Apartaron a Tesla de la investigación sobre un choque fatal con uno de sus vehículos

Por más intentos de distraer la atención de los desafíos a los que se enfrentan varios de sus emprendimientos, el año en curso no estaría siendo el mejor para el visionario Elon Musk. Tras el exitoso y cubierto hasta el hartazgo lanzamiento al espacio de su cohete Falcon X, con el propio Roadster eléctrico del CEO a bordo, las malas noticias vinculadas a la start-up de vehículos eléctricos no tardaron en comenzar a copar las primeras planas de los principales periódicos de los EEUU.

Un accidente fatal que involucró a un crossover Model X en una carretera de Mountain View, pleno corazón de Silicon Valley en California, volvió a poner en duda el sistema de manejo semiautónomo del innovador fabricante, símbolo de su supuesto liderazgo tecnológico frente a rivales alemanes de la talla de BMW, Mercedes-Benz y las marcas premium del Grupo Volkswagen.

La confirmación de que el conductor fallecido había activado lo que se conoce como el Autopilot momentos antes de impactar contra una barrera divisoria, para luego ser chocado por un automóvil Mazda antes de colisionar contra un Audi A4, hizo que las acciones de la firma se desplomaran hasta llegar a tocar un piso no visto desde hace un año.

El reciente anuncio de la intención de Tesla de lanzar al mercado una gama de nuevos modelos completamente eléctricos y revolucionarios, como el camión Semi, la segunda versión del emblemático Roadster y un nuevo modelo utilitario deportivo compacto denominado Y, fue bien recibido por el mercado.

Pero fiel al estilo de la firma con base en Los Ángeles, los estimativos sobre fechas de producción nunca se concretan en el mundo real, y son cada vez más los expertos que dudan de las posibilidades reales de la automotriz de poder sobrevivir con base en promesas de lo que podrían llegar a ser y no de lo que realmente son.

Las más que desalentadores cifras de producción de su modelo de entrada 3, un vehículo que generó enorme expectativa por ofrecer el nivel de prestaciones y tecnología de su hermano mayor, el S, pero a un precio de arranque de solo USD 37 mil, al alcance de cualquier bolsillo de clase media en los EEUU, exponen los problemas a nivel de logística y fabricación que sufre hoy Tesla.

El hecho de que Elon Musk decidiera que el nuevo modelo sea fabricado prácticamente de forma completa por un complejo sistema de robots no ha hecho más que generar enormes dolores de cabeza en la planta de Freemont, California. El mismo CEO reconoció estar atravesando lo que él mismo denominó como un "infierno" por las constantes interrupciones en la cadena de montaje y la falta de suministros para fabricar el Model 3, entre los que se encuentran las imprescindibles baterías que lo propulsan.

Un último traspié protocolar ha generado que el fabricante sea apartado de la investigación gubernamental que se encuentra estudiando el accidente fatal del pasado 23 de marzo. La reciente confrontación con el Consejo Nacional de Seguridad del Transporte de los EEUU (NTSB), agencia a cargo de la investigación formal en torno al siniestro automotor, es un símbolo más de que Silicon Valley debe aprender a cultivar la humildad y el respeto por las normas vigentes.

Independientemente de que muchos de sus ejecutivos y expertos en algoritmos seguramente se encuentren por encima de los oficiales de las distintas agencias estatales y federales, a nivel de conocimientos en materia tecnológica, como los sistemas de conducción autónoma, estos deben someterse de cualquier forma a las normativas vigentes y respetar los procesos estipulados por la ley. El caso de Facebook y Cambridge Analytica es, sin lugar a dudas, el símbolo máximo de esta realidad que veremos manifestarse de forma cada vez más recurrente en los próximos meses.

Más allá de que gracias al análisis por parte de Musk y de sus empleados de lo que se conoce como la "caja negra" presente en todos los modelos Tesla arrojara que las manos del conductor, Walter Huang, no habían sido detectadas sobre el volante por más de seis segundos antes del choque, y que el sistema de control de crucero adaptativo estaba configurado para mantener la mínima distancia con el vehículo de adelante  —factores que demostraron que el responsable a cargo del vehículo había confiado de forma irresponsable el control del Tesla a un sistema que solo debería ser tomado como una ayuda al manejo pero no a un piloto automático— dicha información no debería haber sido compartida de forma unilateral por Musk, minimizando los esfuerzos y la autoridad de la agencia a cargo.

El nivel de tensiones continuó aumentando por una semana hasta que la NTSB anunció la desvinculación de Tesla de la investigación. "A pesar de que entendemos la necesidad de información en el proceso de una investigación de la NTSB, la difusión no coordinada de datos incompletos no colabora a mejorar la seguridad vial ni sirve al público en general" aseguró en un comunicado el director de la agencia, Robert Sumwalt.

Por su parte, Elon Musk, en representación de Tesla, contraatacó al asegurar que la NTSB simplemente está buscando generar titulares y que nada le preocupa la seguridad. Tesla aseguró que elevará una queja formal ante el Congreso en lo que respecta a las diferencias entre la automotriz y el ente gubernamental. "Están intentando que no compartamos todos los hechos" compartió la firma en un comunicado. "No creemos que esto sea correcto" concluyeron.

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