Alemania venció 7-1 a Brasil en las semifinales del Mundial 2014 y selló así una goleada histórica que quedará marcada para siempre en la memoria de los fans del fútbol. En aquel partido, cuando el encuentro ya estaba liquidado, la televisión se quedó con la imagen de un anciano aferrado a la réplica del trofeo más preciado del planeta que recorrió el globo.
Detrás de aquel viejo de bigotes que lloraba viendo lo que sucedida en la cancha había una historia de amor por el Scratch que finalizó un año después de aquella histórica derrota.
Clovis Acosta Fernandes comenzó a seguir a su selección en Italia 1990 y hasta Brasil 2014 no se había ausentado jamás, por eso era conocido popularmente como "el torcedor N° 12". Sin embargo, en 2015, tras la Copa América de Chile, certamen en el que Brasil quedó eliminado en cuartos de final tras caer en los penales ante Paraguay, el hombre de 60 falleció.
Un cáncer de riñón apagó los latidos de su corazón y por eso no podrá seguir alentando al seleccionado brasileño desde las gradas en Rusia.
En esta ocasión fueron sus hijos quienes se trasladaron miles de kilómetros en avión hasta la sede de la Copa del Mundo con la réplica del trofeo para apoyar al combinado conducido por Tité que debuta este domingo ante Suiza.
"Pronto me voy a mi séptima copa del mundo, empatamos contigo en números de Mundiales. En la maleta van los mismos artículos de siempre, nuestra copa, la apreciación por las diferencias sin distinción de raza, color o credo, la simpatía y cordialidad de nuestro pueblo, la buena prosa, las canciones, la yerba mate para los mates y las historias de éste, que es el mayor espectáculo de la tierra", escribió Frank Damasceno, uno de sus hijos antes de partir hacia el Rusia.
El legado continúa y la ilusión se renueva, porque aunque por primera vez en 28 años Colvis no estará en la grada, como él decía: "Nada sucede sin un sueño"… y el sueño está más que vivo.
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