Los números dirán que Marcelo Bielsa condujo al Leeds United a lo largo de tres torneos y medio, que lo dirigió en 170 partidos oficiales, con 80 victorias, 33 empates y 57 derrotas. En 152 encuentros tuvo más la pelota que el rival. Y lo ascendió a la Premier League después de 16 años de oprobio. Pero detrás del telón de estadísticas, del argumento ingrato de las urgencias que lo eyectó del banco de suplentes del club al que ayudó a resurgir, hay actitudes, gestos que confirman que, a los 66 años, el Loco sigue siendo el mismo Loco de Newell’s. Y que no permitirán que en el corazón de los habitantes de Elland Road pase a ser un ídolo descartable tras su despedida.
Puede dar fe de ello Matt Adams, un fanático como tantos del Leeds, que expresó su amargura en su cuenta de Twitter. No por la seguidilla de malos resultados, el 0-6 frente al Liverpool o el 0-4 contra el Tottenham, sino porque ya no estará Bielsa al comando del plantel. “Chau chau, Marcelo, gracias por todo”, escribió en uno de sus posteos. “Es un hombre muy especial como ningún otro que haya visto en el deporte. Resucitó mi club de fútbol y unió a la afición con la ciudad. Sus valores me impresionan”, le contó a Infobae este seguidor de 45 años.
Fue un eslabón de su seguidilla de tuits el que lo destacó por encima de las expresiones de los fanáticos apesadumbrados por la noticia. “Marcelo Bielsa llamó personalmente a mi madre cuando estaba muriendo para conversar con ella y siempre lo amaré por eso por encima de todo”, escribió, en una publicación que recibió más de 800 RT y 14.000 “Me gusta”. Este medio lo contactó para conocer el detrás de escena de tamaño gesto silencioso; su impacto. Apenas un grano de arena en el enorme médano que construyó como legado.
La madre de Matt se llamaba Shirley. “Ella era una gran fanática y la razón por la que yo me haya convertido en aficionado del Leeds”, prologó el narrador de esta historia. “Mi cuñado se puso en contacto con el club para contarle que mi madre se estaba muriendo y era una fanática del Leeds de toda la vida. Stix Lockwood (leyenda de la institución) ayudó a informarle a Marcelo y él le escribió una carta”, describió el germen del contacto. Hasta ahí, la mano tendida ya era loable. Pero había más en el menú del Loco: “Luego insistió en llamarla”.
Así, Shirley se encontró del otro lado del teléfono con una voz que la reconfortó y emocionó. La del mismo hombre que había devuelto a su Leeds a los primeros planos. El de la caminata tensa, el analista en cuclillas. “La forma en que le habló a mi madre fue hermosa. Dijo que si él hubiese estado allí, le hubiese gustado darle un gran abrazo. Nunca olvidaré esa llamada telefónica, lo que hizo por ella”, relató Matt, emocionado.
Tiempo después, la admiradora falleció, pero con el sueño cumplido de haber dialogado con Bielsa. Un bálsamo en medio del dolor para su familia. “Le escribí una carta para agradecerle personalmente tras el fallecimiento de mi madre y me respondió con el pésame”, detalló el fin del cuento. O el principio. Porque aquella actitud terminó de anudar un lazo eterno con este fan que además destacó la reserva con la que el entrenador argentino dejó su marca: “Es humilde y actúa por preocupación y amor por los demás, en lugar de hacerlo por publicidad”.
En efecto, si Adams no hubiera dado a conocer aquella caricia del Loco a su mamá, hubiera quedado en la intimidad de aquella familia con la que Bielsa tejió una conexión invisible, pero a la vez irrompible. Por eso, entre otras cosas, su indignación por las formas alrededor de su despedida: “Quería que se quedara por lo menos el resto de la temporada, y creo que la mayoría de los fanáticos sienten lo mismo, ahora estamos preocupados por el futuro”.
“Su huella es indeleble, ahora se lo considera de manera similar a Don Revie y Howard Wilkinson, dos entrenadores que ganaron títulos con Leeds. Nos ha dado una perspectiva diferente del fútbol y de la vida, al menos esa es mi opinión”, puso en contexto su herencia, además de confirmar que, de ahora en más, será fanático del club en el que Bielsa decida sentarse en el banquillo. Para continuar dejando mendrugos de su humanidad; locuras en un mundo regido por los números en el que, aún habiendo hecho historia, vio cómo le abrían la puerta de atrás.
SEGUIR LEYENDO: