Poco famosos, son reconocidos por el mundo científico por su voracidad y tamaño. Sus pinzas tienen la fuerza de las mandíbulas de un león. Son llamados de diferentes formas: cangrejo ladrón, ladrón de palmeras, Birgus latro (su nombre científico) y el más popular como cangrejo cocotero.
Pero también son los protagonistas de una leyenda viviente que no termina de resolverse. Que lleva 80 años en penumbras y que nadie puede dar por terminada. Es el misterio de Amelia Earhart, la aviadora que desapareció en el Océano Pacífico el 2 de julio de 1937 cuando intentaba otra proeza con su avión.
Entre las decenas de teorías que se desarrollan en torno a la extraordinaria mujer, hay una que resulta aterradora y que involucra a estos cangrejos gigantes que pueden llegar a medir hasta un metro y pesar cuatro kilogramos. Esa hipótesis señala que la mujer -o sus restos- fueron comidos por estos animales voraces que pueden trepar árboles y poseen mandíbulas tan fuertes que pueden romper cocos con un simple movimiento. Según estudios recientes, la potencia de sus pinzas está calculada en 90 veces su propio peso.
"La fuerza es notable. El alcance de su fuerza de pellizco es más grande que la fuerza máxima de cualquier animal teniendo en cuenta su tamaño", indicó Shin-ichiro Oka, del Centro de Investigación de Okinawa Churashima. Comparado, las tenazas de los cangrejos cocoteros tienen la fuerza de la mandíbula de un león.
Pero además, hay registros de que estos artrópodos –los más pesados que existen– se pueden alimentar de carne. El video que ilustra cómo atrapó a un pato y comienza a comérselo podría dar cuenta de las variadas dietas de este tenebroso animal. Pollos, gatos y hasta otros cangrejos de su especie, son víctimas de estos seres a simple vista.
Pero la teoría respecto a la revolucionaria aviadora es alimentada por datos concretos que fueron dejados de lado con el correr del tiempo y la aparición de conspiraciones más atractivas. Según algunos expertos de la historia de Earhart, la mujer se habría estrellado en la isla de Nikumaroro. Fue en ese momento en que los cangrejos cocoteros habrían invadido la aeronave y devorado lo que quedaba de ella y su copiloto Fred Noonan, de acuerdo a lo publicado por Fox News y The Washington Post.
Un oficial británico colonial dejó registrado que en 1940 en aquella remota isla sin habitar, vio el esqueleto de una mujer que "concordaba con la descripción de Amelia Earhart". La hipótesis fue mencionada incluso por la revista Smithsonian en 2013, citando un artículo de Environmental Graffiti.
De acuerdo con la Smithsonian Magazine, otro de las características de estos animales voraces es su poderoso olfato y habría sido esta característica la que los guió hasta su presa inmóvil. "Algunos creen que este excelente sentido del olfato, de hecho condujo a los cangrejos cocoteros a la moribunda o muerta Amelia Earhart. De acuerdo con una teoría, Earhart no se hundió en el Pacífico, sino que se estrelló en Nikumaroro, un remoto atolón en el Pacífico".
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