La Administración para el Control de Drogas (DEA) propuso reducir un 20% la producción de opiáceos en 2018, en medio de la epidemia de sobredosis por adicción a este tipo de potentes fármacos que se registra en los EEUU y que en 2016 cobró la vida de casi 60.000 personas.
"Los médicos, farmacéuticos y pacientes deben reconocer los riesgos inherentes a estas poderosas medicinas, especialmente en el uso a largo plazo", afirmó en un comunicado Chuck Rosenberg, director interino de la agencia federal.
Rosenberg destacó que "cada vez más estados están exigiendo el uso de programas de supervisión de fármacos recetados, lo que ha llevado a un descenso en las recetas de opiáceos".
En 2016, las cifras preliminares recopiladas por el diario The New York Times apuntan más de 59.000 muertes por sobredosis de este tipo de fármacos, un alza del 19% respecto a las 52.000 de 2015, y lo que representa 161 muertes al día.
La tendencia se viene acelerando en los últimos 15 años. Según datos recientes de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), las sobredosis fatales relacionadas con el consumo de opiáceos se ha cuadruplicado desde 1999.
Algunos estados, entre ellos Florida, Alaska, Arizona, Florida, Maryland, Massachusetts y Virginia, se han declarado en emergencia para hacer frente a esta crisis de salud pública.
En marzo, el presidente norteamericano, Donald Trump, anunció la creación de una comisión para buscar soluciones al aumento de muertes por adicción a la heroína y los opiáceos, algo que calificó de "epidemia total" y uno de los "mayores problemas" que tiene actualmente el país.
Según los datos de 2016 de la CDC, dos millones de estadounidenses son dependientes de este tipo de potentes calmantes y 95 millones los han consumido en 2016.
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