El sol aun no se escondía la tarde del 9 de junio de 1990 en Bolonia, Italia, cuando un grupo de unas 50 personas de camiseta amarilla irrumpió con algarabía en el estadio Renato Dall'Ara. Ni la Policía pudo detener la revuelta orquestada por un hombre disfrazado de cóndor, a quien llamaban 'Cole'. Todo, para poder entrar a un partido al que no tenía entrada. Desde ese momento, y tras 35 días de viaje -porque no tenía cómo regresar-, se convirtió en el hincha más reconocido del Mundial Italia 90 y, con ello, en el más furibundo de la Selección Colombia.
Cuando en 1989 designaron a Barranquilla como sede de las eliminatorias mundialistas, a Gustavo Llanos le faltaban dos materias para culminar su carrera de Derecho en la Universidad del Atlántico. Su afición por el fútbol lo hizo detener sus estudios un semestre -pensó en ese momento- para crear la "representación del patriotismo". Nació entonces el cóndor más grande de Colombia, con piel tricolor de amarillo, rojo y azul, y una flamante cresta.
Después de mucho pensarlo, al pintoresco personaje lo llamó 'Cole', haciendo referencia al 'coleto'. No al 'coleto' con el que aluden a los "marihuaneros" en la jerga de calle de su ciudad natal Barranquilla. Sino a la definición que supuestamente encontró en un diccionario Larousse y que definía la palabra como un hombre amable y extrovertido, tal cual se describe él mismo. Aunque esa acepción no aparece en la lista oficial de la Real Academia Española.
"Pensé en crear algo con el que todo el país se sintiera identificado. Por eso pensé en el cóndor de los Andes, emblema de nuestro escudo y símbolo de la patria. Y le hice una metamorfosis", cuenta el Cole, quien entre risas termina -como cada cosa que dice- con la frase "vaya, vaya, vaya, Coletosky, vaya, vaya"; solo para hacer sacar sonrisas a los que se detienen a verlo en cada estadio al que ha ido.
Comenzó entonces la transformación de su identidad. Porque dice que Gustavo Llanos ya no existe, que su personaje y él son uno solo, como una especie de alter ego que le salió de pronto, y ocultó al hombre que lo lleva. Pero la osadía que más lejos lo ha llevado fue antes de convertirse en el ícono que es hoy: justo cuando renunció a su trabajo para buscar a un patrocinador que lo hiciera volar -casi de manera literal- a Italia. A su debut con alas ante el mundo.
Tocó muchas puertas sin éxito, lo único que consiguió fueron los pasajes que le dio la Gobernación del Atlántico. Fue suficiente para él. En el viaje de más de 10 horas tuvo la suerte de encontrarse con el maestro Jorge Luis Pinto, ex director técnico de la Selección Colombia, que le hizo la 'segunda' para su 'coletón'. Con su "pinta ejecutiva" el Cole se puso de pie en el avión, contó quien era y pidió a los pasajeros donaciones.
Dice que Gustavo Llanos ya no existe, que su personaje y él son uno solo
"Esa pinta ejecutiva, tú sabes que llama la atención sola: camiseta de Colombia, pantalón y zapatos amarillos, y la cresta tricolor. Ya tenía 'caleta' la bolsa que ponen en cada puesto por si uno va a vomitar, o para botar la basura, da igual. Pasé puesto por puesto. Todos, colombianos y extranjeros, depositaron una moneda o un billete". Recolectó lo suficiente para pagar los lockers en los metros donde guardaba su maleta, y para transportarse a las ciudades donde jugaba la selección. Para nada más, ni para alimentos, ni siquiera para algún hostal de medio pelo.
"Me quedé en el hotel 1.000 estrellas. ¿Sabes cuál es? En el que uno duerme y ve el cielo estrellado: un parque, una estación de bus, donde me cogiera la noche", cuenta. Y de la solidaridad de los colombianos que asistían al Mundial pudo comer unos cuantos días. En la mayoría pasaba de largo, sin un mínimo alimento, incluso, sin bañarse. Pero fue por ese apoyo de compatriotas que pudo ver vencer a la selección Colombia, dos goles por cero, frente a Emiratos Árabes, aquella tarde en Bolonia.
"Me puse en la entrada del estadio y fui agrupando a todos los colombianos que iban a ingresar, éramos un grupo de unas 50 personas. Les pedí que hicieran un alboroto y entráramos todos corriendo al mismo tiempo. Pero sabía que si llegaba la Policía al primero al que le iban a pedir la boleta era a mí, entonces un barranquillero me prestó la suya. Así pude ver el partido, y en efecto el Policía me pidió a mí la entrada, pero ya tenía una".
El primer vuelo fallido del cóndor
Después del histórico 5-0 en el que Colombia venció a Argentina en el estadio Monumental de Buenos Aires, durante la última fecha de la fase eliminatoria, la selección clasificó, por tercera vez, a una Copa Mundial: Estados Unidos de 1994. Hasta allá se visualizaba el Cole. Y se propuso realizar una 'coletón' en toda la ciudad, para ello visitaba cada mañana la emisora Atlántico. "Taxistas, vendedores ambulantes, ellos eran los que llegaban a darme plata. Era bonito, porque me decían que querían verme en la transmisión de televisión".
Lo recolectado no era suficiente, pero seguía insistiendo. Para ese entonces, Gustavo ya había dejado definitivamente la universidad para dedicarse tiempo completo al 'Cole'; y para sostener a su esposa y a sus dos hijos, "comerciaba lo que fuera", como independiente. Su ángel llegó de la mano de Christian Daes, un importante empresario barranquillero que tenía una empresa de energía, que ahora se llama Tecnoglass.
"Sin él no hubiera sido lo que soy ahora, me contactó desde la emisora. Me dio un trabajo de mensajero en la empresa, en el que todavía sigo, con todos los permisos para asistir a cada partido. Me patrocina todos los mundiales y hasta les dio la universidad a mis hijos". Así se acabaron las 'coletones', los hoteles de 1.000 estrellas, los días de hambre, la preocupación de la familia. Y el Cole pudo ir al Mundial Estados Unidos 94, sin pensar que regresaría con la ilusión por el suelo.
Todo el país estaba expectante por la que consideraban en aquella época, la mejor selección de todos los tiempos. "Yo también, por supuesto. Tenía que creer, siempre lo he creído", se lamenta ahora el Cole. En el primer partido, Colombia cayó 1-3 frente a Rumania, en el segundo 1-2 a manos de Estados Unidos. Solo venció en el tercero, 2-0 sobre Suiza, pero ya había quedado eliminado en primera ronda.
La Colombia que había salido del país con gran favoritismo entre la prensa local, alabada incluso por Pelé, regresó con la cabeza gacha. Solo para enfrentar el dramático asesinato del defensa Andrés Escobar, el 2 de julio del mismo año, como represalia por el autogol que marcó en el partido ante Estados Unidos. Solo a ese hecho le atribuyeron la gran derrota patriótica.
"Ha sido el dolor más grande. Realmente creía que podíamos ganar el Mundial. Y luego, con el asesinato de Andrés de Escobar, entré en crisis. Porque el fanatismo al extremo hace que la gente la coja con los símbolos. Me dio delirio de persecución, pensando que podían matarme a mí también", cuenta el Cole. Pero su pasión puso más que la crisis que superó -dice él- rezando en la iglesia y ayudando en una congregación católica donde trabaja con jóvenes.
Resguardado en su casa del barrio San José, una zona popular del sur de Barranquilla, su esposa, la 'Coletorky', como prefiere llamarla sin revelar su verdadero nombre, lo convenció de volver a las gradas. Y así, el cóndor volvió a volar, la misma alegría de siempre, que no ha vuelto a perder. E innovando en cada partido con vestuarios creativos que él mismo diseña, y con estilos de cabello diferentes que le cuestan 5 horas en la peluquería.
Destino Rusia
En cada partido de la selección Colombia, en cualquier parte del mundo, las cámaras enfocan los aleteos del Cole. Y ahora también lo harán en Rusia 2018, desde la próxima semana. Del 3 al 8 de mayo, estará en Kazán para participar en el Football Park, uno de los eventos previos al Mundial donde se reúnen los hinchas más conocidos de cada equipo, y al que fue invitado por la misma FIFA como representante de la cultura futbolera del país.
Y en las fechas del mundial regresará a Rusia de la mano de su patrocinador oficial, por más de 26 años. Para así completar la quinta Copa Mundial que visita, luego de Italia 1990, Estados Unidos 1994, Francia 1998 y Brasil 2014. Aunque en sus itinerarios de viaje están incluidas otros torneos, Copa América y Mundial Sub 20.
Desde ya alista el vestuario, que no quiere revelar hasta que se lo vean puesto desde los televisores, los colombianos que se quedan apoyando a la selección desde casa. "Al igual que las montañas rusas, la Selección Colombia ha tenido que subir y bajar para poder llegar a Rusia. Por eso, y porque la copa es en Rusia, mi cresta terminará con una montaña rusa", explica el peinado que tendrá con una mezcla de colores de morado, amarillo, rojo y azul.
Del 'Cole', conocido inicialmente porque se lanzaba al vacío desde las gradas simulando el vuelo de un cóndor, habrá para rato. A sus 65 años todavía siente la energía para seguir acompañando a la selección Colombia en sus victorias y derrotas. Y entonces, con la fama mundial que ha adquirido, quiere convertirse en historia; eso dice.
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