El mundo de la gimnasia artística es uno de los más especiales en cuanto a la longevidad de un deportista se refiere. La edad promedio del equipo estadounidense que se presentó en estos Juegos Olímpicos de Tokio es de 20,8 años, la más alta desde 1952. La más mayor es MyKayla Skinner, quien a sus 24 años le saca apenas unos meses a Simone Biles.
Sin embargo, la belleza de este deporte no solo radica en los espectaculares saltos y las maravillosas coreografías sino también en las historias de vida de muchos de los competidores. En este caso, la de Oksana Chusovitina, que a sus 46 años se despidió del público bajo un emotivo reconocimiento por parte de todo el recinto.
Jueces, competidoras, entrenadores y el resto del personal presente en el gimnasio Ariake ovacionó a la uzbeka quien finalmente dijo adiós a la disciplina tras no poder clasificar a las finales de salto, especialidad en la que participó y con la que logró conseguir una medalla de plata en Pekín 2008, sus quintos JJOO.
Con 17 años, y bajo la bandera del Equipo Unificado, una joven uzbeka de de 1,53 metros debutaba en la cita olímpica de Barcelona 1992 con un oro olímpico en el evento por equipos . Aquel iba a ser el comienzo de una larguísima carrera deportiva, en la que comúnmente las competidoras suelen ponerle punto final a los 25 años.
Pero a esa edad Chusovitina iba a disputar su tercera cita internacional en Sydney 2000. Un año después de haber dado a luz a Alisher. Aquellos Juegos iban a tener un sabor a despedida, no solo porque ya pisaba los 25, sino también porque eran muy pocas las gimnastas que continuaban compitiendo tras un embarazo.
Pero su historia de vida la obligó a seguir disfrutando de lo que más le gustaba. Tres años después del nacimiento de Alisher, Chusovitina iba a recibir una dolorosa noticia: En 2002, su hijo fue diagnosticado con leucemia.
Con el fin de ofrecerle un mejor tratamiento, la oriunda de Boukhara se instaló en Alemania y, para poder llevar adelante económicamente los gastos médicos, volvió del retiro y compitió bajo esa bandera en los JJOO de Grecia (2004) y Pekin (2008).
Esa decisión fue la mejor que pudo tomar, no solo porque todavía le quedaba mucho por demostrar sino también porque los tratamientos que costeó con su carrera daban sus frutos unos meses antes de la gran cita. Alisher había superado la enfermedad y ella obtuvo una alegría doble tras alcanzar la medalla de plata en salto.
“Tener medallas o no realmente no importa cuando te dan una noticia así. No se puede comparar una medalla con esa llamada telefónica. Cuando tu hijo está sano, ningún éxito deportivo se puede comparar con eso”, reconocía en diálogo con ESPN.
Lejos de pensar en decir “adiós”, la uzbeka siguió compitiendo. Para Londres 2012, Río 2016 y Tokio 2020 volvió a enfundarse los colores de su país (Uzbekistan) para representarlos con gran entereza. Fue en Brasil, cuando recibió un reconocimiento multitudinario tras su participación. Muchos, incluso ella, pensaban que esos iban a ser sus últimos saltos, sobre todo al verse superada por una Simone Biles que estaba en plena forma y con 22 años menos.
Pero no fue así. Todavía quedaba un “último baile” para Chusovitina.
Con 46 años todo parece indicar que disputó sus últimos JJOO en Tokio, los octavos en su extensa carrera deportiva. La uzbeka se presentó en su especialidad con la que levantó aquella medalla de plata en 2008: Salto del potro. Con un puntaje de 14.166 no logró avanzar a las finales, pero nunca se olvidará de esta jornada.
Dibujando un corazón con sus manos, Chusovitina dijo adiós. El reconocimiento fue inmenso por parte de rivales, jueces y periodistas. El abrazo con su entrenador, interminable. Las lágrimas que ponían fin a una historia de superación, emocionantes.
De ahora en adelante, su objetivo continuará ligado al deporte que tanto ama. En declaraciones a la agencia AFP, la uzbeka prometió que tras el final de su octava cita olímpica dejará de competir para abrir una academia de gimnasia en Taskent. “Quiero que a la gente le guste la gimnasia, que vean lo bonita que es”, decía en 2020 y agregaba: “Cuando la gente vea lo bonito que es, correrán para meter a sus hijos en cursos de gimnasia”.
Oksana Chusovitina, nacida en Uzbekistán en 1975, puso fin a su carrera deportiva, en las que consiguió dos medallas olímpicas (oro en Barcelona 1992 y plata en salto en Pekin 2008), 11 medallas mundiales ( 3 oros, 4 platas y 4 bronces), un bronce y un oro en dos Copas del Mundo, 8 en los Juegos Asiáticos, 4 en los campeonatos Asiáticos y otras cuatro más en los Campeonatos de Europa.
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