La muerte del líder del siniestro culto La Familia, Charles Manson, provocó una ola de reacciones en todo el mundo. El músico estadounidense horrorizó al mundo entero en 1969 cuando envío a sus fanáticos seguidores a asesinar a siete personas en dos casas en Los Angeles, incluyendo a la esposa del director de cine Roman Polanski, en ese momento embarazada de ocho meses y medio.
Los que sigue es un artículo de opinión del periodista y escritor David L. Ulin, becario Guggenheim y columnista en el periódico Los Angeles Times:
Charles Manson murió el domingo por la noche tras ser ingresado en un hospital en Bakersfield el miércoles. El infame líder de culto, quien fue sentenciado junto a tres de sus seguidores en 1971 por los asesinatos de Sharon Tate y otras seis personas, tenía 83 años de edad.
¿Cómo podemos evaluar a Charles Manson? Si los primeros reportes son alguna indicación, podríamos hacerlo con la misma falta de matices, la misma hipérbole que hemos usado por tanto tiempo. La agencia AP lo describió el jueves como una "presencia demoníaca", "la personificación del mal", y citó a la corresponsal Linda Deutsch, presente durante su juicio: "Además de haber matado a siete personas, mató también a toda una contracultura".
La tentación de ver a Manson en términos apocalítpicos es entendible. En su ensayo de 1978 "The White album", Joan Didion escribió: "El 9 de agosto de 1969 yo estaba sentada en la parte más playa de la piscina de mi cuñada en Beverly hills cuando ella recibió una llamada telefónica de un amigo que acababa de escuchar acerca de los asesinatos en la casa de Sharon Tate Polanski en calle Cielo. Había 20 muertos, no, doce, diez, 18. Imaginamos misas negras, malos viajes".
En un país que ahora sufre una matanza destrás de la otra, el número final de víctimas de Manson parece mínimo, casi una curiosidad. Pero vale la pena recordar el terror sembrado por los asesinatos, el caos que produjeron. Tate estaba embarazada de ocho meses y medio cuando murió; los asesinos escribieron "Pig" (Cerda) en la puerta de entrada con su sangre. La noche siguiente la Familia Manson mató a Leno y Rosemary LaBianca en su hogar en Los Feliz, escribiendo "Helter Skelter" en el refrigerador, también usando la sangre de sus víctimas.
Yo era un niño en el otro costado del país, y recuerdo mi propio miedo poco después de la masacre, lo macabros detalles satánicos, la violación de la seguridad del hogar. Que mis hijos tomen hoy día esas realidades como algo dado sugiere algo sobre cuán desensibilizada está nuestra cultura.
Manson, sin embargo, no era un demonio sino un ser humano, como dejó en claro su muerte. No lo digo para suavizar sus crímenes o absolverlos. Pero tampoco creo en demonios; la gente ya es lo suficientemente atemorizante. Verdaderamente, aceptar a Manson como una persona, verlo a través del filtro de su humanidad, es aceptar eso que resistimos: que quizás él no era tan diferente del resto de nosotros.
La historia de Manson es horrible; su madre pasó un tiempo en la cárcel por robo armado cuando él era niño, y vivió con familiares que lo atormentaban con el fin de hacerlo más fuerte. En su biografía de 2013 "Manson: la vida y época de Charles Manson", Jeff Guinn rastrea uno de esos incidentes en el cual su tío lo hizo asistir al primer grado con un vestido de niña para castigarlo por haber llorado en clase.
Un cuarto de siglo después, luego de salir de la penitenciaria federal en Terminal Island, en Los Angeles, Manson se mudó a San Francisco y comenzó reunir a los vagabundos y mujeres jóvenes que formarían su Familia.
Una de las inspiraciones de Manson fue Dale Carnegie, cuyo libro de 1936 "Cómo hacer amigos e influenciar a las personas" le ofreció consejos sobre cómo manipular a otros para llegar a sus fines. ¿Cuál era su estrategia exitosa? Convencer a sus acólitos de cometer asesinatos que él planeó, para luego atribuirse inocencia ya que no había matado él mismo a nadie.
Esto es por supuesto horripilante, venal y reconociblemente humano al mismo tiempo. Tan sólo miren las noticias; evadir responsabilidades es nuestro pasatiempo nacional. Uno podría decir que Manson se adelantó a sus tiempos, lanzando una serie de narrativas falsas sobre la guerra racial y su propio estatus mesiánico que encandilaba a su seguidores.
Si bien mucho se ha dicho de sus esfuerzos por unirse a la escena musical del sur de California (fue amigo de Dennis Wilson, miembro de los Beach Boys, entre otros), sería exagerado sugerir que los asesinatos de Manson fueron una reacción a sus fracasadas fantasías de "rock star".
Y quienes culpan de todo a la contracultura están igualmente confundidos. Los hippies tenían su lado oscuro (tan sólo miren a toda la gente que se perdió en las drogas), pero Manson no reflejó esto sino que se aprovechó para sus fines. Todo lo que tenía en común con el ethos de "paz y amor" eran sus adornos: el sexo, las drogas, el cabello largo y una fascinación obsesiva con los Beatles, en cuyas letras él interpretaba una serie de mensajes en código.
Para quienes creen en la vida después de la muerte, supongo que hay consuelo en imaginar que le tocará su justo castigo kármico. Pero para mí tiene más sentido verlo como un agente del infierno que construimos en la Tierra.
Manson era un asesino, sí, y era un psicópata, pero nunca fue de otro mundo. La violencia y el odio que personificaba eran quizás sus atributos más humanos.
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