La niña que se sentaba al lado del banco de suplentes y armaba castillos de arena cuando no la ponían de titular, la joven que tomaba la voz de mando y armaba los equipos de fútbol en los recreos en su escuela, la mujer que con lágrimas en sus mejillas agradeció el premio que la consagró como la mejor futbolista del mundo. Es un largo camino el que Alexia Putellas tuvo que recorrer para ser reconocida y para que su nombre resuene entre los fanáticos del deporte más popular del mundo.
El pasado 29 de noviembre, en una fastuosa ceremonia en París, la jugadora del Barcelona recibió el Balón de Oro. Sus fotos al lado de Lionel Messi, el ganador en la rama masculina, recorrieron el mundo y le dieron una notoriedad inusitada. De hecho, hay un dato que puede parecer trivial, pero que en esta época marca el crecimiento exponencial de su figura: luego de alzarse con el premio, pasó de 400 mil a más de un millón de seguidores en Instagram.
Pero, ¿quién es esta joven que acaparó las portadas de los diarios en su país y también los de otras partes del mundo? Esta es -tal vez- la misma pregunta que se hizo hace algunos meses Pascal Ferré, director de la revista France Football, quien en un programa radial admitió sin ningún tipo de pudor: “Alexia Putellas ha sido un auténtico descubrimiento. No la conocíamos demasiado antes del Balón de Oro. Cuando supimos que ganaba, nos pusimos a ver partidos”.
Nacida el 4 de febrero de 1994 en Mollet del Vallés, Barcelona, Putellas descubrió de muy pequeña su pasión por el fútbol. En un mundo en el que muchos creen que este no es un deporte para las mujeres, la española tuvo la fortuna de contar con una familia que siempre la acompañó a la hora de ir en busca de sus sueños. Tampoco fue discriminada por sus compañeros de colegio, incluso ella era quien lideraba al grupo cuando se armaban los partidos en los recreos.
“Yo tuve suerte. En el colegio nunca me sentí desplazada. Eran los amigos del pueblo de toda la vida y contaban conmigo para todo. Siempre jugaba. Era la mujer mandona. En el patio del colegio hacía yo los equipos. O me tocaba elegir o me elegían la primera”, contó tiempo atrás en una entrevista concedida al diario español El País.
Su primer club, cuando tenía siete años, fue el Sabadell. De allí la anécdota de los castillos de arena: como sus compañeras de equipo tenían 13 años, a la pequeña Alexia le tocaba ser suplente en la mayoría de los partidos. Entonces, se sentaba con una botella de agua en el suelo y jugaba a hacer construcciones. Si no podía dar rienda suelta a su creatividad dentro del campo de juego, optaba por hacerlo fuera de él.
En 2005 dio el salto a las categorías inferiores del Barcelona, el club de sus amores. Pero, en ese momento, sus caminos no estaban destinados a unirse. Una cuestión administrativa ligada a un cambio en las edades en las categorías formativas hizo que no pudieran ficharla y así fue como recaló en el Espanyol, donde hizo su debut en primera división con 16 años en el 2010. Una temporada después, pasaría al Levante.
En esos años, la vida de Putellas tendría una serie de hechos que la marcarían en lo deportivo y en lo personal. Ya desde 2009 su nombre aparecía de manera regular en las convocatorias de la selección española juvenil. De hecho, ya había ganado dos Eurocopas Sub-17 con el equipo nacional (2010 y 2011). En 2012, tras una buena temporada con el Levante, se preparaba para afrontar la fase final de la Eurocopa Sub-19 en Turquía. En ese momento sufrió la peor pérdida de su vida: la muerte de su padre, Jaume Putellas. Él había sido el hombre que la había apoyado desde el principio y quien había hecho malabares con su vida para poder llevar a su hija a todos sus entrenamientos y partidos. También fue la persona que le heredó el amor por el Barça. Con tan solo 18 años, de repente Alexia se veía obligada a atravesar el dolor y, al mismo tiempo, a seguir adelante con una carrera deportiva en ascenso sin su mayor respaldo. Fue allí cuando su madre Elisabet y su hermana Alba se convirtieron en sus grandes aliadas.
“Si alguna vez me da un bajón pienso en lo que haría él en mi situación y sigo adelante. Me llevaba al fútbol de pequeña. Me lo dio todo. No hay hora en la que no me acuerde de él. Incluso en los partidos en los que me fallan las piernas”, contó la futbolista en la mencionada entrevista con El País. Y agregó: “(Mi padre) Me metía mucha caña. Nunca me decía lo que hacía bien y yo me enojaba y le decía: ¡Papá, que yo también hago cosas bien! De pequeña era vaga y me decía que tenía que correr más. Se lo agradezco porque gracias a él me exijo siempre el máximo”.
En aquella mencionada Eurocopa Sub-19 también sufriría uno de los golpes deportivos más duros de su carrera: la selección española hizo un estupendo torneo y no recibió goles en contra en el camino. Todo estaba dado para alzarse con el título. Sin embargo, perdieron la final ante Suecia con un tanto en la prórroga, en el minuto 116. Alexia era la capitana de aquel equipo, y esa derrota la marcó.
Como un regalo del cielo, en 2012 volvería a recibir un llamado del Barcelona. Alexia no lo dudó y aceptó sumarse a las filas del elenco Blaugrana sin saber el enorme crecimiento que implicaría esa decisión. Por ese entonces, el cambio de equipo se presentaba como una oportunidad para dar vuelta la página y comenzar una nueva etapa en su carrera.
A partir de ese momento, todo fue en ascenso: cinco Ligas españolas (2013, 2014, 2015, 2020 y 2021), cinco Copas de las Reina (2013, 2014, 2017, 2020 y 2021) y una Supercopa de España (2020). El broche de oro llegaría el 16 de mayo de 2021 cuando el Barcelona se coronó campeón de la Champions League femenina por primera vez en su historia tras golear por 4-0 al Chelsea de Inglaterra en la final disputada en Gottemburgo, Suecia. Uno de esos tantos fue de Alexia, quien llevó la cinta de capitana hasta que le tocó salir en el segundo tiempo.
El conjunto Blaugrana cerró el 2021 con el ansiado Triplete y así se desvaneció por fin el fantasma que había llevado a la mediocampista a poner su salida a disposición de la dirigencia. “Hubo un momento en el pasado en el que hice un ‘click’ en el Barça, después de tres o cuatro años sin ganar la Liga. Pensaba que era momento de dar un paso adelante o de salir del club al que quiero para no perjudicarlo. Me presté a salir y me dijeron que no, que confiaban en mí para ser una jugadora muy importante. A partir de esa reunión empezó todo esto”, contó recientemente en diálogo con Europa Press. Y vaya si aquel pedido para que se quedara dio sus frutos.
Con dos Mundiales con la selección mayor sobre sus espaldas (Canadá 2015 y Francia 2019), Putellas es el cerebro del mediocampo del Barcelona. Es la que recibe el balón y lo distribuye con criterio. Ella sabe antes que sus rivales dónde están ubicadas sus compañeras. Al talento que tiene para llevar la pelota en los pies y su buena pegada de media distancia le suma una aceleración en los últimos metros que le permite llegar al área y convertir. Es inteligente, pero también es letal. Por eso sumó 26 goles y 23 asistencias en la temporada mágica de las catalanas.
Alexia, que ya había sido galardonada como la mejor jugadora de Europa por la UEFA, llegó al teatro del Châtelet de París acompañada por su madre y su hermana, sus laderas inseparables. Cuando Kylian Mabppé pronunció su nombre como ganadora del Balón de Oro, nadie se sorprendió. Por el contrario, todos los pronósticos que la colocaban como la gran candidata -por encima de sus compañeras Jenni Hermoso, Irene Paredes, Sandra Paños y Lieke Martens, entre otras- se confirmaron.
Entre lágrimas y con la voz quebrada, la mediocampista del Barça agradeció a sus compañeras, antiguos entrenadores y fanáticos, y no podía faltar la mención a su padre. Luego, llegó la tradicional sesión de fotos junto al ganador del premio masculino: en esta ocasión y por séptima vez en la historia, Lionel Messi. Aún a pesar de las diferencias que hay entre las carreras de ambos -Leo cobra alrededor de 30 millones de euros por año en el PSG, mientras que Alexia embolsa “apenas” unos 150 mil-, hay muchas cuestiones que los unen. En primer lugar, su identificación con los colores del Blaugrana y, en segundo, el hecho de haber compartido formador. Xavi Llorens es el hombre que condujo al argentino en sus primeros tiempos en La Masía y que, años después, dirigió a la nacida en Mollet del Vallés en la primera del conjunto femenino. Fue él quien la llamó para unirse al equipo luego de la muerte de su padre. “Alexia es una persona tan profesional y tan competitiva que nunca está contenta con lo que hace y siempre quiere más y más, y eso es lo que le ha hecho crecer de esta forma”, destacó el actual DT de la selección catalana femenina en una nota reciente con Mundo Deportivo.
Con el dorsal número 11 en la espalda, Putellas repite el ritual cada vez que sale al campo de juego: ensaya dos saltos con la pierna derecha, entra a la cancha, se hace la señal de la cruz y mira al cielo. El fútbol es su presente, su gran apuesta y la de su familia. Para más adelante quedará la posibilidad de terminar sus estudios en Administración de Empresas.
Sus 27 años le auguran un futuro lleno de logros. Alexia puede dar mucho dentro de la cancha, pero también carga con la responsabilidad de marcar un camino para las niñas que vienen por detrás y que sueñan con jugar a la pelota. De la misma manera que ella tuvo ídolas como Louisa Nécib o Camille Abily, hoy ella se ha convertido en una referente para las más pequeñas. “Creo que cuando nos retiremos miraremos atrás y nos daremos cuenta de que formamos parte de la historia del fútbol femenino”, sostiene la mujer que antes les pedía autógrafos a Xavi Hernández y a Andrés Iniesta, pero que ahora es la más requerida por las fanáticas a la hora de las selfies a la salida de los entrenamientos. Algo está cambiando y la mejor futbolista del mundo lo sabe.
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