El multimillonario George Soros hizo un fuerte discurso contra las grandes empresas tecnológicas como Facebook, a las que llamó "una amenaza" para la sociedad, debido a "su conducta monopólica" y su estímulo a la "adicción", que comparó con el de las compañías dedicadas a los juegos de azar. También les auguró "regulaciones más estrictas" a la brevedad.
Durante su intervención en el Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza, el filántropo e inversor húngaro advirtió que "las empresas de redes sociales influyen en el modo en que la gente piensa y actúa, sin que se dé cuenta", un hecho con "consecuencias negativas de largo alcance sobre el funcionamiento de la democracia, en particular la integridad de las elecciones".
Si esas plataformas gigantes "se consideran dueñas del universo", se equivocan, argumentó: "En realidad son esclavos de la preservación de su posición dominante. Es sólo una cuestión de tiempo antes de que el dominio global de las tecnológicas estadounidenses se rompa. Davos es un buen lugar para anunciar que tienen los días contados". Las causas de ese final serían "la regulación y los impuestos".
En su opinión, las redes sociales "explotan el medioambiente social". De manera deliberada, detalló, "engañan a sus usuarios al manipular su atención y dirigirla hacia sus propios propósitos comerciales". De manera deliberada causan adicción, dijo, y comparó: "Los casinos han desarrollado técnicas para enganchar a los apostadores al punto de que jueguen todo su dinero, incluso dinero que no tienen". En el caso de las redes sociales, señaló, "el diseño de la adicción" puede ser "muy dañino, en particular para los adolescentes".
Citó a la comisaria de Competencia de la Unión Europea, Margrethe Vestager —quien ha impuesto multas a compañías como Qualcomm, Apple y Microsoft, entre otras tecnológicas—, como un modelo que debería inspirar a otros reguladores del mundo: "El hecho que sean distribuidores cuasi monopólicos", aludió a los grandes nombres tecnológicos, "los convierte en servicios públicos".
Como tales —como la telefonía o la televisión— "deberían estar sujetos a regulaciones más estrictas, que apunten a preservar la competencia, la innovación y el acceso universal justo y abierto". Porque las tecnológicas en general —como Facebook y Google, nombró— han alcanzado un tamaño tan grande que constituyen "obstáculos a la innovación".
Soros explicó de qué modo el monopolio permite que las redes sociales tengan "una rentabilidad excepcional": todo comienza con el hecho de que estas compañías "eluden la responsabilidad de —y evitan pagar por— el contenido de sus plataformas". Sin ese costo, cobran publicidad. "El modelo de negocios de las compañías de redes sociales se basa en los avisos. Sus verdaderos clientes son sus anunciantes", discriminó, no los usuarios.
Por último, señaló, las ganancias de estas empresas crecen y les permiten ampliarse porque "venden productos y servicios directamente a los usuarios" ya que "explotan los datos que controlan" con fines comerciales, algo que "socava la eficiencia de la economía de mercado".
Una vez que terminó con el plano económico de su crítica, Soros llamó la atención sobre los peligros políticos que teme. "Las redes sociales inducen a que la gente renuncie a su autonomía. El poder de moldear la atención de la gente se concentra cada vez más en las manos de un puñado de empresas. Hace falta un verdadero esfuerzo para afirmar y defender lo que John Stuart Mill llamó 'la libertad de expresión'".
Y es posible, dijo, que una vez perdida esa libertad sea difícil recuperarla para quienes crezcan en la era digital. "La gente sin libertad de pensamiento puede ser manipulada con facilidad. Y el peligro no se cierne sólo sobre el futuro; ya ha jugado un papel de importancia en la elecciones presidenciales de los Estados Unidos en 2016″.
Expresó su inquietud por una perspectiva oscura: "Una alianza entre los estados autoritarios y estos monopolios tecnológicos tan grandes y ricos en información". Juntos podrían alumbrar "sistemas de vigilancia corporativa" que "bien podrían dar como resultado una red de control totalitario de dimensiones tales que ni siquiera Aldous Huxley o George Orwell podrían haber imaginado".
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