De Peppa Pig a Apple: así legalizó Rusia el robo de la propiedad intelectual

Una nueva ley parece despojar a las empresas occidentales de sus derechos por patentes y otros registros

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Peppa Pig, la serie de animación propiedad de Entertainment One UK, fue robada por Rusia para transmitirlo en su territorio sin los permisos requeridos (EFE)
Peppa Pig, la serie de animación propiedad de Entertainment One UK, fue robada por Rusia para transmitirlo en su territorio sin los permisos requeridos (EFE)

Mientras su economía era bombardeada por las sanciones occidentales a principios de marzo, Rusia decidió modificar una sección de su código civil. El mundo hizo poco caso del decreto número 299, que autoriza el uso de invenciones patentadas, incluso en medicina y tecnología digital, procedentes de “países no amigos” sin pedir permiso al propietario ni pagar ninguna compensación. No es de extrañar que Ucrania, invadida por Rusia, sea considerada “inamistosa”. También lo son Estados Unidos y la UE, que no están en guerra con Rusia, pero que golpean su economía y arman a los ucranianos.

La medida de Rusia no es ilegal según el derecho internacional. Los países pueden hacer excepciones a las normas sobre patentes en caso de emergencia nacional. El engorroso papeleo y las tediosas negociaciones de precios pueden causar retrasos. Pero se espera alguna compensación, por ínfima que sea. Sin embargo, con la nueva ley rusa, los titulares de patentes podrían quedarse sin nada.

Aunque la ley sólo se aplica a las patentes, que protegen las invenciones, indirectamente da carta blanca a otros tipos de infracción de la propiedad intelectual (PI). Esto se debe a que los tribunales ofrecerán poca protección contra los oportunistas, dice Maria Ostroshenko, abogada especializada en propiedad intelectual de ALRUD, un bufete de abogados de Moscú. Señala que algunos jueces rusos se preguntan ahora por qué la PI de las empresas internacionales, incluidas las marcas y los derechos de autor, merecen protección. Esto nunca antes se había cuestionado.

Las empresas occidentales ya están sintiendo el cambio. A principios de marzo, Entertainment One UK, la rama británica de una empresa canadiense, perdió su caso contra un rival ruso que utilizaba una falsa Peppa Pig, uno de sus personajes de dibujos animados con marca registrada. El caso fue desestimado, según Vladimir Biriulin, de Gorodissky and Partners, el mayor bufete de propiedad intelectual de Rusia, porque Gran Bretaña entra en el campo de lo “no amistoso”. Cuando Entertainment One pidió una indemnización, un tribunal de arbitraje en Rusia dictaminó que conceder tal demanda era “un abuso de derecho” a la luz de las sanciones británicas. En mayo, un tribunal superior rechazó el recurso de la empresa.

Ante el aislamiento de Occidente y los tribunales amigos en casa, los rusos se sienten envalentonados para hacerse con la propiedad intelectual extranjera. Sólo en las dos últimas semanas de marzo se presentaron más de 50 solicitudes de registro de marcas occidentales como Coca-Cola y Christian Dior. Es probable que los programas informáticos patentados y los dispositivos que los productores extranjeros han dejado de vender en Rusia sean los siguientes. El 6 de mayo, Rusia publicó una lista de 25 páginas de productos que pueden importarse sin permiso del propietario. Incluye teléfonos de Apple, consolas de juegos de Nintendo y piezas para coches Tesla, así como armas y munición.

William Miles, de Briffa, un bufete de abogados de propiedad intelectual de Londres, informa de que todo esto significa que sus clientes tienen “cero interés” en introducir nuevas marcas o inventos en Rusia. Esto enfriará la innovación, predice Koen Berden, de la Federación Europea de Industrias y Asociaciones Farmacéuticas, entre cuyos miembros se encuentran Johnson & Johnson, Novartis y Pfizer. La nueva ley ya está perjudicando a la investigación y el desarrollo farmacéuticos, que estaban empezando a recuperarse de años de falta de financiación y abandono. La mayoría de los fabricantes de medicamentos extranjeros se niegan a iniciar nuevos ensayos en Rusia mientras dure la guerra, lo que dificulta la aprobación de nuevos medicamentos. Esta es una noticia desagradable para un país que importa casi el 70% de sus medicamentos.

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