Francia se coronó campeón del mundo el domingo al vencer a Croacia en la final por 4 a 2 y los jugadores fueron habilitados para tocar y levantar el trofeo más preciado del mundo futbolístico. Al día siguiente, el plantel se tomó un vuelo de regreso a su país y celebraron junto a su público en las calles de París, la histórica conquista. Sin embargo, el trofeo que viajaba en el bus y sostenían los jugadores no era el verdadero.
En realidad, el plantel galo nunca se llevó la copa del Estadio Olímpico Luzhnikí y en lugar de viajar a París, el trofeo fue enviado a Zúrich, Suiza, en donde ya está siendo exhibido en el museo de la FIFA.
La razón por la que Francia no se llevó la copa es que para evitar robos, daños o que alguien que no es campeón pueda tocarla, la Casa Madre del fútbol mundial no permite que se utilice en los festejos, más allá de los realizados en el estadio de la consagración.
La verdadera copa
El trofeo mide 36,8 centímetros de alto y representa a dos hombres recibiendo al planeta tierra. Fue diseñado por el escultor italiano Silvio Gazzaniga, fallecido en 2016.
La Copa está hecha de oro sólido de 18 quilates y pesa 6.175 gramos. Además, en su base lleva grabados los nombres de los campeones y las ediciones en las que lo obtuvieron.
Las diferencias entre la réplica y la real
Si bien a simple vista son similares la réplica en realidad no es de oro macizo. En su interior está hecha de cobre y cinc está bañada de tres capas de oro, para imitar el color.
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