La época dorada de Hungría se vivió entre fines de la década del treinta y el inicio de los sesenta. Su primera final en una Copa del Mundo se dio en 1938, cuando Francia organizó el Mundial que tuvo a 15 participantes.
Uno de los impulsores del fútbol magiar fue György Sárosi, un abogado que se tomaba al deporte como un placer en el Ferencváros. Si bien el referente había tenido una experiencia internacional cuatro años antes en Italia, el capitán llevó a su selección a la última fase de la tercera edición del certamen más codiciado del planeta.
Sin embargo, su historia pudo haber sido otra, dado que el letrado había amenazado con ausentarse en el torneo por un importante caso judicial que le podía dejar una fortuna económica y un enorme prestigio en el campo jurídico.
Fueron sus propios compañeros los que tuvieron que intervenir para que Sárosi se replantee la idea de priorizar los tribunales sobre la pelota. Incluso Karoly Dietz, entrenador de Hungría, le prometió la cinta de capitán si se sumaba a la incursión mundialista. Pero fue un consejo de su padre el que lo motivó a integrar la nómina del plantel que se quedaría con el subcampeonato.
Según crónicas de la época, las palabras se basaron en que debía dedicarse profesionalmente al fútbol, donde tendría más oportunidades de generar ingresos en una familia que atravesaba serios problemas económicos.
En el debut frente a Indias Orientales Holandesas (actualmente Indonesia) el abogado contribuyó con un doblete en la goleada por 6 a 0. Una conquista en los cuartos de final ante Suiza fue otro aporte para el 2 a 0, y un nuevo grito en las semifinales contra Suecia (5-1) fue otra muestra de su talento.
En la derrota por 4 a 2 con Italia también consiguió llegar a la red, pero el dolor del subcampeonato lo obligó a buscar revancha en las canchas. En esos días las dudas sobre su futuro ya estaban sepultadas: su destino estaba detrás de un balón.
Sus 10 títulos con el único club en el que jugó le permitieron seguir ligado al fútbol profesional. Con la imponente estadística que reflejaba sus 351 tantos en 383 encuentros oficiales, a la hora de su retiro viajó a Italia para dirigir al Bari, Lucchese Libertas, Juventus, Genoa, Roma, Bologna, Brescia y Lugano.
La decisión de abandonar su carrera de abogado por el fútbol le permitió formar parte de la historia deportiva de Hungría. Tal es así, que en la actualidad integra el Top Five de la tabla de goleadores de su país, superado por Ferenc Puskás, Sándor Kocsis, Imre Schlosser y Lajos Tichy.
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