Sime Vrsaljko seguía con el pantalón y las medias puestas. Su torso estaba desnudo. Cuando la vio, atinó a extenderle la mano. Pero ella prefirió abrazarlo de manera intempestiva, casi que colgándose de él. Las manifestaciones que habían empezado en el técnico Zlatko Dalić continuaron con el arquero Dominik Livakovic, Ivan Strinić, Ivan Perisic, Vedran Corluka, Ivan Rakitic y se detuvieron un segundo más del tiempo que dura un abrazo habitual en Luka Modric.
Los futbolistas croatas todavía transpiraban los nervios de un partido extenso. Acababan de ganarle por penales a Dinamarca en octavos de final. Estaban regulando las emociones del triunfo cuando recibieron a la máxima autoridad de su país, la presidenta Kolinda Grabar-Kitarovic. Ella decidió abrazar a cada uno de los jugadores, sin importar su estatus o los formalismos.
Croacia le ganó a Rusia al partido siguiente y repitió la gesta de Francia 1998, cuando habían alcanzado las semifinales (hoy escribió un nuevo capítulo de su historia al eliminar a Inglaterra). Ella exteriorizó su entusiasmo por la épica de un triunfo agónico. Festejó, saltó y cantó en los festejos íntimos en el vestuario del plantel croata. Antes había sido testigo del partido sentada en el palco, entre el primer ministro ruso Dmitry Medvedev y el presidente de la FIFA, Gianni Infantino. Vestía, otra vez, una indumentaria fuera del protocolo que estila en citaciones ortodoxas teñidas por las formalidades: lucía la camiseta a cuadros rojos y blancos, la misma con la que juegan los jugadores.
Antes había reconocido la destreza en el gol de Cheryshev que había puesto la primera diferencia a favor de Rusia. Después no pudo contener la felicidad y en un salto que las cámaras tomaron y que hasta fue fuente de memes festejó el gol de Vida que ponía 2 a 1 en ventaja a los croatas. Era la primera vez que veía un partido del mundial desde los estratos reservados para mandatarios. "En primer lugar me gusta estar aquí como una hincha más. Porque cuando animo al equipo me gusta hacerlo de una manera que a veces puede ser un poco inapropiada en la zona vip. Pero esta noche me han permitido llevar los colores nacionales. La FIFA y los anfitriones me lo permitieron. Esto me hace feliz", respondió antes del triunfo de su selección ante Rusia.
Kolinda Grabar-Kitarovic presenció otros partidos de Croacia pero desde una butaca aleatoria del estadio. Vivió la victoria por penales ante Dinamarca de otra forma: "La última vez que vine aquí con un amigo, pagamos las entradas y nos encantó cada segundo. Fuimos a la 'fan zone' para ver el juego de Rusia y España y lo celebramos con los hinchas rusos y es por eso que nos encontramos en Sochi esta noche", agregó.
La mandataria había visto el duelo de octavos en una platea común y había llegado a Sochi en un vuelo comercial. Pero en su arribo a la ciudad donde se enfrentaron Rusia y Croacia, fue recibida con honores por el alcalde Anatoli Pajómov y el gobernador de la región rusa de Krasnodar, Veniamín Kondrátiev. Durante la Copa del Mundo convivió con esa ambigüedad: su cargo y su pasión, sus obligaciones y sus euforias.
Trascendió que viajó al Mundial en vuelos comerciales pagados por ella y que se descontó de su sueldo los días no trabajados. Kolinda Grabar-Kitarovic tiene 50 años y es madre de dos hijos: Katarina, patinadora juvenil campeona nacional, y Luka. Asumió la presidencia del país balcánico en febrero de 2015: es la cuarta presidenta, la más joven y la primera mujer en acceder al cargo. Venció al socialdemócrata Ivo Josipović, por entonces presidente, cuando tenía 46 años. Es representante del partido de centroderecha HDZ (Comunidad Democrática Croata), en el que comenzó en 1993 siendo asesora del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Antes de asumir la presidencia, trabajó como Embajadora de Croacia en los Estados Unidos y como Secretaria General Adjunta de la OTAN. Estudió en Zagreb, Viena, Washington DC y Harvard. Domina el croata, el inglés, el español y el portugués, entiende perfectamente el alemán, el francés y el italiano. Admitió que tuvo que mediar con cuestionamientos por desigualdad de género y reveló: "Nunca permití que ningún prejuicio me desalentara". Contra Inglaterra, por las semifinales del mundial, la presidenta volverá a vestirse para la ocasión, con la camiseta a cuadros de su país.
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