"Estados Unidos no tiene ninguna expectativa de que el pueblo cubano verá mayores libertades bajo el sucesor elegido a dedo por Castro", dijo a Efe un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
"Seguiremos mostrando solidaridad con el pueblo cubano en su petición de libertad y prosperidad. Por tanto, no se espera que cambie nuestra política de dirigir fondos hacia el pueblo cubano y alejarlos de los servicios militares, de seguridad y de inteligencia de Cuba", añadió el portavoz.
El presidente, Donald Trump, expresó el año pasado su apoyo al embargo comercial a Cuba y anunció varias medidas que, en la práctica, han congelado el proceso de normalización de relaciones con la isla iniciado por el expresidente Barack Obama.
Trump ha prohibido la gran mayoría de transacciones de EEUU con el Ejército cubano, que controla buena parte de los hoteles y el comercio minorista en la isla, y ha restringido el tipo de viajes que los estadounidenses pueden hacer a Cuba.
Además, Trump condicionó cualquier negociación con Cuba para mejorar las relaciones a que la isla diera "pasos concretos" hacia la celebración de "elecciones libres" y la liberación de "presos políticos", algo que irritó profundamente al Gobierno de Raúl Castro.
La portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, aseguró este martes que no es "optimista" sobre el rumbo que tomará la isla bajo el sucesor de Castro, porque esa transición "no es democrática".
"Eso nos preocupa mucho. Nos gustaría que los ciudadanos puedan tener algo que decir sobre sus resultados políticos, y este proceso (en el Parlamento de Cuba) no parece que les deje tenerlo", dijo Nauert en una conferencia de prensa el martes.
"Esperamos que el nuevo presidente de Cuba escuche al pueblo cubano. No estamos seguros de que eso vaya a ocurrir. Nos gustaría ver una Cuba más libre y democrática. Estaremos observándolo, pero no somos demasiado optimistas", agregó la portavoz.
Las relaciones entre Washington y La Habana se han debilitado aún más por los supuestos "ataques sónicos" contra diplomáticos estadounidenses en La Habana, que llevaron al Gobierno de Trump a dejar bajo mínimos su embajada en la isla y expulsar a 17 funcionarios cubanos de EEUU pese a las dudas sobre lo ocurrido.
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