Mientras Kim Jong Un permanece inalterable en sus provocaciones y mantiene sus amenazas nucleares intactas, la comunidad internacional comienza a evaluar el menú de posibilidades para ponerle un freno. La particular diplomacia del heredero dictador de Corea del Norte no parece la más sensible por estos tiempos. Mientras observa con atención los pasos que el presidente de los Estados Unidos da en su gira por Asia, lo último que se supo sobre el déspota fueron insultos personales contra la administración de Donald Trump.
Pese a las señales recibidas durante este trascendental y clave viaje de Trump, desde Pyongyang aún no ofrecieron signos de acercamiento para pactar un desarme o al menos iniciar un diálogo franco y abierto.
La tensión parece no encontrar un llano donde descansar, a pesar del esfuerzo hecho por los Estados Unidos en las últimas horas —y del propio presidente Trump— al proponerle a Kim Jong Un "un camino hacia un futuro mucho mejor". "Las armas que está adquiriendo no lo están haciendo más seguro. Están poniendo a su régimen en gran peligro", dijo el presidente norteamericano ante la Asamblea de Corea del Sur.
Sin embargo, todavía no hubo una respuesta sensata de parte del régimen norcoreano, que no solo se niega a poner fin a un desarme total de su potencial nuclear, sino que amenaza con expandir una pesadilla por todo el planeta con sus misiles. Ante esto, la comunidad internacional —OTAN, Estados Unidos, Europa, Corea del Sur y Japón, entre otros— creen que se deberá actuar de inmediato cuando la amenaza sea más palpable.
"La única forma de localizar y destruir las armas nucleares de Corea del Norte es mediante una invasión terrestre". Esa frase resonó con fuerza el lunes en el Congreso de los Estados Unidos. Pertenece a uno de los máximos responsables de las fuerzas armadas norteamericanas, el contraalmirante Michael J. Dumont, vicedirector de Operaciones del Estado Mayor Conjunto, quien envió la carta en representación del Departamento de Defensa.
Esas palabras fueron en respuesta a la consulta que el Parlamento había hecho al Pentágono para determinar cómo el gobierno de Trump tenía planificado destruir las armas de destrucción masiva que blande la dictadura de Kim Jong Un y con las que pretende aterrorizar la estabilidad mundial.
Pero, ¿cómo y en qué términos se produciría en la actualidad una invasión norteamericana en territorio enemigo hasta su capital Pyongyang? Para los expertos, la alternativa "sobre el terreno" sería catastrófica para el pueblo norcoreano, que sería el primero —¿y el único?— en sufrir las consecuencias de un desembarco semejante.
Para Mark Fitzpatrick, experto en asuntos bélicos del Instituto Internacional para Estudios Estratégicos, con sede en Washington, enfrentar una ocupación que dé por neutralizadas y destruidas las armas con capacidad nuclear de Kim Jong Un representará un "esfuerzo militar de múltiples puntas".
En un principio, de acuerdo con lo afirmado por Fitzpatrick, será clave la participación de la Fuerza Aérea norteamericana. Con el sigilo de sus aviones F-22 y los bombarderos B-2 serán los encargados de barrer el terreno de los lugares desde los cuales podrían lanzarse los amenazantes misiles. Una vez neutralizados, el cuerpo de paracaidistas tocaría tierra para controlar las bases identificadas.
"Este esfuerzo por apoderarse del armamento nuclear no debería esperar hasta que estallaran las hostilidades a nivel de guerra. Tendrían que tratar de aprovecharlos antes de ser utilizados", explicó Fitzpatrick en diálogo con Newsweek. Para el experto en guerras, el costo sería dramático: "Muy sangriento, muy rápido". Según él, aún cuando no se involucre el uso de misiles atómicos, podría resultar en al menos un millón de víctimas, entre muertos y heridos.
Para Fitzpatrick, la irrupción en territorio enemigo al inicio del choque contaría con tropas surcoreanas y con asistencia armamentística y reportes de inteligencia de los Estados Unidos. Pero lo fundamental radicaría en descubrir —si es que ya no lo saben— dónde están los misiles y las armas de destrucción masiva. "La clave de una invasión por tierra será el esfuerzo por apoderarse de los activos nucleares de Corea del Norte… El problema sería averiguar dónde están", dijo el especialista.
"Creo que Corea del Note probablemente usaría sus armas nucleares en un estadio relativamente temprano de la escalada, y probablemente los utilizaría contra las bases de los Estados Unidos en Japón y Corea del Sur. El escenario más probable para que se desate la guerra sería, probablemente, la mala interpretación de Corea del Norte de un comunicado o de un movimiento (por parte de la administración Trump)", concluyó Fitzpatrick.
En la actualidad, los Estados Unidos cuentan con una poderosa presencia en el Pacífico Norte. En Corea del Sur tienen desplegados 24 mil hombres, mientras que en Japón suman 40.000 los militares apostados. En tanto, Norcorea posee un total de 1,2 millones de tropas, 11 mil piezas de artillería y alrededor —según información de inteligencia— de 60 cabezas nucleares.
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