El aplauso final expuso lo que se palpaba en el ambiente. Sabiendo que ya estaban clasificados antes de que comenzara a rodar el balón, los fanáticos de Inglaterra se mostraron conformes una vez consumada la derrota por 1-0 ante Bélgica, que concluyó la participación de ambos seleccionados en el Grupo G del Mundial de Rusia.
Al menos de esa manera lo vivieron los hinchas que se acercaron hasta la residencia de la Embajada Británica, un lugar que se adornó de blanco y rojo para la ocasión, con globos, banderas, pinturas para el rostro y demás cotillón representativo de la nación inglesa.
Cerca de 100 invitados, entre ellos miembros de peñas, periodistas y, en su gran mayoría, personas que fueron seleccionadas en un sorteo realizado en las redes sociales, se juntaron en la sede diplomática para observar el encuentro.
Desde niños hasta mayores, todos disfrutaron el partido delante de una pantalla de gran tamaño, a pesar de algunos problemas con la señal del proyector. Alentaron para ganar, pero por lo bajo coincidieron en que, en caso de perder, el resultado no resultaba negativo. La razón es que, al ser segundos en su zona, los británicos accedían al lado del cuadro menos complejo, evitando a Brasil, Francia y Argentina, entre otros.
Así lo afirmó, por ejemplo, Laura, que acudió a la cita con una camiseta de Wayne Rooney: "Ojalá que gane, aunque en realidad conviene que pierda", le dijo a Infobae, mientras perseguía a su pequeño hijo Santiago, de 4 años, al que poco le importaba el partido y solo correteaba de un lado a otro.
En la misma línea opinaron Daniel y Agustina, una joven pareja que se vistió de rojo. Él, que nació en Inglaterra pero vive en Argentina desde 2006, expresa igualmente que no tiene muchas esperanzas con este equipo: "Tal vez pasemos uno o dos rondas más. Es uno de los planteles más jóvenes y por eso esperamos mejores resultados para más adelante".
El embajador del Reino Unido, Mark Kent, fue el anfitrión de la colorida reunión. Él fue uno de los más efusivos. Le puso color y alegría a la cita. Vestido con un sombrero rojo, brillante, y una camiseta de su selección, destacó en medio de un contexto de formalidad inicial que se fue deshaciendo con el correr de los minutos. Y arrancó una sonrisa a los demás haciendo sonar de a ratos una corneta.
A igual que el resto, Kent no veía con malos ojos una derrota. En realidad se mostró optimista independientemente de la suerte del combinado inglés: "Si perdemos, bueno, iremos al lado más sencillo. Pero ganando el equipo mantendrá la motivación, por lo que es bueno de las dos maneras", comentó a este medio. En esta disyuntiva y falta de elección quizá influyó su matrimonio: su esposa Martine nació en Bélgica.
En el ínterin de todo ello, el juego quedó por momentos a un segundo plano. Tanto que el gol en el inicio de la etapa complementaria pasó inadvertido para más de la mitad de los presentes. "¿Qué pasó?", preguntó más de uno cuando regresaban a sus asientos para ver la segunda parte, luego de degustar fish and chips, un clásico de la gastronomía británica.
Al final se dio un resultado que dejó conforme a la mayoría. No fue así para Mercedes, una argentina que apostó en el Prode de su trabajo que ganaba Inglaterra 2 a 1, pero que igualmente se dio el gusto de conocer la residencia, algo que contó que anhelaba.
El cónclave culminó con una torta de chocolate con crema, decorada con las banderas de ambos seleccionados. Aún no se sabe si el evento se volverá a repetir en lo que resta de la Copa del Mundo. No será en octavos, debido a una cuestión de tiempos. "Puede ser en caso de una semifinal o final", dijeron desde la organización.
Al margen de ello, Guillermo Bindon, presidente del Consejo de la Comunidad Argentino-Británica, subrayó que "es importante que cosas como estas sucedan. Hay gente que por la historia entre ambos países piensan que somos rivales".
Y en un clima de cordialidad, finalizó: "¿Si me gustaría que Inglaterra y Argentina se enfrentasen en la final? Claro, eso significaría que ambos llegaron lejos".
Fotos: Nicolás Stulberg
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