"Mil gols, mil gols, mil gols, mil gols. Só o Pelé, só o Pele…". El clásico cantito brasileño culmina con un tal Diego Maradona como protagonista. Lo entonaron más de 250 jóvenes que viven en Argentina y que vieron el partido frente a Serbia, el encuentro que definió la clasificación de Brasil a octavos de final del Mundial. Y lo hicieron en un escenario en el que no se habla español y en donde la música se superpone al sonido de las pantallas gigantes instaladas en la esquina de Gorriti y Humboldt.
"Son mujeres y hombres que viven en Buenos Aires y concurren a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires", detalló a Infobae uno de los encargados de seguridad del bar que debió limitar su ingreso porque "llegó más gente de lo previsto", reconoció el empleado.
Pertenecen a un grupo llamado Pandemia Medicina. Poseen miles de seguidores en Facebook e Instagram y fue a través de sus redes sociales que convocaron a todos los estudiantes de medicina de la UBA a ver a su selección en tres pantallas gigantes. "Lo hicimos en el primer partido de Brasil en el Mundial y no pudimos encontrarnos en el segundo porque se jugó muy temprano. El día acompañó y vinieron muchísimos brasileños", explicó Fernanda, una de las organizadoras del evento.
El delirio ocurrió a los 36 minutos del primer tiempo, cuando Paulinho aprovechó un pase sensacional de Philippe Coutinho y definió por encima del arquero serbio para estampar el 1-0.
"Di María, Mascherano y Messi chau, Messi chau, Messi chau chau chau… Los argentinos están llorando, porque esa Copa yo voy a ganar". Al ritmo de "Bella Ciao", los brasileños reflotan la rivalidad ante los argentinos: "Perdona, hermano. Los queremos, realmente los queremos", gritó Pablo, carioca de 23 años, ante la mirada de un hombre que pasó por la calle y se detuvo a mirar el espectáculo.
El final del primer tiempo le dio la bienvenida a un baile que duró unos minutos más que el entretiempo. En la parte interna sonaron las canciones brasileñas y quienes estaban afuera ingresaban para seguir tomando alcohol y mover el cuerpo entre camisetas de Neymar, banderas verdeamarelas y vasos de cerveza en un ambiente en el que transcurría la "noche" aunque afuera aún no eran las 17.
Algunos se enteraron a los 10 minutos de la segunda parte de que el partido se había reanudado. "Somos una organización independiente, que tenemos como fin promover la integración de los estudiantes brasileños en Buenos Aires. Lo hacemos a través de deportes, voluntariados o fiestas como estas. Para nosotros hoy es una fiesta. Va más allá del partido de fútbol: aquí nos encontramos, hablamos en portugués, escuchamos nuestra música y si ganamos, mejor", sostuvo Daniela, de 19 años, quien llegó hace menos de 8 meses al país.
Con el correr de los minutos, cada avance de Serbia se convirtió en un suplicio entre los brasileños. "¿Si queremos cruzarnos con Argentina? Espera, deja que termine el partido y te digo", respondió Mathias, quien llevaba una camiseta de su selección y una bandera de su país atada en el cuello.
El segundo gol trajo la tranquilidad. Fue en el peor momento de Brasil, cuando Thiago Silva saltó más que nadie en el área y con un potente cabezazo estableció el 2-0. El resultado final.
"Eu sou brasileiro, com muito orgulho, com muito amor", fue el grito de guerra que sonó cuando el árbitro finalizó el partido. La marea de jóvenes volvió a ingresar a la parte interna del bar para celebrar bailando la clasificación a octavos de final. "Te voy a decir la verdad: no quiero jugar frente a Argentina. Tengo muchos amigos aquí y no quisiera tener que dejarlos fuera del Mundial y después que dejen de hablarme", dijo, entre risas, Mathias, quien se besó el escudo y aseguró, por lo bajo, una frase que repitieron todos: "Vamos a ser campeones".
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