Welch y sus cómplices y socios Ronnie Dean Busick y David Pennington. Fueron con intención de vender drogas o de cobrarse una deuda por falta de pago. La versión difiere según los testigos.
De acuerdo a lo reconstruido por los investigadores, las niñas habrían irrumpido en la escena de la transacción y todo se habría ido de cauce. Las niñas comenzaron a correr para huir de los traficantes, pero no lo consiguieron.
Welch, Busick y Pennington asesinaron con un tiro en la cabeza a Danny y Kathy Freeman y raptaron a las jóvenes. "Dos putitas", las calificaban según el recuento de los testigos que se animaron a hablar a medida que los homicidas y violadores fueron muriendo y la conciencia ya no toleraba el secreto. Una de ellas fue la ex novia de Welch.
Las trasladaron a una de sus guaridas. Las ataron, las torturaron y las violaron varias veces. Finalmente las estrangularon. Sádicos, también les tomaron una docena de fotografías con una cámara Polaroid, para obtener las imágenes al instante. Los recuerdos fueron guardados celosamente por Welch en la maleta de cuero que luego descubriría su novia, una vez que Ashley y Lauria ya habían sido ejecutadas y "enterradas en un pozo".
Las fotos las mostraba atadas y amordazadas, tendidas en una cama, demacradas y mirándose una a la otra.
Las imágenes eran el "trofeo" de los traficantes. Y su líder, Welch, las mostraba a los dealers que se acercaban a hacer negocios con él. Todos sabían que debían mantener el secreto pese a que todo Oklahoma buscaba a las niñas. La cacería se extendió incluso fuera de ese estado y llegó a Canadá y México. Todo Estados Unidos estaba movilizado por Ashley y Lauria.
Las imágenes Polaroid habían sido vistas por muchos. Decenas de personas. Pero todos con una vida miserable que prefirieron mantener el secreto de los asesinos y no abrir la boca.
El sadismo de Welch se multiplicaba. Su ex novia -cuya identidad no trascendió- relató a los detectives que el traficante había "decorado" su vivienda con los posters en los que la familia pedía ayuda para dar con el paradero de las niñas. "Se busca"; "recompensa de 50 mil dólares"; "desaparecidas".
Welch murió en 2007 a los 61 años y jamás pagó por sus crímenes. Tampoco Pennington, quien murió a los 56 en 2015. Sólo Busick, de 66, fue detenido luego de que la Policía reuniera testimonios y pruebas que dieron con él. Le imputaron los dos homicidios del matrimonio Freeman y la desaparición de Ashley y Lauria.
Un detective privado y una licencia de conducir
Los días siguientes a la desaparición de las jovencitas, la familia Bible contrató a dos detectives privados -Joe Dugan y Tom Pryor– para que hiciera su propia investigación. Entre las cosas que hallaron se encontraba una tarjeta de seguro de una mujer a la que no le dieron importancia. La había encontrado en un camino cercano a la escena del crimen.
Resultó ser la de la ex novia de Welch. Pryor había confirmado que esa tarjeta estaba ligada a un automóvil azul que estaba en una casa móvil cercana. Las autoridades descartaron la versión diciendo que ese vehículo había pertenecido a muchas personas.
La Policía de Oklahoma decidió intervenir y les pidió a los detectives privados que abandonaran la investigación porque estaban "entorpeciéndola", caso contrario perderían sus licencias. Pryor mantuvo la documentación que había conseguido por sus propios medios. También la licencia del seguro.
Pero en febrero de 2017 -siete años antes de que los Bible den oficialmente por muerta a su hija Lauria– la causa toma un inesperado giro. La Oficina del Sheriff del Condado de Craig descubre un sin fin de pruebas y el nombre de los detectives privados. Dugan había muerto en 2009, por lo que sólo quedaba Pryor.
La familia de Dugan había intentado aportar la documentación del caso una vez muerto el detective. Sin embargo, nadie la aceptó. Al hablar con Pryor, los investigadores oficiales recibieron una respuesta que no era del todo esperanzadora. El hombre también había descartado todo su material. Eso sí, había guardado una sola cosa: la tarjeta del seguro que había hallado el día después de la muerte de los Freeman.
Pertenecía a la ex novia de Welch quien frecuentemente solía utilizar su automóvil. Era el hilo que necesitaban y del cual podían jalar.
Los Bible conocían algo de esto, pero nunca pudieron hacer nada. Hasta incluso sabían el tenebroso asunto de las fotos Polaroid. Siempre habían sido habladurías, versiones… nada confirmado. "Nada de esto es nuevo para nosotros, a pesar de que verlo en un papel lo hace real", dijeron en un comunicado publicado en su perfil de Facebook.
Ahora se espera que Busick pueda orientar a las autoridades respecto de dónde están los cuerpos de Ashley y Lauria.
Los días posteriores a su desaparición, los padres de Lauria se negaron a desarmar el árbol de Navidad que habían decorado junto a ella. Mantenían la esperanza de que algún día volviera a casa y la familia pudiera desmontar las decoraciones navideñas. En 2006, el árbol se vino abajo. Este año, quizás, sabiendo qué fue lo ocurrido con su pequeña de 16 años, levanten uno nuevo. Aunque ya no estará ella para iluminar el resto de la casa.
MÁS SOBRE ESTOS TEMAS: