La era de Michel Platini había quedado en el pasado. Francia había tocado la gloria con sus manos en la Eurocopa 84 al consagrarse en el campeonato que lo tuvo como anfitrión.
Dos años después, de la mano de un histórico emblema que estuvo rodeado por figuras como Jean Tigana y Jean-Pierre Papin, entre otros, el equipo igualó la mejor marca en una Copa del Mundo: tercer puesto en México 86. Un hito que solamente había conseguido en Suecia 58 con los goles de Just Fontaine (con 13 mantiene hasta hoy el récord de tantos en un solo Mundial).
Las eliminatorias para Italia 90 y Estados Unidos 94 habían sido un fiasco, al igual que las de la Eurocopa 88: Francia no se clasificó a ninguna competición. En la Euro 92 se quedó en primera fase y era necesaria una reestructuración. El ex futbolista Aimé Jacquet se hizo cargo del conjunto nacional con dos objetivos claros: la Eurocopa 96 en Inglaterra y la Copa del Mundo que los vería otra vez como anfitriones en 1998.
Y los buenos resultados fueron llegando en el certamen del 96. Los galos terminaron primeros en su zona y eliminaron por penales a Holanda en cuartos de final. Sin embargo, decepcionarían ante República Checa en semifinales y se despidirían también en penales. Hubo muchas críticas para el plantel conducido por Jacquet y Zinedine Zidane, uno de los líderes futbolísticos, fue el principal apuntado.
La política aprovechó la exposición y el renacimiento de la selección para jugar sus fichas. Jean-Marie Le Pen, cara reconocida del Frente Nacional (partido ultraderechista) y candidato a presidente, acaparó la atención en un evento público y atacó la "falta de patriotismo" de los futbolistas: "No cantan el himno o no saben la letra. Me parece artificial reclutar jugadores del extranjero y llamarlos Selección de Francia".
Jacquet y varios jugadores salieron el cruce y lo contradijeron. Le Pen, ferviente opositor de la inmigración de fuera de Europa, pretendía sacar de los Blues a Marcel Desailly (nacido en Ghana), Zinedine Zidane (ascendencia argelina), Youri Djorkaeff (armenia), Christian Karembeu (neocaledonia) y Sabri Lamouchi (tunecina), entre otros integrantes de la plantilla.
Un atentado ocurrido en un metro de París tuvo como culpable a un integrante del grupo islámico de origen argelino, proveniente de los suburbios de la capital francesa. Este triste episodio no hizo más que abrir la grieta establecida en la sociedad y, por consiguiente, en la selección.
Jacques Chirac, presidente de la República, intentó apagar el fuego en vísperas del Mundial del 98. El fútbol paulatinamente unió a la gente y surgió la idea de "negros, blancos y árabes" en el elenco galo. "Tenía un contenido político, pero me gustó porque fue positivo. La representación de todas las comunidades", opinó el ex futbolista Eric Cantona en el documental Les Blues, que relata con imágenes y testimonios el andar del elenco nacional.
La Copa del Mundo fue un éxito sin precedentes para Francia. Zidane, de padres argelinos, se convirtió en rey del fútbol. Y con Roger Lemerre como sustituto de Jacquet en la conducción técnica, el equipo se transformó en leyenda al alzar la Eurocopa 2000 en Holanda.
Pero las mieles del éxito deportivo no desterraron la discriminación y sectorización en gran parte del territorio francés. Y eso quedó evidenciado en un amistoso disputado en 2001 entre Francia y Argelia, países que nunca se habían enfrentado futbolísticamente, pero sí habían sido protagonistas de una guerra que finalizó con la independencia de los argelinos en 1962.
Los fanáticos africanos colmaron el estadio Saint-Denis, silbaron La Marsellesa y en el segundo tiempo invadieron el campo cuando Francia ganaba 4-1. Fue un hecho inexplicable, sobre todo por haberse de tratado de un partido que clamaba por la paz.
En materia futbolística, el plantel azul estaba subido a un pedestal del que sería difícil bajar. Y no precisamente por su nivel de juego, sino por el ego de un equipo que contaba con importantes pergaminos recientes, pero que más tarde reconocería sus pecados. "Parecíamos estrellas de rock. Ya nos habíamos bordado la segunda estrella antes de viajar a Corea-Japón 2002", recordaron.
La crisis fue evidente: eliminación en primera fase de la Copa del Mundo y posterior eliminación en la Eurocopa de 2004 ante Grecia (cuartos de final).
Se respiraban aires de cambio. Lamerre fue destituido y Jacques Santini le siguió los pasos tras la Euro. Zinedine Zidane renunció a la selección y el polémico Raymond Domenech, discípulo de Jacquet, tomó las riendas. Sus excéntricas actitudes públicas y modalidades de conducción (desde que conducía juveniles, hacía cantar en coro, tomar clases de historia o estudiar actuación a los jugadores) lo colocaron desde el inicio en el ojo de la tormenta.
Zidane decidió volver y lo siguieron Lilian Thuram y Claude Makélélé. Un Zizou imparable hizo bailar a cada rival y depositó a Francia en la final con Italia. El desenlace fue tan inesperado como triste para los galos: la Azzurra se impuso en los penales después de la expulsión de su figura por agresión contra Marco Materazzi.
"No me enorgullece, pero no me arrepiento de lo que hice. Si lo hiciera, validaría las palabras que me dijo esa persona", declaró Zidane, quien abrió un debate nacional por su actitud en la final. Los aficionados lo absolvieron, pero el espíritu "negros, blancos y árabes" había quedado en jaque.
Nicolas Sarkozy, por ese entonces ministro de Interior y posteriormente electo presidente de la nación, había dicho públicamente que había que "limpiar" los suburbios. Thuram, referente del equipo francés y oriundo de los barrios humildes, se enfureció y le retrucó: "Yo solía vivir allí y no soy gentuza. ¿Qué quiere limpiar el señor Sarkozy?".
Domenech fue ratificado en el cargo y fue el momento de jóvenes promesas como Karim Benzema y Sami Nasri. El aire de grandeza de los novatos generó disgusto en los más experimentados y el plantel se dividió. Los resultados no aparecían y los fanáticos pedían la renuncia del entrenador. El equipo se clasificó para Sudáfrica 2010 en el repechaje ante Irlanda con polémica, por una clara mano de Thierry Henry en el gol que selló su boleto.
En medio, una prostituta menor de edad inculpaba a Franck Ribery y Benzema por haberles pagado por sexo. Al mismo tiempo, Sarkozy empleaba políticas que les cerraban las puertas a los inmigrantes.
Francia tocó fondo en el Mundial 2010. Empató con Uruguay y perdió con México y Sudáfrica. Tras la caída ante los aztecas, Domenech echó del equipo a Nicolas Anelka por haberlo llamado "sucio hijo de puta" en el vestuario (el entredicho fue portada de los medios franceses). El plantel se puso a favor del delantero y, en señal de protesta, no se entrenó al día siguiente. Domenech leyó un comunicado ante la prensa y la eliminación se concretó.
"Cuando ganan, son 'negros, blancos y árabes', cuando pierden son gentuza de los guetos", argumentó Cantona.
Laurent Blanc, campeón del mundo en el 98, asumió como entrenador con nuevas políticas de trabajo y se alineó a la bajada de línea del gobierno. A los jugadores se les prohibió usar auriculares y se les ordenó aprender La Marsellesa. Se determinó una limitación para la doble ciudadanía en los juveniles de la selección y se filtró un audio de Blanc que lo dejó expuesto. El DT quería impedir que los jóvenes se formaran en Francia y luego decidieran jugar para otras selecciones con edad de mayor.
Con el antecedente del Mundial todavía fresco, Francia decepcionó en la Euro 2012 y perdió en cuartos de final con España. Todos estaban peleados con todos: periodismo, hinchas y jugadores. El ciclo de Blanc duró poco y la federación eligió a otro ex campeón mundial como sucesor: Didier Deschamps.
Respetar la camiseta, cantar el himno y tener actitud amistosa y humilde ante el público fueron algunas de las primeras directivas del nuevo cuerpo técnico. Entre los fanáticos, volvió a ser apuntado un francés de origen argelino: Benzema. Se cuestionaba su patriotismo, y la falta de gol en la selección no lo ayudaba.
Francia jugaba otra vez el repechaje para clasificarse a Brasil 2014 y había caído 2-0 con Ucrania en la ida disputada en Kiev. Con un tanto de Benzema, los de Deschamps remontaron la historia, ganaron 3-0 y reconciliaron la relación con el público y periodismo.
El cuadro azul no tuvo un mal desempeño y avanzó hasta cuartos de final, donde perdió con el campeón, Alemania. Pero había un objetivo cercano: la Euro 2016 por disputarse en suelo francés.
Al año siguiente se produjo el atentado contra Charlie Hebdo y otros incidentes del mismo tipo en la capital francesa (se registraron cerca del estadio Saint-Denis, donde se disputaba en ese mismo momento un amistoso entre Francia y Alemania). Las miradas se dirigieron nuevamente a los suburbios franceses cuando se confirmó que los ataques habían sido obra de organizaciones yihadistas del Estado Islámico.
Justo antes de la Eurocopa, se originó otro escándalo con Karim Benzema, quien fue acusado de chantaje. En Francia se dijo que un cercano amigo de la estrella del Real Madrid le había pedido dinero a su compañero de selección, Mathieu Valbuena, para no sacar a la luz videos privados suyos.
La federación francesa de fútbol y Deschamps anunciaron la exclusión de Benzema. La política se había metido nuevamente en la decisión. Se habló de "razones éticas y de comportamiento".
"La decisión fue injusta y me hace sospechar", disparó sin pelos en la lengua Cantona. Benzema rompió el silencio en España: "Deschamps cedió a la presión racista del país". El entrenador no volvió a convocarlo pese a haber sido absuelto de la causa finalmente.
Antoine Griezmann, Paul Pogba, Olivier Giroud y Dimitri Payet fueron nombres que hicieron olvidar a Benzema y dirigieron hasta la final de la Eurocopa a los Bleus. La derrota 1-0 en la final contra Portugal no opacó el espíritu de unidad que generó el núcleo de un equipo que no tuvo inconvenientes en clasificarse a Rusia 2018 en el primer lugar de su zona.
Contra la Argentina, a Francia le llegó la hora de la verdad.
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