Quien estaba hablando en el estrado no era cualquier testigo. Era un pandillero de una banda rival, que había accedido a contar todo lo que sabía de Siale Angilau, un criminal de 25 años que había sido arrestado semanas antes.
Angilau no soportó que su adversario rompiera el código de honor mafioso que impone guardar silencio ante las autoridades. Solo quería vengarse.
En un instante, tomó la lapicera de su abogado y fue corriendo hasta donde se encontraba el testigo. Saltó al estrado, estiró el brazo y… le dispararon antes de que pudiera rozar al otro delincuente.
Cuando una ambulancia se lo llevó del tribunal de Salt Lake City, Utah, Angilau aún respiraba, pero su estado era crítico. Murió pocas horas después de entrar al hospital.
El suceso ocurrió en 2014, pero el video se conoció esta semana, en el marco del juicio que le inició la familia del difunto a la agente que le disparó. Al ver las imágenes, el jurado consideró que actuó correctamente, ya que le salvó la vida al testigo.
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