Shiraz Benyamin tiene seis años. Demasiados pocos como para comprender de qué se trata todo lo que ocurre a su alrededor. Se recuesta en la cama de sus padres porque así siente -todavía- sus olores. No sabe que esos aromas también se irán un día.
Sus padres murieron hace una semana en un accidente de tránsito en Lauderhill, Florida. Hoy, su tía Liya Ruvio es quien está cuidando de ella. Hace lo que puede con todo lo que sucede en la cabeza de la pequeña. "No me dejes", le ruega. Teme que a tan poco tiempo de que sus padres partieran para siempre se quede sola en la vida.
Benyamin Benny Benyamin y Zafrit Sofie Ruvio Benyamin -ambos inmigrantes israelíes- eran los pasajeros de un automóvil Mercedes Benz conducido por una amiga cuando colisionó de frente con un vehículo Honda en West Commercial Boulevard y Northwest 70th Avenue. Murieron al instante. Fue luego de que estuvieran todos en un bar, celebrando el cumpleaños del padre de familia.
"Quiero que vea que puede contar conmigo", cuenta la tía. Ruvio se esconde de Shiraz para llorar. No quiere que la niña la vea débil a tan poco tiempo de haber perdido a mamá y papá al mismo tiempo. Sabe que debe ser el sostén, pero no puede aún luchar de igual a igual con sus sentimientos: ella perdió a su pequeña hermana y ve la desolación de su sobrina. Es demasiado.
El amor y la responsabilidad asumida por Ruvio es tal que abandonó su trabajo en Georgia y se instaló en el sur de Florida. Su argumento es que la corta vida de la pequeña está allí. Sacrifica su largo historial para estar junto a ella. Ahora planea cómo seguir adelante.
Ayer martes fue el primer día de Shiraz en su colegio tras los siete días de duelo que marca el judaísmo. Durante las clases trazó un dibujo que conmovió a las maestras y llegó a lo más profundo del corazón de su tía: dos ángeles en el cielo, volando, libres. "Mamá y papá", fue lo que escribió en forma de epígrafe. No hacía falta la aclaración. Debajo estaba ella, contemplándolos. "… Y yo", resumió en el papel. Desde la institución le enviaron el dibujo a la mujer por WhatsApp.
"Está muy triste", confirma a Sun Sentinel la tía que dejó su vida para dedicarse al cuidado de su frágil sobrina. Ruvio revela que la pequeña Shiraz cuenta cada día los días que pasa sin sus padres, como una letanía. Y que se abraza y pasa el mayor tiempo que puede en la cama de ellos para sentirlos más cerca. "Tres días sin ver a mami y papi". "Cuatro días…". "Cinco días sin ver…".
La "doda" –tía en hebreo y como la niña llama a la mujer- cuenta lo que pedía y preguntaba Shiraz al ver que ya no estaban. "Los primeros días ella quería estar con ellos. No entendía por qué ella estaba viva y no estaba con ellos". Incluso temían que al momento del entierro, uno de los más sensibles tras los siete días de duelo, la pequeña saltara sobre el pozo donde se depositarían los ataúdes. Fue por eso que la sujetaron de forma férrea de la mano.
Para peor, abril será un mes duro para la niña de seis años y su tía. Dos cumpleaños se avecinan: el propio y el de su mamá. Para eso ya preparó un globo que le dará cuando a fin del calendario le colocará sobre su lápida: "Para que mami lo tome con sus manos", escribió en una nota. Poco es lo que hay para responder.
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