Una histórica carrera se vivió en el Estado Olímpico de Tokio. La estadounidense Sydney McLaughlin rompió el récord mundial de 400 metros con vallas con un tiempo de 51.46 y con 21 años se convirtió en la atleta más joven en subirse a lo más alto del podio en esta disciplina (destronó a la marroquí Nawal El Moutawakel, quien ganó en Los Ángeles 1984 con 22). En el segundo lugar quedó su compatriota Dalilah Muhammad, quien también logró bajar el récord mundial.
La oriunda de Nueva Jersey venía de atrás en los últimos 100 metros para destronar a su compatriota y campeona defensora, pero con un gran sprint final logró cruzar la meta en la primera posición. El tiempo de Muhammad de 51.58 segundos también fue para destacar, ya que estuvo por debajo del récord que había establecido la propia McLaughlin (51.9 segundos) hace solamente un mes. La holandesa Femke Bol terminó con el bronce con 52.03 segundos.
McLaughlin es un fenómeno de precocidad. Desde muy joven fue señalada como una estrella y hoy terminó de consagrarse por completo. Su primera gran aparición fue en los Juegos Olímpicos de Río 2016, cuando con 17 años recién cumplidos logró meterse en semifinales. Además, en las categorías juveniles, ya había batido diferentes registros mundiales.
Sydney proviene de una familia de corredores:su hermano Taylor fue subcampeón mundial júnior de 400 metros vallas en 2016 y su padre semifinalista en el Preolímpico estadounidense para los Juegos de Los Ángeles-1984.
Desde que pasó al profesionalismo en 2019, McLaughlin se encontraba a la sombra de Muhammad, pero en el año 2020 hubo un quiebre en su carrera tras sumar a su estructura a Bob Kersee, ex técnico de su esposa Jackie Joyner-Kersee y su cuarto entrenador en cuatro años. El 27 de junio, en el preolímpico estadounidense en Eugene, ya avisó de lo que podía ser capaz al romper el récord mundial. “Ese récord del mundo me dio mucha confianza y el momento incierto provocado por la pandemia me permitió tomar decisiones importantes”, explicó la atleta.
“Sobre todo mental. Son sus undécimos Juegos Olímpicos como entrenador, forma parte del paisaje desde hace mucho tiempo, sabía exactamente lo que haría falta para llevarme a este resultado. Creo que ha cambiado mi perspectiva sobre mi manera de abordar la carrera, le debo mucho. Comenzamos a hablar en 2019, él vio algo diferente en mí en relación a las demás. Nuestra relación va mucho más lejos que la pista, es realmente una gran persona. Antes de él corría por instinto, ahora vemos qué es lo mejor para mí”, añadió.
Además valoró tener a Dalilah Muhammad como contrincante: “No sé si somos rivales, diría más bien que nos hacemos mejores una a la otra. Nos presionamos, pero formamos parte del mismo equipo. Una vez que salimos de la pista somos capaces de animar una a la otra. Los 400 metros vallas no suele ser la carrera que más sigue la gente, pero hemos conseguido que sea muy interesante. Es un placer que sea así”.
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