Llegué a casa y entré en la cocina y vi a mi madre en el refrigerador con la caja de leche, como de costumbre. Pero esta vez estaba mezclando algo con eso. Ella estaba sacudiendo todo, ¿sabes? No entendí lo que estaba pasando. Luego me trajo el almuerzo y sonrió como si todo fuera genial. Pero me di cuenta enseguida de lo que estaba pasando.
Romelu Lukaku escribió en el sitio The Players Tribune su historia de vida y tras su descollante actuación ante Panamá en el debut de Bélgica en la Copa del Mundo, el planeta pudo conocer su historia.
Antes de ser una estrella, el delantero del Manchester United se crió en la extrema pobreza en su país natal. Sus padres, un ex futbolista de poco éxito que no había conseguido ganar lo suficiente durante su carrera y una ama de casa que se encargaba de cuidar a él y a su hermano, habían nacido en el Congo y lograron llegar a Europa para instalarse en Bélgica, dejando atrás al resto de su familia.
La vida en el Viejo Continente no era fácil y los problemas económicos eran dueños de sus vidas. Según relató el propio jugador, cuando él tenía seis años su familia quebró y cruzó el umbral de la pobreza para sumergirse en la miseria.
"Lo primero que cortaron fue el cable de la televisión. No más fútbol", recuerda el moreno de 25 años. "Me perdí 10 años de la Champions League cuando era un niño. No podíamos pagar. Iba al colegio y los niños hablaban de la final y yo no tenía ni idea de lo que había pasado".
Pero la televisión fue solo lo primero y lo menos doloroso que se alejó de su niñez.
"Luego llegaba a casa a la noche y no había luz. Pasábamos dos o tres semanas sin luz. Entonces quería tomar un baño, y no había agua caliente. Mi madre calentaba una tetera en la estufa y yo me quedaba en la ducha, salpicando el agua tibia sobre mi cabeza con una taza".
Pero el momento más duro llegó cuando encontró a su madre mezclando algo en la taza. Era una tarde cualquiera en la que se disponía para tomar leche y comer un trozo de pan, como solía hacer gracias a que uno de los almacenes del barrio le fiaba a su madre para que él y su hermano pudiesen comer.
"Ella estaba mezclando agua con la leche. No teníamos suficiente dinero para hacerla durar toda la semana. Estábamos en la ruina. No solo pobre, sino quebrados".
Fue ese día cuando se propuso ser el mejor jugador de la historia de Bélgica. Primero le preguntó a su padre a partir de qué edad podía cobrar un sueldo. "Desde los 16", le contestó.
En su pubertad, gracias a su potencia física, comenzó a sacarle diferencia a los rivales e incluso los padres de los equipos contrarios le exigían que muestre su identificación porque no creían que su fecha de nacimiento era mayo de 1993.
"Cuando tenía 12 marqué 76 goles en 34 partidos".
Aquella frase, se la dijo también por teléfono a su abuelo, quien vivía en el Congo. Pero la respuesta no fue una felicitación, sino una súplica: "Cuida a mi hija". Cinco días después su abuelo murió y él le prometió a su madre que se convertiría en una estrella y que podría mantener a toda su familia.
Desde entonces, comenzó un camino sensacional. A los 15 años era el goleador del equipo Sub 19 del Anderelcht, el club más importante de Bélgica. A los 16 firmó su primer contrato y en la temporada 2008/09 debutó en el primer equipo. Tras dos títulos en 2010, alcanzó la selección mayor. En 2012 fue transferido al Chelsea y formó parte del plantel campeón de la Champions Legaue, más tarde jugó en el West Bromwich y el Everton, hasta recalar en 2017 al Manchester United en donde marcó 15 tantos en 30 partidos.
El de Rusia es su segundo Mundial. Luego de haber jugado el de Brasil 2014 con 21 años, en esta ocasión llega con más experiencia. Este lunes, en el debut de su equipo,le marcó dos goles a Panamá. Habrá que esperar para saber si estará a la altura para llevar a Bélgica hasta las semifinales o -por qué no- a conseguir el título.
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