El país entró en euforia absoluta cuando en 1974 la FIFA anunció a Colombia como la sede del Mundial 86. Pero desde el inicio el proyecto contaba con opositores. Pasaron así varios gobiernos sin la mínima voluntad. Hasta que, ocho años después, los entonces dirigentes del país renunciaron, por primera vez en la historia -y única hasta el día de hoy- a la cita mundialista. Una serie de peticiones por de más impensables en plena bonanza narco y guerra de guerrilleras, y supuestas presiones de patrocinadores fueron las razones de la desilusión.
Alfonso Senior fue el primero en vislumbrar el Mundial como una forma de colocar impulsar a Colombia internacionalmente. El dirigente deportivo siempre había sido un visionario de grandes cosas. Como su presidente, posicionó a Millonarios como uno de los mejores equipos de su era, con estrellas de la talla de los argentinos Néstor Raúl Rossi, Adolfo Pedernera y Alfredo Di Stéfano. Y en cabeza de la Federación Colombiana de Fútbol ocupó por más de 10 años la exclusiva silla de miembro de la FIFA; no dejaría pasar esa oportunidad de hacer historia con su patria.
Después de ver a su equipo azul, sin mayor trayectoria, vencer de visitante al Real Madrid con un 4-2, cualquier cosa le parecía posible. Y sacando el impulso que faltaba en el desarrollo del fútbol nacional, consiguió que el 9 de julio de 1974 el recién nombrado presidente de la FIFA, el brasilero Joao Havelange, asignara a Colombia como sede del Mundial de 1986, en una reunión en Zúrich. Para ese entonces, la federación estaba más preocupada por la copa del 78 en una inestable Argentina a la que se le avecinaba la dictadura de Videla, la más atroz de su historia.
Para 1975, el entonces presidente colombiano, Alfonso López Michelsen, confirmó todo en un encuentro con Havelange donde le prometió seguir los requisitos de la FIFA. "Todo el país estaba ilusionado, por fin venía algo muy bueno para un país que no estaba acostumbrado a imaginarse siendo parte de grandes cosas. Pero desde el principio, en el mismo Estado había opositores que decían que Colombia necesitaba inversiones más pertinentes", expresó a Infobae Estewil Quesada, escritor, periodista y analista deportivo.
En los siguientes cuatro años de su gobierno no pasó nada más. En el siguiente período, del presidente Julio César Turbay, se creó la Corporación Colombia 86, un ente privado que financiaría los requerimientos de la FIFA sin injerencia del Estado. Pero los grupos empresariales que la conformaban, el Santo Domingo y el Gran Colombiano, aun no hacían nada para conseguir los recursos cuando Havelange los desconoció y exigió al Gobierno ponerse al frente. Así llegaron los pliegues de peticiones, algunas por primera vez, catalogados por muchos como exageradas.
Se necesitarían seis estadios con capacidad mínima de 40.000 espectadores, cuatro más para 60.000 y dos de 80.000 cupos. Ello, para atender el aumento de los equipos de 16 a 24 que se estableció desde el Mundial Argentina 78. Y una red de carreteras y ferrocarriles para comunicar todas las sedes donde se jugaría la copa, petición que los expertos de la época afirmaron sería imposible de cumplir, pues el relieve colombiano de montañas impedía la conexión entre ciudades tal cual como esperaba la FIFA.
El pliegue también incluía aeropuertos en cada sede con capacidad de aterrizaje para aviones tipo jet, una flota de limusinas para transportar a los directivos de la Federación y congelamiento de tarifas hoteleras a partir de enero de 1986 para ellos mismos, y un complejo de telecomunicaciones. Asimismo, se exigía un decreto para legalizar la libre circulación de divisas internacionales, que los impuestos sobre las entradas no superaran el 15% y que las comisiones para las agencias encargadas de venderlas fueran menores al 10%.
Las últimas peticiones fueron catalogadas como intento de restar autonomía a la soberanía colombiana. En su momento la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF) realizó un estudio para evaluar las posibilidades reales de organizar la copa. "Se planteó que la participación del gobierno y del gasto público debería ser la mínima, limitada a aquellas actividades que el sector privado no pueda asumir, por ejemplo, el otorgamiento de visas, el préstamo de los estadios y la seguridad", mencionaron a Semana.
El tiempo pasaba sin que se moviera un peso, ni una piedra. La FIFA ya comenzaba a desconfiar del gobierno y, a su vez, los colombianos de la FIFA. Incluso, se habló, sin confirmar, de una discreta cena en un exclusivo restaurante de Madrid entre directivos de la Federación Norteamericana de Fútbol (CONCACAF) y del gobierno de Estados Unidos, con los directivos de la FIFA. Se hablaba de que había presiones para cambiar la sede de parte de las marcas patrocinadoras.
"Eso nunca se comprobó, ni creo que haya pasado. Las exigencias eran las mínimas para cualquier campeonato de tal magnitud, que reúne a muchos países del mundo en un solo lugar. Hoy en día, ni el estadio Metropolitano de Barranquilla, el mejor de Colombia, cumple con esas especificaciones. Colombia no estaba preparada para asumir esas exigencias, que casi 40 años después tampoco cumple", manifestó Quesada, ex presidente de la Asociación Nacional de Periodistas Deportivos.
Ya para el Mundial España 82 los rumores de un cambio de sede corrían, y nadie mencionaba oficialmente a Colombia 86. Anteriormente tampoco, solo apareció en la contraportada de un álbum de Panini. Los medios reportaron en aquel momento a hinchas colombianos con pancartas con lemas como 'Nos vemos en el Mundial Colombia 86', una separata mundialista de la revista Cromos y una propaganda del Banco de Colombia, pero nada más.
La FIFA había estipulado una fecha límite para conocer la disposición del gobierno nacional de realizar la copa, pero no fue necesario esperar hasta ella. El 25 de octubre de 1982, el entonces presidente Belisario Betancur anunció lo inevitable: "Aquí en el país tenemos muchas cosas que hacer y no hay tiempo para atender las extravagancias de la FIFA y sus socios". Así, Colombia se convirtió en el primer país que renunciaba a ser sede de la copa mundial en toda su historia.
"El Mundial debía servir a Colombia, y no Colombia a la multinacional del Mundial", dijo Betancur en un discurso transmitido en televisión y radio nacional. Aunque el primer aviso lo hizo durante la campaña electoral, en la que manifestó que no invertiría un solo peso del Estado en la copa. Para consolar al pueblo, el mandatario alegó que el recién entregado Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez "compensa al país de lo que puede perder en imagen".
Betancur, pese a lo que se pudo decir en la época, mantenía una relación estrecha con el fútbol. Fue él quien propuso la construcción del Estadio Atanasio Girardot de Medellín, cuando era diputado de la Asamblea de Antioquia, en 1949. Pero sus prioridades estaban en un contexto complicado para Colombia.
Los carteles de la droga estaban en el pico de su bonanza, causando terror en las ciudades y violencia en sus calles. Y mientras se luchaba contra la mafia, el gobierno negociaba la paz con los grupos guerrilleros de las FARC, el ELN, el M19 y el EPL. Enfrentaría más tarde hechos que marcarían la historia del país, como la toma del Palacio de Justicia por parte del M19 con presunta financiación del narcotráfico, en 1985; en el que hubo muertos, heridos y muchos desaparecidos aun sin encontrar.
México 86
Con las cartas puestas sobre la mesa, la FIFA volvió a convocar y recibió cuatro países candidatos: Canadá y Brasil, que se retiraron al poco tiempo de la postulación; Estados Unidos, que decidió posponer su aspiración para el Mundial del 94 para concentrar esfuerzos en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984; y México, que terminó siendo seleccionado por unanimidad, convirtiéndose en el primero en celebrar dos veces una copa del Mundo, después de la de 1970.
Sin sede en el Mundial, a la Selección Colombia le tocó enfrentarse en eliminatorias con grandes equipos como Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. La clasificación era casi como una necesidad de orgullo nacional. El técnico, Gabriel Ochoa Uribe, prometió consolidar el fútbol para limpiar la imagen de un deporte que en el país estaba siendo auspiciado por dineros ilegales provenientes del narcotráfico.
Además, un grupo de intelectuales promovía el cambio de uniformes para reemplazar el color salmón por los de la bandera nacional. Lo lograron en 1985, la Selección se vestiría de tricolor desde ese momento: camiseta amarilla, pantaloneta azul y medias rojas. Pero no fue suficiente. La calidad del juego no permitió llegar tan alto. Colombia quedó eliminada luego de un partido contra Paraguay.
"El equipo no estaba a la altura para hacer frente a grandes selecciones como Argentina, que ya tenía a Maradona, y a la de Brasil que tenía historia. Y Ochoa se enfocó fue en el América de Cali, que él dirigía y que estaba en la cúspide de los equipos de fútbol suramericanos, que en la Selección Colombia. Eso se lo recriminó mucho la hinchada", afirmó el analista deportivo Estewil Quesada.
Colombia se despidió completamente del Mundial 86, que estuvo a punto de ser cancelado por el terremoto más grande hasta el momento registrado en Ciudad de México, que la mañana del 19 de septiembre de 1985, a ocho meses de la cita mundialista, ocasionó más de 2 mil millones de pérdidas materiales y más de 10 mil muertos. Con suerte para la FIFA, los estadios designados por el comité organizador no se vieron afectados.
El mundial se realizó para ratificar a Diego Armando Maradona como uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol mundial. Dejando a su paso hechos sin precedentes: en el partido contra Inglaterra, burló desde media cancha a todos los adversarios que se le atravesaban y metió el mejor gol de los mundiales, catalogado como el Gol del Siglo.
En el mismo partido, Maradona consiguió otro gol tocando el balón con la mano, que el árbitro dio como legal. La polémica trascendería a México, por lo que tiempo después el argentino aceptó la falta con algo de cinismo y la llamó la "mano de Dios".
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