Michael Owen fue una de las grandes apariciones en el mundo del fútbol a finales de la década del 90. Tras su estreno en el Liverpool, fue convocado para disputar el Mundial de Francia 1998 con la selección de Inglaterra, donde brilló con tantos como el que le anotó a Argentina en los octavos de final. Y en la temporada siguiente, marcó 23 goles en los 40 partidos que vio acción en el equipo de Anfield. Pero su carrera, y su vida, cambiaron para siempre cuando sufrió su primera lesión.
Fue el 12 de abril del 99 cuando, en un duelo ante el Leeds United en Ellan Road, cuando sufrió la rotura del tendón de la corva, problema físico que complicó el resto de su trayectoria. “De los 10 a los 17, creo que no había nadie en el mundo tan bueno. A los 18, estaba marcando goles en un Mundial. A los 21, el Balón de Oro. Pero honestamente, estaba mejor a los 19. Fue entonces cuando sufrí una lesión paralizante. Todo vuelve a eso”, dijo Owen en diálogo con el diario británico Daily Mail.
El ex futbolista, que hoy tiene 42 años, concedió una entrevista especial al cumplirse dos décadas de la obtención del único Balón de Oro que ganó en su carrera en la que trató diferentes temas sobre su carrera, en los que sobresalieron las lesiones.
“Ojalá hubiera sido una pierna rota. La peor lesión para mí fue un tendón de la corva roto, porque en ese entonces no se operaba, sólo permitían que se volvieran a unir. Corrí con dos músculos isquiotibiales en la pierna derecha y tres en la izquierda durante el resto de mi carrera. Fue un punto de debilidad”, confesó Owen.
“A menudo me pregunto si fue solo una extraña lesión. Hasta entonces era sólido como una roca, nunca me perdí un juego. Sir Alex Ferguson siempre dice que si hubiera firmado por el Manchester United cuando era niño, no habría sucedido, él me habría protegido. Pero nadie se lesiona al caminar. Iba tan rápido que supongo que siempre es probable que suceda”, agregó el ex atacante inglés sobre un hecho que marcó su vida futbolística.
Fue en la edición 2001 del premio que entrega la revista France Football cuando Owen recibió el Balón de Oro. Hasta ese momento era el segundo jugador más joven en ganarlo, sólo por detrás del brasileño Ronaldo, que en 1997 lo obtuvo con 21 años, pero ocho meses más jóven que Michael.
“Me duele el orgullo cuando creo que la gente me recuerda desde mediados de los 20 en adelante. Tenía ‘Owen’ en mi espalda, pero no era ‘Michael Owen’. Estaba aguantando por mi vida. Tenía la mentalidad de uno de los mejores jugadores del mundo, pero mi cuerpo me falló. Fue una tortura”, analizó el delantero que anotó 158 goles en casi 300 apariciones con el Liverpool inglés.
En 2004, Owen fue adquirido por uno de los clubes más poderosos del mundo en unos 12 millones de euros. Y fue recién ahí donde se dio cuenta que era una figura mundial. “Fue solo cuando me incorporé al Real Madrid. ‘¡Hemos fichado a un Balón de Oro!’. Yo estaba como: ‘Jesús, nadie me da ningún crédito en casa’. Ahora, lo miro con mucho orgullo”, dijo el delantero que fue parte del famoso plantel de los Galácticos en la Casa Blanca y que compartió vestuario con figuras de la talla de Zinedine Zidane, Luis Figo y el propio Ronaldo.
“Nunca me sentí intimidado por jugar con jugadores como Zidane. Pero esta vez, me di cuenta. Estaba con mi familia y en la gran pantalla aparecían los nombres de los goleadores: Eto’o. Ronaldinho. Zidane. Ronaldo. Raul. Owen. Mi papá y yo lo miramos ... En ese momento, todo se sintió tan bien”, recordó cuando vio el resumen de un triunfo de los Merengues en el clásico contra el Barcelona por 4-2 y él fue uno de los que anotó para los ganadores.
Tras jugar una sola temporada en el Real Madrid, Owen volvió a la Premier League para jugar en el Newcastle United durante cuatro años. Luego vistió la camiseta del Manchester United y se retiró en el Stoke City en 2013.
“Soy respetado en Manchester; gané el clásico, hat-trick en la Champions League, gol en una final de copa. No es que yo sea uno de los suyos, lo sabemos, pero hay respeto mutuo y buenos recuerdos”, dijo sobre su paso por Old Trafford.
“Pero cuando atravieso las puertas del Liverpool, está en mi corazón. Odiaba volver como jugador. Sentí como si estuviera golpeando a mi hermano. Siendo abucheado, me sentí mal. Mis padres fueron hechos pedazos”, agregó sobre las veces que pisó Anfield con otra casaca.
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