Es de esas atletas que tiene al mundo sobre sus hombros. Así como alguna vez todo el planeta se paralizaba ver a Usain Bolt en la pista o Michael Phelps en el agua, en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 las miradas se posaron desde el inicio sobre Simone Biles. Y la gimnasta estadounidense sintió el peso sobre su espalda en cada rutina, donde obtuvo buenos resultados pero cometió varios errores inesperados.
Cuando hizo su debut en la capital japonesa en la clasificación del All Around tuvo los resultados esperados porque fue la mejor de todas y se ganó un lugar en las finales de los cuatro aparatos. Aunque dejó un sabor agridulce en los fanáticos porque en varias de sus presentaciones mostró pequeñas fallas: caídas inestables, salidas sucias y gestos de angustia en su rostro.
Cada mueca que hacía Simone Biles, la jovencita de 24 años que enamoró al mundo con sus cuatro medallas doradas en Río 2016 (además de una de plata y otras de bronce), mostraba su frustración por no estar a la altura de las expectativas. Incluso habló sobre la presión que sintió en sus primeras apariciones.
“Siento que tengo el peso del mundo sobre mis hombros”, dijo después de ese arranque deslucido en las clasificaciones. “Sé que lo olvido y hago que parezca que la presión no me afecta, pero maldita sea, a veces es difícil”, agregó la gimnasta oriunda de Ohio en sus redes sociales.
No eran rendimientos habituales para la gran superestrella de la gimnasia de Estados Unidos y se esperaba que su mejor versión aparezca en las etapas definitorias. Pero este martes, en la primera de sus seis finales femeninas, la pesadilla se materializó cuando fue reemplazada durante la competencia por equipos por “razones médicas” y la medalla dorada cayó en manos del Comité Olímpico Ruso.
Simone Biles abandonó brevemente la sala después de una caída errática y luego regresó con su equipo, pero solamente para brindar apoyo moral desde afuera. La estrella ni siquiera realizó el calentamiento para las barras asimétricas y le dejó su lugar a Jordan Chiles. A juzgar por su lenguaje corporal al regreso, no parecía lesionada. Pero quedó como suplente para todo el concurso.
Puede que ya haya ganado cinco medallas olímpicas y 25 mundiales, además de que no ha perdido un concurso general desde 2013, pero las exigencias propias y externas le han empezado a costar caro a una jovencita que transitó un largo y turbulento camino antes de convertirse en una referencia dentro del deporte olímpico.
Compite a un alto nivel desde que es muy pequeña y fue una de las víctimas de abuso del doctor Larry Nassar, el médico del equipo olímpico que fue denunciado por más de 150 atletas. Se dio a conocer al mundo con su talento y la expectativa por verla competir creció mucho más con la postergación de los Juegos Olímpicos por la pandemia de coronavirus, que ha cambiado por completo el escenario del deporte mundial.
Su agotamiento mental es evidente y la cabeza juega un papel fundamental en el deporte. “Estoy lidiando contra todos esos demonios”, dijo tras bajarse de la final de la competencia de gimnasia por equipos. Deberá dar vuelta la página, olvidarse de sus desaciertos y busca su mejor versión para afrontar las finales que le quedan pendientes.
Todavía Simone Biles puede encarrilar sus rendimientos, tiene varias competencias por delante. Se espera que este jueves esté en la final del concurso completo femenino a nivel individual. Además, el domingo debería competir en la final de salto y de barras asimétricas, mientras que el lunes tiene un lugar con su nombre en la definición de suelo y el martes en la de barras de equilibrio. Tal como con Bolt o Phelps, el mundo entero espera por ella.
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