El desarrollo de la robótica y la inteligencia artificial de las últimas décadas ha tenido un impacto ambivalente en la dinámica laboral de la economía, eliminando la necesidad de realizar tareas mecánicas repetitivas pero poniendo también una gran presión sobre el empleo.
Históricamente parecía que la automatización estaba destinada solo a las fábricas, donde robots especializados podían reemplazar a decenas de trabajadores.
Un reciente informe de Bloomberg realizado en base a datos de empleo en los Estados Unidos muestra que, desde al menos seis años, la mayor pérdida en puestos de trabajo debido a los avances tecnológicos se está dando no en los sectores productivos sino en el área de servicios.
Al parecer, la tecnología ya no funciona para reemplazar músculos humanos sino también cerebros humanos, asegura el informe.
Según datos de la Oficina de Estadísticas de Trabajo de los Estados Unidos, en 1991 la desaparición de puestos de trabajo por avances tecnológicos afectaba mayoritariamente a los sectores productivos.
La construcción de viviendas, la industria aeroespacial, la electrónica y la manufactura de ropa sufrieron grandes pérdidas de empleo a medida que avanzaban en la automatización.
En 2017, en cambio, los sectores de servicios como las telecomunicaciones por cable, la venta minorista y los medios y editoriales acumularon tres cuartos de la pérdida de puestos de trabajo en la economía privada.
La venta minorista, en especial, está siendo golpeada por el crecimiento del comercio electrónico en sitios como Amazon o Ebay.
Solo en los primeros cuatro meses, 26.800 empleos se perdieron en las tiendas departamentales, que a su vez emplean 25 veces más trabajadores que un sector tradicional como la industria del carbón, mientras que cerca de 45.000 personas perdieron su trabajo de vender ropa, productos electrónicos o instrumentos musicales.
Este cambio en la sangría de empleo humano del sector productivo a los servicios se da en un contexto de fuertes tensiones políticas por la falta de trabajo y la inmigración.
En los Estados Unidos, el presidente Donald Trump basó gran parte de su campaña en la creación de empleo en base a la limitación del comercio internacional. En ese sentido, el republicano regularmente habla y visita grandes centros de las tradicionales industrias productivas que se creían más afectadas por la automatización: automotrices, minas y siderúrgicas, entre otros.
Los servicios también están en riesgo, y muchos economistas creen que el mundo se encuentra al borde de un cambio en la escala de la revolución industrial. Según un estudio de la Universidad de Oxford sobre la susceptibilidad del empleo frente a la informatización, más de la mitad de los empleos en los Estados Unidos podrían desaparecer en las próximas décadas.
En el Reino Unido, el Banco de Inglaterra estima que la mitad del total de empleos en servicios desaparecerá con la automatización, profundizando la brecha entre ricos y pobres.
De acuerdo a un modelo creado por Bloomberg, los trabajos más vulnerables a ser reemplazados por robots o programas son los peor pagados y que requieren menor instrucción.
También son muy propensos a desaparecer, algunos empleos que demandan años de estudio y pagan actualmente muy bien, como los contadores, los analistas de crédito, los profesionales de la industria del seguro y los auditores.
En tanto los empleos más creativos y que requieren mayor formación serán más difíciles de reemplazar, al igual que los cirujanos, dentistas y otras áreas en salud.
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