Los 40 grandes momentos de la historia de los Juegos Olímpicos

Medallistas asombrosos, casos de dopaje, muerte en competencia y triunfos insólitos. Un recorrido que incluye las grandes figuras que se perpetuaron para siempre en la memoria deportiva

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Vista general de los Anillos Olímpicos fuera del Estadio Nacional, la sede principal de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020
(REUTERS/Kim Kyung-Hoon)
Vista general de los Anillos Olímpicos fuera del Estadio Nacional, la sede principal de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (REUTERS/Kim Kyung-Hoon)

La historia de los Juegos Olímpicos está repleta de grandes de grandes historias. Hay alegrías, hazañas, derrotas, personajes irrepetibles, padres e hijos, trampas, lágrimas, política, dolor, muerte, doping y hasta situaciones graciosas. Este es un ranking posible entre tantos, una especie de juego, que trata de pasear por una historia profusa en momentos conmocionantes, que volverán a surgir en las próximas horas

Shaunae Miller cruza la línea de forma poco ortodoxa en los 400m femeninos en Río de Janeiro 2016.
Shaunae Miller cruza la línea de forma poco ortodoxa en los 400m femeninos en Río de Janeiro 2016.

40) Shaunae Miller-Uibo gana de palomita. Rio 2016

Era la última competencia de la noche, los 400 metros mujeres. La favorita Allysson Félix, a la altura de los 200 metros, parecía retrasada. Pero acortó la distancia con la inesperada puntera, Shaunae Miller de Bahamas. A diez metros de la meta parece que Félix se quedará con la dorada en su arremetida. Miller presionada hace un último esfuerzo y trastabilla. Parece que va a caer, pero saca fuerzas e algún lado y vuela de palomita sobre la línea de llegada. Hay que recurrir al photo-finish. Por milésimas, por apenas unos centímetros, se queda con el primer puesto gracias a ese recurso novedoso, gracias a su deseo por ganar, a su zambullida hacia la gloria. Una palomita que se convertirá en leyenda.

39) La Reina y James Bond inauguran los Juegos. Londres 2012

Las ceremonias de apertura cada vez tienen más parafernalia. Los límites se corren. Todos quieren impresionar. Ya quedó muy lejos la demostración gimnástica de Moscú 80. Tal vez la combinación más insospechada, la más inesperada se dio en Londres 2012. Los líderes de las naciones y de las ciudades organizadoras suelen estar presentes. Pero la entrada de la Reina Isabel difícilmente será igualada. En la apertura dirigida por Danny Boyle, James Bond (Daniel Craig) pasa a buscar a la Reina por el Palacio de Buckingham. Ella lo saluda (única condición que puso para participar: decirle unas palabras al agente secreto) y parten junto al Príncipe Felipe en helicóptero. La Reina se termina lanzando en paracaídas sobre el estadio. A los pocos segundos, con el mismo vestido, ingresó al palco de honor.

38) Anthony Geesink derrota a Kaminaga en el debut del yudo. Tokio 64

El judo ingresó en Tokio 64. En la categoría libre, hoy desaparecida pero la más importante en la época, la final la disputaron el japonés Akio Kaminaga y un gigante holandés, Anton Geesink. Luego de casi diez minutos de lucha, el holandés (con ostensible superioridad en envergadura física por sobre su rival, más de 40 kilos y casi 30 centímetros) derrotó a Kaminaga. Más allá de los alaridos –mezcla de alegría y de sorpresa- de los pocos holandeses que había en el estadio, un silencio seco se abatió sobre el recinto. Un silencio oriental, pero éste no provenía de la natural introversión y la discreción. Su origen era el dolor y la decepción. El final de este combate es una imagen icónica de los Juegos Olímpicos modernos. El entrenador y un asistente ingresaron a los saltos al tatami después de la decisión del juez que le otorga la victoria a su pupilo. Geesink, con un gesto hosco y terminante, detuvo la carrera alocada de los holandeses. Todavía no era momento de festejar. Se acomodó su cinturón y saludó respetuosamente a su rival vencido.

La hinchada de Fiji, la sorpresa del rugby seven en Río de Janeiro. (Reuters)
La hinchada de Fiji, la sorpresa del rugby seven en Río de Janeiro. (Reuters)

37) El robo más escandaloso del boxeo olímpico. Seúl 88

El boxeo olímpico sufrió muchas transformaciones a lo largo de la historia. De pelear en días consecutivos batallas sangrientas, pasando por los cabezales y los guantes con mayor protección, hasta el sistema de jueces o el de marcar puntos por cada golpe. Uno de esos cambios se produjo tras un escándalo: el de Seúl 88. Un panorama boxístico que contó una final de pesos pesados entre Lennox Lewis y Riddick Bowe, a Ray Mercer y a Roy Jones. Pero Jones no ganó la medalla dorada. Le dieron perdida la final 3 a 2 contra el local Park Si-Hun. En el torneo había habido fallos localistas (uno a favor de Park contra el italiano Nardiello que tuvo que ser sacado por la seguridad cuando increpaba a los jueces) pero el gran escándalo se dio en la jornada final. Roy Jones fue muy superior al coreano, le dio una paliza. Lo tiró una vez y en otras dos le tuvieron que dar cuenta de protección a Park. Pero tres jueces fallaron en favor del local. El árbitro mientras le levantaba la mano al coreano le murmuró a Jones: “No puedo creer que te hayan hecho esto”. Fue tal la magnitud del robo que se decidió incorporar el sistema de puntos por golpe con la botonera (que también se mostró falible). Desde Rio se volvió al puntaje hasta que un nuevo escándalo provoque otro cambio.

36) Dorando Pietri y el drama de la maratón Londres 1908

La primera estrella global del deporte fue un perdedor. Uno que no ganó. Maratón de Londres 1908. Ninguno de los cincuenta y seis corredores gozaba de mayor fama. Había, para los entendidos, algunos favoritos. Entre ellos estaba un italiano retacón. Cuarenta y dos kilómetros y casi tres horas después, ese italiano que cruzó la meta en primer lugar se convertiría en una celebridad mundial. A los 39 km de la maratón olímpica pasó al primer lugar tras el colapso del hasta entonces puntero. El calor en Londres era insoportable. A escasos metros del estadio, Dorando comenzó a perder ritmo. No era para preocuparse demasiado. Su más inmediato perseguidor estaba a doce minutos de distancia. El ingresó fue apoteósico. Los espectadores saludaron de pie. Faltaban 400 metros. Pero algo no andaba bien. Tomó la pista en sentido inverso. Los jueces se interpusieron en su camino para que cambiara de dirección. Su paso era borracho, de piernas gelatinosas. Y cayó. Y se levantó ayudado por jueces y público. Así muchas veces más. Le masajeaban las piernas cada vez que estaba en el suelo, lo sostenían por sus brazos. Su tronco y sus piernas estaban disociados: si unas iban para la izquierda, el otro se volcaba a la derecha. Fueron los cuatrocientos metros más largos de la historia. Unos escasos pasos y caía. Contra todo pronóstico, siempre se levantaba. Tardó diez minutos en completar la vuelta. Hizo los últimos diez metros con el torso hacia atrás y las piernas descoordinadas. A su lado corrían varios hombres. Alguno hasta tuvo que detener su entusiasmo para no cortar antes que el italiano la cinta que la esperaba en la llegada. El norteamericano Hayes llegó en segundo lugar, treinta segundos después. Tras una protesta formal, se le otorgó la medalla de oro y se descalificó a Dorando Pietri por ser ayudado por terceros. Al mundo poco le importó el resultado oficial final.

35) Zola Budd y la caída de la Novia de América. Los Angeles 1984

Mary Decker era la Novia de América. Una novia desafortunada, la mujer sin timming. Se lesionó antes de Montreal 76 y el boicot la dejó fuera de Moscú cuando era la mejor en los 1.500 y 3.000 mts. Llegó a Los Angeles 84 como doble campeona del mundo. Se descontaba su triunfo en los 3.000 metros. Zola Budd era sudafricana pero competía bajo la bandera británica y corría descalza. La primera mitad de la carrera se desarrolló sin demasiadas emociones. Una rumana venía a buen ritmo seguida por Zola Budd y la norteamericana. En una curva Decker intentó pasar por dentro a Budd, ésta aceleró el paso. Se produjo un roce entre ambas. Nada infrecuente. Mary Decker calculó mal y su pie chocó con el empeine desnudo de Zola Budd. La norteamericana trastabilló, dio un largo paso desarticulado. Trató de mantener el equilibrio. Los brazos aletearon en busca de asirse de algo. Un manotazo desesperado sobre la espalda de Budd, que apuró el paso. La mano resbala. Los ojos abiertos apuntando a la meta que sabe que no alcanzará. Ruedan Mary Decker y su ilusión olímpica por la pista del estadio de Los Angeles. La norteamericana ahora está desparramada a un costado de la pista a metros de donde tropezó. Una de las jueces se acerca a ella. La atleta ni la mira. Llora con desesperación. Son lágrimas de frustración y rabia. Es el llanto de la ilusión perdida.

34) Fiji gana el Seven y se desata una fiesta en la isla. Rio 2016

Habían ganado la World Rugby Seven Series unos meses antes y eran favoritos al título en Río. En el retorno del rugby -en modalidad de seven- a los Juegos Olímpicos tras 92 años de ausencia, los oceánicos cumplieron con las expectativas. Se quedaron con su primera medalla de oro olímpica en toda la historia, tras vencer en la final a Gran Bretaña. En el entretiempo ya ganaban 29 a 0 y el resultado final fue 43 a 7. Una paliza. El juego atractivo, expansivo de los fijianos, cautivó al público. Pero mucho más a su país. Para celebrar el logro inédito para Fiji, apenas terminó la final, sus compatriotas salieron a las calles a festejar. A su regreso, los deportistas fueron recibidos como héroes nacionales.

33) Bruce Jenner se transforma en el atleta más completo del mundo. Montreal 1976

Su actuación en el decathlon fue inolvidable. Batió el récord del mundo de la especialidad. En Múnich había terminado décimo. En 4 años su progreso fue notable. El ganador del Decathlon es considerado el atleta más completo del mundo. Carreras de velocidad, de fondo, con obstáculos, saltos, lanzamientos. El ideal de más alto, más fuerte, más rápido corporizado en un hombre. Llegó a la última competencia, los 1500 metros, con el título casi asegurado. Pero no especuló. Se exigió en busca del récord. Mientras festejaba, un espectador, escapó de los controles, y le puso una bandera norteamericana en la mano. No supo qué hacer. No podía tirar la bandera al piso y tenía urgencia por celebrar su logro. Bruce saludó a la gente, en vuelta triunfal (olímpica), haciéndola flamear. Esa foto casual ayudó a forjar su leyenda. La Guerra Fría estaba en su apogeo. Y con Jenner, Estados Unidos recuperaba uno de los tres grandes títulos olímpicos que solía obtener pero que la Unión Soviética le había arrebato en Múnich 72. Los otros dos: los 100 metros y el básquet. Esa fotografía empapó su figura de un patriotismo de la que él carecía. Después se dedicó a ser una celebridad. Hasta que en 2015 llevó a cabo la transición de género más difundida de la historia. Su historia ayudó a miles que pasaban por esa situación. Hoy es Caitlyn Jenner.

Bruce Jenner alcanza en Canadá el título del atleta más completo.
Bruce Jenner alcanza en Canadá el título del atleta más completo.

32) Jim Thorpe, el primer multideportista y la rehabilitación tardía. Estocolmo 1912

Fue el héroe y el villano de los Juegos. Ganó las medallas de oro en pentatlón y decathlón, pero un año después, el COI se las arrebató tras demostrarse que había cobrado 25 dólares por semana en un equipo profesional de beisbol unos años antes, cosa que en plena época del amateurismo estaba prohibida. Se destacaba en básquet, beisbol y futbol americano -su deporte preferido- y tras los Juegos fue contratado por los Yankees para jugar las Ligas Mayores. Recién en 1983, en el 30° aniversario de su muerte, el COI se rectificó y le devolvió las medallas a los hijos del atleta. Además volvieron a concederle los récords que había conseguido. Tras Estocolmo 1912, el rey Gustavo V de Suecia le dijo: “Sos el mejor atleta del mundo”.

31) Karoly Takacs se sobrepone a todo. Londres 48

Era sargento del ejército e iba a participar en los Juegos de Berlín. Pero no pudo hacerlo porque el reglamento húngaro establecía que solo los oficiales podían competir en pistola de tiro rápido. Dos años después mientras realizaba un ejercicio militar una granada le explotó en su mano hábil, la derecha, y se la tuvieron que amputar. Al año del accidente se inscribió en el torneo nacional y sorprendió al quedarse con el título, compitiendo con la mano con la que nunca había disparado antes del accidente. En Londres 1948 el argentino Carlos Sáenz Valiente, vigente campeón mundial, le preguntó para qué iba a participar, a lo que el magyar le respondió: ’'Vine para aprender’'. Además de aprender, ganó la medalla de oro y estableció un nuevo récord mundial (una leyenda sostiene que Saénz Valiente iba primero y en el último tiro se equivocó de blanco y acertó en el centro del de Takacs). Cuatro años más tarde, en Helsinki y con 42 años, repitió el oro y se convirtió en el primer tirador en ganar la prueba de pistola en dos juegos consecutivos.

30) Sangre en la pileta. La batalla del waterpolo entre Hungría- URSS. Melbourne 1956

Una de las dimensiones del deporte moderno, y en especial de estos grandes eventos, es la política. Esas tensiones a veces se trasladan a las competencias. En Melbourne 56, un partido de waterpolo mostró las confrontaciones que existían detrás de la Cortina de Hierro. Unos meses antes un movimiento revolucionario se había puesto en movimiento en Hungría. Las tropas soviéticas lo sofocaron con una gran violencia. El equipo magyar de waterpolo, campeón del mundo, fue llevado a Checoslovaquia a continuar su preparación para los JJ.OO. Recién cuando arribaron a Australia supieron la gravedad de la situación. Cuando les tocó enfrentarse con la U.R.S.S, los húngaros sintieron que estaban representando a un país, a su gente que había sido brutalmente reprimida. El partido fue muy violento. Hubo piñas, patadas, tomas cercanas al ahogamiento. Hungría ganó 4 a 0. Ervin Zador, estrella magyar, debió salir de la pileta con un corte debajo del ojo y la cara cubierta de sangre. El público, con muchos emigrados húngaros, invadió las instalaciones y el partido tuvo que suspenderse. Hungría terminó obteniendo la medalla dorada. Varios de sus jugadores desertaron después de los Juegos.

29) Knud Jensen. Doping y muerte en la ruta. Roma 1960

El doping es una de las grandes sombras del deporte de elite contemporáneo. Las grandes hazañas en las pistas, las canchas y las piletas quedan sospechados por el fantasma de la trampa, del uso de drogas ilegales. Una realidad poco reconocida: el doping siempre va (bastante) por delante del antidoping. La primera vez que esto se planteó se debió a una tragedia. En Roma 60, Knud Jensen integraba el equipo danés de ciclismo en la carrera de los 100 Kms. El día de la competencia el calor era extremo, casi 40°. Uno de sus compañeros colapsó al principio. Para evitar la descalificación debían continuar los otros 3. Jensen comenzó a sentirse mal. Sus compañeros lo apuntalaron, pero en un momento cayó al pavimento inconsciente. En la caída se fracturó el cráneo. Horas después murió en el hospital. El técnico del equipo reconoció que había tomado estimulantes (algo muy frecuente en el ciclismo). En los análisis encontraron anfetaminas y otras sustancias. Fue la primera vez que el doping concitó atención. A partir de ese momento el COI estableció comisiones médicas. Recién pudo instrumentar los controles en México 68.

El ciclista Knud Enemark Jensen sufrió una caída en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960, el danés murió luego de la caída (Foto: Twitter/ @Urtekaria)
El ciclista Knud Enemark Jensen sufrió una caída en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960, el danés murió luego de la caída (Foto: Twitter/ @Urtekaria)

28) Eric Moussambani. El competidor más insólito de los Juegos. Sidney 2000

El guineano se hizo conocido en los cien metros libres de natación en Sidney 2000. Demostró que también se podía ser un héroe sin lograr una medalla, sin batir un récord y sin ser un súper atleta. Todo lo contrario. Finalizó su carrera en 1′52′'72, un tiempo superior al que hacen los que nadan los 200 libres. Compitió gracias a una plaza que destinaba el COI a deportistas de países en vías de desarrollo y ante la falta de infraestructura en su país se entrenó en un hotel en una pileta de 25 metros. La primera vez que vio una de 50 fue en los Juegos, pero pensó que era de 100 y que le alcanzaría con el trayecto de ida. Entrenó y se clasificó para Atenas 2004, pero no pudo acudir porque su país no le tramitó el visado a tiempo.

27) Boris Onischenko. Esgrima trampa. Montreal 1976

Onischenko era un mayor del ejército soviético. Competía en Pentatlón Moderno, una antigua disciplina que exigía destreza y fortaleza, casi un resabio marcial. Onischenko había sido campeón mundial en un par de oportunidades y había ganado una medalla plateada individual y una dorada en equipo en Múnich 72. Era uno de los favoritos de la prueba. En la extenuante competencia de esgrima (se enfrentaban todos contra todos en jornadas de 12 horas), un competidor inglés dijo no haber sido tocado por el soviético pese a que sonó la alarma. Los jueces controlaron el dispositivo, no encontraron fallas y le otorgaron el triunfo. Un rato después, ante otro británico se repitió la situación. Esta vez, la inspección fue más exhaustiva. Y lo que encontraron los sorprendió: una verdadero mecanismo de ingeniería dentro del arma, que tocando un dispositivo oculto en el mango hacía sonar la chicharra como si el toque se hubiera producido. El escándalo fue mayúsculo. Onischenko fue expulsado de los Juegos y de la Villa. Pero a sus compañeros lo dejaron seguir compitiendo, pese a que los rivales estaban convencidos de que todo el equipo conocía la trampa. Onischenko es recordado no por sus logros anteriores sino por ser uno de los grandes tramposos de la historia olímpica.

26) Greg Louganis. Se golpea la cabeza con el trampolín. Gana el oro. Seúl 88

Greg Louganis ya había sido campeón olímpico en Los Ángeles. Era la gran estrella de la disciplina. El nombre propio de los saltos ornamentales. En la serie preliminar, Louganis mantenía una cómoda delantera. En uno de los saltos sucedió lo inesperado. Su cabeza golpeó contra la plataforma. Cayó desarmado al agua. Hubo unos segundos de incertidumbre y silencio. La cabeza abierta, la sangre tiñendo la pileta. Louganis salió del agua. Fue atendido y al día siguiente volvió para ganar la medalla dorada. Años después se supo que el saltador era HIV positivo y que en ese momento conocía su condición.

25) Eric Liddell, la historia real detrás de Carrozas de Fuego. París 1924

Era especialista en los 100 metros, pero cuando se enteró de que la final se disputaría un domingo desistió de competir por motivos religiosos (el domingo es el Día del Señor). Decidió anotarse en otras dos distancias: los 200 y 400 metros. Increíblemente y a pesar de su poca preparación ganó la dorada en los 400, batiendo el récord mundial con un tiempo de 47,6 segundos. En la prueba de los 200 se quedó con el bronce. Llamó la atención por su forma de correr, con la cabeza hacia atrás y la boca muy abierta. Tras acabar los Juegos se convirtió en misionero y volvió a su Tiajnin natal. Su figura se hizo mundialmente famosa en 1981 con la película Carrozas de Fuego, que ganó cuatro Óscars, incluido el de mejor película (junto a Rocky y One Million Dollar Baby, los únicos films de temática deportiva en conseguirlo).

24) Fosbury revoluciona el salto en alto. México 68

Mexico 1968 fueron los Juegos de los Saltos. Tanto de longitud con Bob Beamon como de altura con Dick Fosbury. Hasta ese momento la técnica dominante era el straddle, es decir saltar de frente y girar el cuerpo en el aire para superar la barra, mientras se pega una patada en tijera. Pero Fosbury de 1,93 cm de altura no había tenido éxito con esa técnica. Pensó cómo podía optimizar su potencia y se animó a pensar fuera de lo dado, innovar. Hizo algo diferente que consistía en saltar de espaldas, arqueando el cuerpo. Así ganó la medalla de oro y batió el récord olímpico fijándolo en 2,24 metros. En Múnich 1972, 28 de los 40 competidores de salto de altura habían adoptado este estilo. La última vez que se vio la técnica straddle en los Juegos Olímpicos fue en Seúl 88. Este nuevo salto fue llamado, con justicia, Fosbury Flop. Cambió para siempre la historia de su disciplina.

23) Mark Spitz. Gana 7 medallas doradas. Munich 72

La foto es un ícono. El nadador con el torso desnudo, con su malla de competición, las bigotes alargados y las siete preseas colgando del cuello. Una imagen olímpica. Parecía (antes de Phelps) que su hazaña era imposible de igualar. Mark Spitz, el nadador norteamericano, llegó a Múnich con un proyecto desmesuradamente ambicioso: ganar cada una de las competencias en las que participaría. Hasta llegar a los 7 oros. Y lo consiguió. Cada vez que se tiraba a la pileta lograba atraer la atención. Un competidor feroz, técnicamente perfecto y ambicioso.

22) Paavo Nurmi, el finlandés volador. Amberes 1920- París 1924- Amsterdam 1928

Ganó nueve medallas de oro y tres de plata en nueve pruebas diferentes. Conocido como El Finlandés volador, es el atleta con más medallas y más oros (le siguen en el podio Carl Lewis y Usain Bolt). Batió récords mundiales en más de 25 distancias que van desde los 1500 metros hasta los 20 kilómetros. En 1924 disputó y ganó las carreras de 1500 y 5000 el mismo día con solo una hora de descanso entre ambas, en uno de los días más calurosos en la historia de París. No participó de los Juegos en Los Ángeles por estar acusado por la Federación de recibir dinero siendo amateur. En 1952, cuando los Juegos se celebraron en su país, el COI lo exoneró y entró en el Estadio Olímpico portando la antorcha. Está considerado como el mejor fondista y mediofondista de todos los tiempos.

21) Wilma Rudolph la heroína de Roma, la que venció a las probabilidades. Roma 60

Fue la hija número 20 de los 22 que tuvo su padre. A los cinco años le diagnosticaron neumonía, fiebre escarlata y polio, por lo que debió usar un inmovilizador en su pierna izquierda toda su infancia. Los médicos pronosticaron que no iba a caminar nunca más. Pero su madre le dijo que sí lo haría. Y ella le creyó. A los doce volvió a caminar. En los Juegos de 1956 con 16 años y siendo la atleta más joven de Estados Unidos, consiguió la medalla de bronce en el relevo de 4x100. Hizo historia en Roma 1960, donde corrió nueve carreras en ocho días y ganó tres medallas doradas en las tres pruebas en las que compitió (100, 200 y 4x100), y lo hizo batiendo los récords mundiales en cada una de ellas. Se convirtió en heroína tras ser la primera mujer norteamericana en ganar tres medallas doradas en un mismo Juego.

20) Cathy Freeman, el orgullo aborigen. Sidney 2000

Fue la segunda mujer en encender el pebetero olímpico, tras Enriqueta Basilio en 1968. La atleta aborigen dio un ejemplo de integración al mundo al visibilizar a una población marginada durante mucho tiempo en Australia y lo hizo en uno de los momentos más importantes de los Juegos. El gesto fue visto por muchos como una declaración de la voluntad de reconciliación de la mayoría blanca con las comunidades originarias. La madre de Freeman era una aborigen de la comunidad de Palm Island, una isla sobre la costa del noreste de Australia. Se quedó con la medalla dorada en Sidney y la plateada en Atlanta 1996, además de ser dos veces campeona mundial y de convertirse en la primera persona indígena australiana en ganar en los Juegos de la Commonwealth. Un ícono de la rica historia deportiva de Australia.

19) El Dream Team. Barcelona 92

El mejor equipo de todos los tiempos. Figuras míticas del deporte reunidas en un equipo fugaz pero invencible. Fue el verdadero equipo de los sueños. Nadie se confunde con la integración de este plantel. Mientras que en los siguientes, también con jugadores NBA, se nos mezclan en cuáles participaron otras megaestrellas como LeBron, Kobe o Tim Duncan. Estados Unidos se propuso no perder más y juntar a los mejores de la NBA, justo en el momento en que convivían varios de los mejores de la historia. Michael Jordan, Larry Bird, Magic Johnson, Robinson, Barkley, Stockton, Malone, Ewing, Pippen, Mullin, Drexler y el universitario Laettner. Ganó todos los partidos por amplio margen (el más parejo fue la final y la distancia fue de 32 puntos) brindando espectáculo.

18) Emil Zatopek, la Locomotora Humana. Helsisnki 52

Ganó las carreras de 10 mil, 5 mil y la maratón, sin haber corrido esa distancia nunca antes. Estudió química y desde que empezó a correr buscó diferentes maneras no probadas hasta el momento para mejorar su rendimiento, como contener la respiración hasta el desmayo. La Locomotora Humana dominó y cambió su deporte para siempre gracias a su sistema de entrenamiento, desarrollado por el mismo, que consistía en hacer distancias cortas y con sesiones de 100 series de 400 metros por día. Hacía 800 kilómetros por mes y mil horas al año. Se retiró con cuatro medallas de oro, una de plata y 18 récords mundiales en varias distancias. En 2013 la revista Runner’s World lo nombró como el mejor corredor de todos los tiempos, por su triple hazaña en Helsinski, algo que nunca nadie pudo repetir.

17) El día argentino: medallas doradas en básquet y fútbol. Atenas 2004

28 de agosto de 2004. Después de 52 años, después de los remeros Capozzo y Guerrero en Helsinski, Argentina conseguía otra vez una medalla dorada. Y lo hacía por partida doble. Por la mañana fue el fútbol. El equipo dirigido por Bielsa con Tévez, Mascherano, Ayala, Heinze, Kily y Lucho González, Saviola, el Chelito Delgado entre otros. Campeón invicto y sin goles en contra consiguió el título que le faltaba al fútbol argentino y se le había escapado en 1928 y 1996. A la noche, el gran equipo de básquet nacional que había quedado al borde del título del mundo dos años antes y se había dado el gusto de derrotar dos veces al Dream Team, le ganaba la final a Italia. Ginobili, Scola, Nocioni, Pepe Sánchez, Delfino, Montecchia. La Generación Dorada alcanzaba la gloria, merecida e inimaginable. Para poner en perspectiva la hazaña: Atenas fue el único JJ.OO. en el que USA no obtuvo la medalla dorada desde que los jugadores NBA son olímpicos.

Emanuel Ginobili festeja la medalla lograda en Atenas 2004. Ese año también el fútbol dirigido por Bielsa descolló en Grecia. REUTERS/Adrees Latif  SN/DL
Emanuel Ginobili festeja la medalla lograda en Atenas 2004. Ese año también el fútbol dirigido por Bielsa descolló en Grecia. REUTERS/Adrees Latif SN/DL

16) Muhammad Ali (Cassius Clay) y el mito alrededor de su medalla dorada. Roma 60

El deportista más importante del Siglo XX también tiene su historia olímpica. Todavía se llamaba Cassius Clay. Hubo que convencerlo de viajar a Roma. Le tenía miedo al avión y quería hacerlo en tren. Le explicaron que era imposible cruzar el Atlántico. Se compró un paracaídas y lo llevó puesto todo el viaje. En Roma paseó su exuberancia por la Villa Olímpica y por el ring. Ganó con comodidad sus combates. En la final derrotó ampliamente a un polaco que dejó ensangrentado. Los periodistas estaban sorprendidos por su juego de piernas, sus saltos y su velocidad. Algunos auguraron (erróneamente) que ese estilo festivo le impediría hacer carrera en el duro ambiente de los pesados profesionales. Ali contó que debido a la discriminación racial en su regreso a Louisville tiró indignado su medalla dorada a un río para perderla para siempre. Sin embargo, la verdad -según demostró David Remnick- es más prosaica. Se la olvidó en una cafetería y nunca la pudo recuperar.

15) USA- URSS, la final controvertida de básquet. Munich 72

El deporte muchas veces fue la Guerra Fría por otros medios. Bobby Fisher- Spassky, El Milagro sobre el Hielo en el 80 y, en especial, este partido. Cada potencia trataba de ganarle a la otra en su terreno. Los norteamericanos querían el ajedrez y el hockey sobre hielo, bastiones soviéticos. Sus rivales consiguieron en Múnich 72 el básquet, los 100 mts y el decathlon, medallas que Estados Unidos solía quedarse. Pero la final del torneo de básquet fue escandalosa. Un falso final, la vuelta a la cancha, la continuación del juego, otro fallo polémico, las quejas estériles de USA, la alegría soviética.

14) Mildred Babe Didrickson, la multideportista. Los Ángeles 32

Quiso inscribirse en cinco pruebas pero el reglamento solo le permitió hacerlo en tres. Compitió en lanzamiento de jabalina, salto en alto y 80 metros vallas. Ganó dos medallas doradas y la plateada en salto en alto, en una polémica final en la que alcanzó la misma marca que Jean Shiley, pero el jurado la relegó al segundo puesto considerando que Shiley tenía mejor técnica. En el colegio hizo básquet, atletismo, golf, beisbol, tenis, natación, buceo, boxeo, vóley, handball, patinaje y ciclismo. Aunque parezca mentira, todos los hacía bien. Una verdadera súper atleta que triunfó en cada deporte que practicó.

13) Abebe Bikila gana la maratón descalzo. Roma 60

Todavía no eran tiempos en los que se sabía de la destreza de los atletas africanos en las carreras de fondo. En la partida, algunos lo miraron con condescendencia. Extremadamente flaco y descalzo. Nadie lo conocía. El único dato que tenían a mano era que había entrado a los Juegos en reemplazo de alguien que se lesionó días antes. Abebe Bikila, el corredor etíope, parecía salido de otro tiempo. Pero en la noche romana con su paso vivaz dejó a todos sus contrincantes atrás. Como una vindicación para su gente pasó primero por el Arco de Constantino desde el que Mussolini había partido para conquistar Etiopía. Abebe Bikila, el corredor descalzo, ingresaba en la leyenda. En los Juegos siguientes repitió el triunfo para ya con zapatillas. En las dos carreras batió el récord del mundo.

Abebe Bikila gana descalzo la medalla para su país. (GrosbyGroup)
Abebe Bikila gana descalzo la medalla para su país. (GrosbyGroup)

12) John Carlos, Tommie Smith y el saludo del Black Power. México 68

Otro de los momentos increíbles del atletismo de México 68. La carrera fue electrizante. Por primera vez en la historia se rompió la barrera de los 20 segundos en los 200 metros masculinos. John Carlos salió con todo y tomó la delantera. Pero Tommie Smith, casi sin esfuerzo, lo sobrepasó y se despegó hacia la meta. “Quizá nunca se haya asistido a una demostración de tanta armonía, severidad y eficacia”, escribió Santiago Segurola. Llegó a la meta con los brazos extendidos, celebrando por anticipado su victoria. Pero lo más importante llegó después. En el podio. Mientras sonaba el himno norteamericano, los dos corredores bajaron sus cabezas y levantaron un puño enguantado. Sólo tenían un par y lo compartieron. Un guante cada uno. Ese puño negro era el símbolo del Black Power. El australiano Peter Norman, que se había colado segundo entre los dos, acompañó la protesta usando un distintivo de la Liga Pro Derechos Humanos. La foto es un ícono olímpico. Smith y Carlos fueron expulsados de los Juegos por infringir el código del COI. Los tres fueron perseguidos y allí se les terminó su vida deportiva. Pero ingresaron en la historia.

11) Fanny Blankers Cohen y sus 4 medallas doradas. Londres 48

En Berlín 1936 logró un sexto lugar en salto en alto y un quinto en la posta. Su mayor recuerdo de esos Juegos, como siempre reconoció, fue el autógrafo que consiguió de Jesse Owens, a quién igualó al ganar cuatro oros en una misma olimpiada 12 años después. Pese a la cancelación de los Juegos de 1940 y 1944 se mantuvo compitiendo y llegó a poseer seis récords mundiales. En Londres se convirtió en la primera mujer en ganar cuatro medallas doradas en unos Juegos. Lo hizo a los 30 años, siendo madre de dos hijos y embarazada de tres meses. En la final de 200 metros la victoria fue aplastante, le sacó 0,7 segundos a su escolta, en lo que es la mayor ventaja que se ha registrado en la distancia en la historia de las olimpiadas. Estos logros la convirtieron en heroína nacional en los Países Bajos y en la imagen de la lucha contra los prejuicios de género y edad en el deporte.

10) Simone Biles/Olga Korbut. Las revolucionarias de la gimnasia. Munich 72- Río 2016

Olga Korbut deslumbró en Múnich 72. Colapsó en el All Around pero maravilló al día siguiente. Se llevó 3 medallas de oro. Pero su aporte fue la innovación y el riesgo. Dos movimientos adoptaron su nombre (el de las barras asimétricas de tan peligroso se prohibió tiempo después). Simone Biles es la estrella actual. Maravilló en Río. Otra que corre los límites todo el tiempo. Tiene las piernas de una pesista, el torso de una atleta, sonrisa adolescente, la potencia de un rugbier y la gracia de una bailarina. Una aleación de elementos improbables y dispares: un Golem pero hermoso y perfecto. Sus performances tienen belleza, fuerza, riesgo y sorpresa.

Simone Biles en acción. La magia y la sorpresa en cada presentación. REUTERS/Lindsey Wasson
Simone Biles en acción. La magia y la sorpresa en cada presentación. REUTERS/Lindsey Wasson

9) Ben Johnson- Carl Lewis. La gran rivalidad (sucia) de los 100 mts. Seúl 88

Era el duelo más esperado de los Juegos. Los 10 segundos que todos querían ver. Dos egos enormes frente a frente. Dos personalidades complicadas. Los dos hombres más veloces de su tiempo. Ben Johnson arrasó. Se dio el lujo de sobrar el final. Brazo en alto, buscando con su mirada la humillación de Carl Lewis que en sus ojos sólo tenía sorpresa: lo habían derrotado. Johnson estableció un récord mundial. 9.79. Pareció que tras la victoria en el mundial de atletismo y esta medalla dorada, la discusión se había terminado. Pero un par de días después llegó la bomba: el canadiense había dado positivo en el control antidoping. Esteroides. Carl Lewis consiguió la medalla que engrosaría su colección. Con el correr de los años sobre el norteamericano también pesaron las sospechas. Alguna vez alguien la llamó La carrera más sucia de la historia porque todos los finalistas con los años fueron relacionados con el dóping.

8) Derek Redmon y su papá. Barcelona 92

En Barcelona 92, Dereck Redmond era uno de los candidatos a ganar los 400 mts. Las semifinales debían ser un trámite para él. Transcurrida poco menos de la mitad de la carrera, Redmond sufrió un desgarro. Lanzado a velocidad, se percibe el momento en que se toca el muslo, da dos o tres pasos vacilantes y queda hincado en la pista con la cabeza gacha. Mientras sus rivales cruzan la meta, dos médicos se acercan a asistirlo. De pronto, él levanta su cabeza, los saca con un gesto y retoma la carrera: en un solo pie se dirige hacia la llegada. Alguien de la organización trata de disuadirlo. Él sigue adelante. Luego de la última curva, al llegar a los 100 metros finales, un hombre invade la pista. Un gordo cincuentón en pantalones cortos deportivos, remera blanca y gorra. Alguien de seguridad se interpone. El hombre no se detiene, llega hasta el atleta y lo toma del hombro. Redmond se sobresalta al sentir la mano en el hombro y, en un acto reflejo, trata de apartarlo. No lo consigue, la determinación del otro lo impide. Al girar su cara, ve que ese hombre mayor es su padre. Se detiene un segundo y llora en su pecho. Luego los Redmond, abrazados, el atleta rengueando y el padre sirviéndole de apoyo, terminan juntos la carrera. A eso habían ido hasta Barcelona.

7) Un chico nacido en Hiroshima el día de la bomba atómica entra al estadio con la Antorcha olímpica. Tokio 64

El encargado de encender el pebetero se mantiene en secreto. Es la gran sorpresa de las ceremonias de apertura modernas. Hay que maravillar. Muhammad Alí, Vanderlei de Lima, el arquero en Barcelona. Cuando estas aperturas todavía no tenían la dimensión actual, Tokio 64 sorprendió al mundo. Los Juegos de Tokio 64 serían utilizados por los japoneses para demostrarle al mundo que estaban una vez más de pie, que una nueva nación surgía (posiblemente esos Juegos sean uno de los escasos ejemplos en los que un gran evento deportivo tiene una influencia beneficiosa en la sociedad y en la vida política interna). Cuando un joven ingresó en la pista de atletismo con la antorcha en alto para hacer el último tramo y prender el pebetero todos se preguntaban quién era. Se llamaba Yoshinori Sakai, un ignoto atleta de 19 años. Nació el 6 de agosto de 1945 en Hiroshima, el mismo día en que la bomba atómica había destruido toda la ciudad y cientos de miles de vidas.

6) Matanza de atletas israelíes. Munich 72

El lema oficial era Die Heiteren Spiele (Los Juegos de la Alegría) pero ocurrió el suceso más trágico en la historia de los Juegos Olímpicos. Durante la madrugada del 5 de septiembre ocho integrantes del grupo terrorista palestino Septiembre Negro, ingresaron a la Villa Olímpica vestidos como deportistas, fueron directamente a las habitaciones de los israelíes y secuestraron a once miembros de la delegación. Dos de ellos fueron asesinados ahí mismo y los otros nueve en el medio del tiroteo entre los terroristas y la policía alemana. Siete eran atletas y cuatro entrenadores. Increíblemente, luego del párate del 5 de septiembre, los Juegos continuaron. Como si nada hubiese pasado.

5) Bob Beamon hace el salto imposible. México 68

Santiago Segurola llamó a los días del atletismo en México 68 como La Semana del Milagro. Por primera vez en la historia se bajaron los 10 segundos en los 100 mts, los 20 en los 200 mts, y se hicieron los 400 debajo de 44 segundos, Fosbury revolucionó el salto en alto con su nueva técnica, el saludo del Black Power. Pero entre todos esos momentos icónicos hay uno que destella. Bob Beamon pulverizó el salto en largo. Sus posibilidades de medalla dorada se complicaban con su propensión a los nulos. Parecía que una tormenta iba a caer sobre el estadio y él apuró su intento. Gran velocidad, la coordinación exacta, una caída con los dos pies paralelos, sólo ellos tocando la arena y la salida hacia adelante. Por primera vez se utilizaba un elemento óptico para medir. Pero el instrumento fracasó. Solo llegaba a los 8.50 mts (pensaron que alcanzaría dado que el récord mundial era de 8.35). Fueron a buscar una cinta métrica. La operación demoró: los jueces no se convencían de lo que veían. Un milagro. 8.90 mts. Bob Beamon destrozó el récord mundial por 55 centímetros. Beamon se puso alas, fue llevado en el aire por los dioses del deporte para ponerlo, olímpico, del otro lado del arenero. El récord permaneció intacto por 23 años hasta otro milagro, el de Mike Powell. A partir de ese momento, cada vez que en una competencia atlética sucede un hecho sorprendente, una actuación descomunal, se la califica (en inglés) como Beamonesque.

4) Nadia Comaneci obtiene el primer 10 de la historia. Montreal 1976

Si todas las competencias, las alegrías, los disgustos, las polémicas, si esos dieciséis días de deportes debieran resumirse en un solo nombre, ese ejercicio sería más sencillo de resolver en Montreal 76 que en ningún otro Juego Olímpico. Nadia Comaneci, una chica de catorce años, rumana, de 45 kilos. La que obtuvo por primera vez en la historia un 10. Y lo repitió en varias ocasiones. Los tableros electrónicos, símbolos de la precisión y la perfección, no pudieron representar tamaña perfección; sólo estaban programados para performances de 9.99 para abajo; por eso la calificación que apareció fue 1.00. Nadia Comaneci cambió el deporte. Y no sólo su disciplina. Que se entienda bien: el Deporte. Ella, en medio de la Guerra Fría, en medio de boicots mezquinos, de sponsors millonarios que recién se asentaban en el negocio, corrió los límites, se lanzó hacia lo imposible, danzando en una viga angosta, volando entre las barras asimétricas. Demostró –nos recordó sin darnos la posibilidad a que lo olvidemos jamás- la posibilidad de la belleza, de la gracia, de la perfección.

3) Usain Bolt triple triple. Pekín 2008- Londres 2012- Río 2016

En Londres 2012, Bolt se convirtió en el primer atleta de pista en ganar tres medallas de oro olímpicas en dos Juegos consecutivos, quedándose al igual que en Beijing con los cien y doscientos metros y con la posta 4x100. En Río igualó a Paavo Nurmi y Carl Lewis como los únicos atletas en alcanzar el triple – triple, es decir, tres medallas de oro en tres Juegos Olímpicos diferentes. Pero en 2017 se conoció que Nesta Carter, compañero de Bolt en los 4x100 en los Juegos de 2008, dio positivo en una prueba de dopaje porque le encontraron restos de methylhexanamina, y le quitaron la medalla a Jamaica, reduciendo a ocho los oros de Bolt. Fue tan grande y tanto más veloz que los demás, que en una carrera del Mundial 2015 ganó a pesar de haberse tropezado. El atleta de todos los tiempos. Su presencia electrificaba el ambiente e invisibilizaba a los demás con su encantadora magia arrogante.

Usain Bolt.
Usain Bolt.

2) Michael Phelps gana 8 medallas doradas. Pekín 2008

Llegó a Beijing con seis medallas doradas y dos de bronce obtenidas en Atenas. El objetivo era superar el récord de Mark Spitz, los siete triunfos de Múnich 1972. Hasta ese momento nadie había ganado ocho medallas doradas en un mismo Juego Olímpico y, probablemente, nadie volverá a lograr semejante hazaña. La séptima carrera, con la que igualó a su compatriota, la ganó en los 100 metros mariposa por una centésima de segundo, un final épico, de photo-phinish. En total en Pekín fueron cinco oros individuales y tres en relevos, pero hay más: en siete de las ocho finales Phelps y sus compañeros establecieron récords mundiales. En la restante, el récord fue olímpico. La cosecha continuó en Londres. Se retiró en Río con 5 triunfos. En su trayectoria olímpica consiguió 23 medallas de oro, dos más que Argentina en toda su historia.

1) Jesse Owen gana 4 oros. Berlín 1936

En los cálculos previos de sus organizadores, los Juegos de Berlín 36 servirían para demostrar la superioridad de la raza aria y para que el mundo viera a la nueva Alemania con su líder a la cabeza (si después de las competencias quedaba algún incauto de eso se ocuparía el documental de Leni Riefenstahl que glorificó el nazismo e inventó la manera de filmar los deportes). Pero un sólo atleta se encargaría de desmontar esa maquinaria de odio, propaganda y segregación. Jesse Owens obtuvo cuatro oros olímpicos en la cara del Führer (que pese al mito, no le negó el saludo al atleta norteamericano cuando se encontraron). Las pruebas estrellas del atletismo de pista quedaron en su poder con actuaciones esplendorosas. Los 100 mts, los 200, la posta 4x100 y el salto en largo con dos récords mundiales (superó marcas propias). Pero la gloria de Jesse Owens no sólo mostró una de las caras horribles del nazismo y dejó al Führer con ganas de festejar. Tras su regreso a Estados Unidos siguió padeciendo la discriminación por cuestiones raciales.

Como alguna vez escribió un periodista norteamericano sobre Joe Louis: Jesse Owens se convirtió en un gran exponente de los de su raza: la raza humana.

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