El 12 de marzo la Premier League anunció la destitución oficial del magnate Roman Abramovich como cara principal del Chelsea en el marco del paquete de sanciones que Europa le ha impuesto a empresarios vinculados a gobierno de Vladimir Putin por los ataques de Rusia a Ucrania. En ese contexto, el club inglés, que aún tiene permiso para seguir compitiendo, se ha visto impedido de vender tickets, fichar nuevos futbolistas, renovar contratos, vender merchandising, entre otras medidas. Por eso, se han iniciado las gestiones para que el equipo londinense sea adquirido por un nuevo propietario.
Sin embargo, todavía la entidad británica está acéfala y en las últimas horas los jugadores del plantel debieron pagar el combustible para los traslados del equipo debido a la crisis económica que se instaló en el club. La guerra entre Ucrania y Rusia, derivada de la invasión del ejército ruso, provocó sanciones económicas a los capitales de ese origen y el Chelsea de Inglaterra no quedó al margen. Según el diario español Mundo Deportivo, la institución se encuentra actualmente “a la deriva”.
El último campeón de la Champions League, “vive momentos impensados” y los futbolistas “se hicieron cargo de pagar el combustible para los traslados del equipo”. Cesar Azpilicueta, el capitán español del conjunto inglés, abonó de su bolsillo gran parte de los gastos para el desplazamiento de la delegación en sus últimos compromisos por la Premier League.
En tono irónico, el entrenador Tomas Tuchel había confesado que no tendría problemas para conducir el ómnibus del plantel “si fuera necesario”, situación que hoy “ya no parece una broma”, destaca el diario mencionado.
El Chelsea, que jugará este miércoles ante el Real Madrid en la ida de cuartos de final de la Liga de Campeones, tiene congelados sus activos. Solo ingresa dinero por derechos televisivos y este va a un fondo destinado a pagar los sueldos. Una nómina que, entre jugadores y empleados, supera los 30 millones de euros mensuales. Por eso, cada día que pasa con el club sin venderse, aumentan las preocupaciones.
Mientras tanto, todavía no hay fecha definitiva para la venta, aunque se estima que entre el 11 de abril y el 18 quede un candidato “definido y favorito” para conocer quién sucederá a Abramovich y la operación se cierre para finales de mes.
La compra deberá ser aprobada por el gobierno británico por lo que fondos vinculados a estados podrían tener complicaciones. Por ejemplo, la adquisición del Newcastle por parte de un grupo saudí aún se sigue debatiendo en la Premier League, por lo que de tratarse de un inversor similar, esa oferta podría descartarse.
El dueño de los Boston Celtics, Stephen Pagliuca, el consorcio liderado por Todd Boehly, codueño de Los Ángeles Dodgers, Martin Broughton, ex presidente de British Airways y del Liverpool, y la familia Ricketts, dueños de los Chicago Cubs, están en la “lista de cuatro” que aspiran a comprar al Chelsea, hoy casi en la bancarrota.
Por el momento, el gobierno colocó al club con una licencia especial tras la batería de sanciones tomadas contra el oligarca ruso que impide al Chelsea, y por extensión a Abramovich, generar nuevos ingresos. La licencia ya ha sido modificada a la inicialmente implantada, con un aumento del límite de gastos para los días de partido que ha pasado de las 500.000 libras (655.000 dólares) a 900.000 libras (1,178 millones de dólares). Además, la venta se concretará siempre y cuando el oligarca ruso no se vea beneficiado con la misma.
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