Los agentes penitenciarios Mark Burbridge y Pat Morgan acababan de aparcar la furgoneta en el garaje de la cárcel. Trasladaban a dos presos que iban a ser alojados allí.
Morgan bajó de la parte trasera del vehículo al primero sin ningún problema. Pero cuando Burbridge intentó bajar al segundo, Wesley Correa-Carmenaty, descubrió que éste se había sacado las esposas con una llave que había conseguido anteriormente. El recluso comenzó a apuñalarlo con un cepillo de dientes con la punta afilada.
Tras un breve forcejeo, Correa-Carmenaty consiguió entrar a la furgoneta. Allí tomó la pistola de Burbridge y lo mató de un disparo. Cuando el otro guardia se acercó por la puerta para sacarlo, lo pateó y le disparó. Si no lo mató es porque se le trabó la pistola.
Acto seguido, el criminal encendió el motor y arrasó con la puerta del garaje. Así se escapó de la Penitenciaría del Condado de Pottawattamie.
A pocas cuadras de la cárcel, trató de robar un auto. A pesar de herir de un balazo al conductor, no pudo sacarle el vehículo y debió seguir en la furgoneta. Minutos más tarde abordó a una mujer que estaba estacionando, y en ese caso sí pudo robarle el auto.
Finalmente, tras una persecución a toda velocidad por las calles de Omaha, perdió el control y terminó chocando. Rodeado por la Policía, se entregó.
Las imágenes del violento raid protagonizado por Correa-Carmenaty el 1 de mayo se conocieron esta semana, durante el juicio en el que lo condenaron a reclusión perpetua más 50 años de cárcel. En la práctica, eso significa que aunque obtenga libertad condicional al cumplir un tercio de la condena, deberá pasar al menos medio siglo encerrado.
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