La Biblioteca del Congreso (LOC, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos acaba de poner en línea y a disposición de los usuarios un códice del siglo XVI que constituye un rarísimo mapa de México. Tras la adquisición de la pieza histórica, el 21 de noviembre de 2017, la biblioteca anunció que el Códice Quetzalecatzin, al que también se ha llamado mapa de Ecatepec-Huitziltepec, ya se puede ver en internet.
Realizado en 1593, cuando el pueblo nahua entabló los primeros contactos con los colonizadores europeos, ilustra como pocos documentos los elementos que se registraban en los mapas que España encomendaba para conocer la historia de las familias nativas y los recursos de los lugares.
Este códice revela el árbol genealógico de la familia "de León", indígenas descendientes de Quetzalecatzin, un líder político. A mitad de camino entre la cartografía y el arte, se ven también los terrenos y las propiedades de la familia mediante símbolos aztecas y una notación jeroglífica —con traducciones del alfabeto latino que revelan la influencia española— para los ríos, las calles y los nombres propios. Que, por ser algunos "don Alonso" y "don Mateo", parecen señalar que algunos miembros de la alta sociedad indígena se habían bautizado por el rito católico.
En el Códice Quetzalecatzin "podemos ver iglesias, algunos sitios con nombres en español e imágenes que sugieren una comunidad local adaptándose a las costumbres y leyes de los españoles", observó John Hessler, de la Biblioteca del Congreso. El mapa "revela de forma gráfica la clase de interacción cultural que tenía lugar en un momento crucial. De cierta forma podemos ver el nacimiento de aquello que se convertiría en lo que conocemos como América".
Algunos puntos resultan reconocibles: la iglesia de Todos los Santos, en Puebla; Ecatepec; el lago de Texcoco (actualmente seco y convertido en la reserva nacional El Caracol); la iglesia de Santa Cruz Huitziltepec y, tal vez, el río Atoyac, al norte de Oaxaca.
Durante más de un siglo, este mapa perteneció sucesivamente a distintas colecciones, siempre privadas. Una de ellas fue la del magnate del periodismo William Randolph Hearst. Ahora está al alcance del público de todo el mundo mediante internet.
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