Fue un flechazo, amor a primera vista. Emiliano Martínez, un joven arquero argentino que había sido seguido más de un año por un scout del Arsenal, era sometido a distintas pruebas técnicas y físicas antes de ser fichado por el club inglés. Con apenas 17 años, abandonó la pensión de Independiente y viajó junto al emblemático ex arquero del Rojo Pepé Santoro a Londres. En el último almuerzo previo al retorno a Buenos Aires, Arsène Wenger se presentó en la mesa, estrechó las manos del dúo argentino y le dio oficialmente la bienvenida. “Ahí el sueño se empezó a hacer realidad”, le dijo Santoro a Infobae.
El Dibu tendría mucho camino por recorrer y aptitudes para desarrollar. La dura competencia la encarnarían el español Manuel Almunia, los polacos Lukasz Fabianski y Wojciech Szczesny, y el italiano Vito Mannone. Más tarde llegarían otros arqueros de renombre como el colombiano David Ospina, el checo Petr Cech y el alemán Bernd Leno, quienes lo invitaron a buscar rodaje y continuidad en otros equipos. Fue cedido a varios del ascenso británico (Oxford United, Sheffield Wednesday, Rotherham United, Wolverhampton y Reading) y experimentó en Getafe de España en Primera División.
Pese a las idas y venidas, Wenger jamás quiso desprenderse de él ya que entendía que, tarde o temprano, le iba a dar frutos al club. El entrenador francés disponía de las llaves de la institución y era quien digitaba cada incorporación o salida. Ante cada intento de despedida del guardameta marplatense, se las ingenió para disuadirlo. Desde lo económico, convirtiéndolo en el tercer arquero mejor pago de toda Europa, hasta lo mental, convenciéndolo en reiteradas charlas de que pronto iba a tener su oportunidad y explotaría.
Hasta hace un tiempo se desconocía una frase grandilocuente con la que Wenger mantuvo centrado a Martínez en 2017, temporada en la que sumó cinco partidos oficiales para el Arsenal (dos en Premier League y tres en copas nacionales) antes del préstamo al Getafe. Un íntimo amigo de Dibu, quien había sido compañero suyo en la pensión de Independiente, viajó a visitarlo a Inglaterra y fue testigo del comentario de su entrenador con él presente. Todo sucedió en el centro de entrenamiento del Arsenal.
Alejandro Muñoz, ex promesa del Rojo y de paso por las juveniles argentinas, revela: “Fui a la práctica y justo estaba el Viejo ahí. A Wenger todos lo conocen como el Viejo, así le dice siempre Emi, no lo llama por su nombre. Le preguntó si yo era su amigo, se acercó y le pidió que le tradujera algo. ‘Él va a ser uno de los mejores arqueros de la historia’. Yo, con la piel de gallina, primero porque me hablaba el Viejo y segundo porque dijo eso de Emi. Emi se quedó, me miró y me tradujo. ‘¡Dale!, ¿en serio?’, le digo. Y ahí el Viejo asintió con la cabeza. Yo no lo podía creer”.
El Mostri Muñoz, como lo llama el Dibu, se percató en ese instante de que su amigo estaba lanzado a conseguir grandes cosas. “Wenger lo tenía ahí arriba. No lo pudo hacer jugar porque tenía figuras como Cech y Leno, pero lo tenía como un hijito en el club”, es la sentencia final.
Pues bien, Dibu no sólo se consagró campeón de América y de la Copa del Mundo en Qatar siendo figura, sino que este lunes fue reconocido como el arquero top de 2022 en la gala de los premios The Best. Arsène Wenger estuvo presente en la gala como director de desarrollo de la FIFA. Y desde ese rol observó, orgulloso, la culminación de un vaticinio que se convirtió en realidad.
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