El límite de velocidad era de 70 kilómetros por hora en la avenida que cruza la ciudad de Clayton, Georgia. Por eso, cuando el policía detectó a un conductor pasando a 110 kilómetros por hora, le hizo señales para que se detuviera. Tenía que multarlo.
Para su sorpresa, el automovilista dobló por una calle lateral y aceleró a fondo. La persecución no duró mucho, ya que el hombre terminó despistando en una curva, y chocó contra un árbol.
El agente se bajó de su vehículo y se acercó al otro lentamente, apuntando con su pistola. Le ordenó al prófugo que se quedara quieto, pero éste se escabulló hacia el asiento trasero, pateó la luneta y salió por allí.
"¡Alto o disparo!", gritó el policía al hombre. "No me importa", fue su respuesta. Inmediatamente, sacó un cuchillo y se abalanzó sobre su persecutor. Antes de ser alcanzado por el filo del puñal, el uniformado disparó varias veces y derribó al atacante, que murió de forma casi instantánea.
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