La habitación estaba completamente a oscuras. Nada se veía. A su lado, su novio, dormía. Tomó de la mesa su celular, prendió su pantalla para poder alumbrar, la acercó debajo de su cama y tanteó. La encontró. La espada samurai que había comprado días atrás estaba allí, filosa, esperando ser usada.
Quien a tientas intentaba hacerse con el arma blanca en la tranquila vivienda de Camas, Portland, Oregon, era Emily Javier (30 años). Quien dormía a su lado era, hasta entonces, su novio Alex Lovell (29), fanático de los video juegos y de las artes marciales. Y también de las películas de Kung-Fu.
Pero el motivo por el cual Emily estaba a punto de apuñalar a su novio no era su pasión por sus horas frente a una pantalla matando enemigos digitales. La joven había encontrado en el teléfono de su novio una app dedicada a las citas con desconocidos: Tinder.
Esa aplicación era un indicio más de lo que su instinto le estaba dictado desde hacía tiempo. Que Alex la estaba engañando. También había notado que en su espalda tenía rasguños y que no eran productos de sus apasionados encuentros o de una pelea virtual en algún violento videogame. Tampoco el cabello de una mujer que encontró una vez en el drenaje del baño y que claramente no coincidía con su color de pelo.
Cuando esa noche del 3 de marzo pasado la celosa novia tomó la espada y comenzó a gritarle y a cortarlo, el joven con quien había convivido dos años logró salvarse gracias a sus conocimientos de artes marciales, aprendidos de manera casera gracias a sus horas dedicadas a las pantallas.
"Fui capaz de sobrevivir a través del wing chun", diría en su declaración a los medios. El wing chun es una especialidad milenaria creada por una monja superviviente del templo Shaolin.
En diálogo con The Oregonian, Lovell dijo: "Vi la mirada en sus ojos, y me asustó hasta la mierda. Le dije que la amaba y que ella estaba matándome. Tenía que llamar a la policía o yo moriría". Al ver las heridas y que ya su novio no reaccionaba, Javier se asustó, creyó que estaba muerto y se comunicó con el 911. Les contó lo sucedido. Del otro lado del teléfono la descripción de la joven sorprendió al operador: "¿Utilizó una espada?".
"Creo que está muerto. Tienen que apurarse", le rogó.
Cuando los oficiales llegaron al lugar, lo vieron a Alex Lovell acurrucado en un charco de sangre. En las paredes de la habitación solo podían verse salpicaduras. Su estado era serio y sus heridas eran profundas. Estuvo a un milímetro de perder tres dedos de su mano derecha. Los médicos lograron reconstruirla. También presentaba heridas en el torso, los pies, sus piernas, su cuello y su cabeza. Estuvo muy cerca de morir.
Al hablar con el medio local, el joven se mostró satisfecho por haber sobrevivido: "Estaba tan orgulloso de haber vencido a esta loca aprendiz de samurai con odio en su corazón. Me estuve preparando toda mi vida para algo como esto", dijo orgulloso el fanático de los videojuegos y películas de artes marciales.
En su declaración, Javier explicó por qué llegó a ese límite insólito de violencia. Cuando descubrió todos los indicios sobre la infidelidad de su novio, se desesperó. Ya lo había confrontado antes y este le había negado las acusaciones. Decía que nunca la había engañado. Pero esta vez, dijo a los policías que lo interrogaron, las evidencias eran muy claras.
Fue por eso que se dirigió a un centro comercial y eligió el más filoso de los sables samurai. Y pensó: "Lo apuñalaré mientras esté durmiendo". Además de la espada, también tenía preparados dos cuchillos escondidos entre las ropas de la cama que compartía con su no tan amado novio.
Javier sigue bajo custodia policial y es probable que pase un buen tiempo tras las rejas. Mientras tanto, su ex, Lovell, muestra un extraño comportamiento. Un orgullo insólito para lo ocurrido. "Este sentimiento que tengo por haber ganado la pelea con mis manos y absolutamente la mejor sensación. He practicado todos los deportes, ganado grandes juegos, descendido duras montañas con mi snowboard. Esto fue mejor", dijo. Y agregó: "Llamó a las autoridades y salvó mi vida, espero que eso cuente para algo. Es un poco complicado. Creo que ella necesita ayuda seria", concluyó.
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