Después de conquistar el Mundial de 1966 y recibir la Copa Jules Rimet de manos de la reina Isabel II, Inglaterra aterrizó en México envuelto en un escándalo que involucró a Bobby Moore por una confusa situación que protagonizó el capitán del equipo en Colombia.
Como el entrenador Alf Ramsey ideó un plan estratégico en lugares para que sus jugadores tengan una adaptación perfecta y no sufran los efectos de la altura que tiene la capital azteca, el combinado británico desarrolló una pretemporada en Bogotá y Quito para llegar al torneo en óptimas condiciones y luchar por la defensa del título.
Tras desarrollar cuatro amistosos en tierras sudamericanas, la delegación se presentó el 26 de mayo de 1970 en el aeropuerto El Dorado para partir hacia el evento internacional. Sin embargo, el plantel no pudo viajar completo, porque la policía local pidió la detención de Bobby Moore, por un presunto delito que había cometido mientras se hospedaba en el hotel Tequendama.
La acusación nació de una empleada de la joyería Green Fire, ubicada en el lobby del establecimiento donde se albergaron los futbolistas. Una joven de nombre Clara Padilla denunció al jugador cuando observó que faltaba un brazalete de oro y esmeraldas valuado en 1.500 dólares cuando atendió al numeroso grupo que se preparaba para participar de la Copa del Mundo.
"Fue Bobby Moore. Vi que se puso colorado y que se metió la mano izquierda en el bolsillo de su saco", aseguró la empleada ante las autoridades nacionales. La denuncia generó un conflicto diplomático entre ambos países, dado que los policías del aeropuerto le prohibieron al zaguero embarcar en el vuelo que depositó al equipo en México.
Un juez de Instrucción Criminal ordenó la detención de Moore, y la delegación partió sin su figura. En Gran Bretaña, algunos medios adujeron que ese hecho se provocó debido a un complot internacional ideado por Brasil para desmoralizar al último campeón. Desde su casa en Inglaterra, la mujer del futbolista, Tina, describió al episodio como "ridículo", porque su marido "no era capaz de hacer una cosa así, porque su salario era varias veces superior al valor de la joya". El periódico Daily Express tituló en esos días "Los colombianos son adeptos al autorrobo". A pesar de ser una época en la que la globalización no estaba instalada como en la actualidad, la noticia del escándalo cruzó las fronteras y tomó dominio público en todo el mundo.
Para resolver el conflicto tuvo que intervenir el primer ministro, Harold Wilson, con el apoyo de su embajador, Tom Rogers, y la presión de laRreina Isabel II. Fueron cinco días en los el futbolista estuvo privado de su libertad en la casa de un dirigente de la Federación Colombiana de Fútbol, quien le permitía entrenarse en las instalaciones del Millonarios de Bogotá.
Por la amenaza de romper las relaciones diplomáticas entre ambas naciones, la Justicia colombiana le dio la libertad condicional a Moore y le permitió viajar al Mundial, aunque siguió procesado en el país sudamericano.
"Tanto barullo por un brazalete. Bobby, si quisiera, se puede comprar todo el Tequendama", había dicho Alf Ramsey sobre la acusación que vivió su referente. Así, dos días antes del debut ante Rumania, el capitán llegó para ser titular en su selección, y la victoria por la mínima diferencia en Guadalajara calmó los ánimos del plantel. La derrota con Brasil (1-0) y el triunfo sobre Checoslovaquia (1-0), depositaron al combinado británico en los cuartos de final, donde cayó con Alemania por 3 a 2 y se despidió del certamen.
En cambio, para Clara Padilla el destino fue otro: luego de recibir constantes amenazas de muerte a través de cartas, la vendedora se desvinculó de la joyería y pasó al anonimato absoluto luego de vivir unos meses bajo custodia policial. "Usted no debería vivir en este mundo. Lo mejor que puede sucederle es que le corten la cabeza", fue el último mensaje intimidatorio que recibió en su casa de Bogotá.
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