El ex director del FBI, James Comey, creyó que su despido era una broma luego de enterarse, a través de la televisión, de que el presidente de los Estados Unidos lo había removido del cargo.
El funcionario se encontraba en Los Ángeles disertando frente a empleados del Buró Federal de Investigaciones cuando se supo la noticia de su despido por un televisor encendido en el fondo de la habitación que mostró la noticia, según reportó el New York Times.
Su primera reacción fue lanzar una risa y decir ante el público que era una "broma bastante divertida".
Pero entonces sus colaboradores comenzaron a susurrar y uno de ellos le pidió a Comey que lo acompañara a una oficina cercana.
Con calma, Comey se disculpó ante su público y estrechó las manos de los oyentes antes de retirarse a una habitación cerrada en la que pudo confirmar que había sido despedido. Hasta ese momento nadie de la Casa Blanca se había comunicado con él.
A las pocas horas supo que el Gobierno había enviado una carta firmada por Trump al cuartel general del FBI, en Washington.
Ésa fue toda la comunicación oficial que recibió Comey, quien había comenzado su día hablando con agentes de policía en Florida para luego dirigirse a empleados del Buró en Los Ángeles, separado por unos 3.686 kilómetros de la misiva que le envió el presidente.
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