Amado por muchos y odiado por otros, Zlatan Ibrahimovic despierta pasiones divididas en el mundo del fútbol. Además de ser una de las estrellas de este deporte, en el que pasó por la mayoría de los equipos top de Europa, el delantero sueco se caracteriza por tener una personalidad bastante particular.
Sin embargo, detrás de este futbolista que se muestra egocéntrico y altanero delante de las cámaras se esconde una persona humilde que sufrió en silencio durante gran parte de su infancia, como él mismo lo reconoció recientemente en una entrevista con el periódico italiano Corriere della Sera
Con motivo del estreno de su nuevo libro Adrenalina, el jugador dialogó por más de una hora y reveló algunas historias que lo marcaron durante su infancia: “Tengo 40 años y dos hijos. A esta edad se suele trazar una línea y se hacen las primeras sumas, los primeros resultados. Todo el mundo conoce al Ibra jugador, al hombre no”, aseguró también en su cuenta de Instagram.
“Fui un niño que siempre ha sufrido”, reveló Zlatan Ibrahimovic sobre sus inicios en Malmo (Suecia). “Nada más nacer, la enfermera me dejó caer desde un metro de altura. Sufrí toda mi vida”, continuó el atacante antes de contar que fue víctima de bullyng durante su etapa escolar.
“En la escuela yo era el diferente: los demás eran rubios de ojos claros y nariz fina, yo moreno, con nariz grande. Hablaba de manera diferente a ellos, me movía de manera diferente a ellos. Los padres de mis compañeros de clase solicitaron que me expulsaran. Siempre me han odiado”, contó. Al mismo tiempo, habló de sus orígenes: “Soy sueco, pero también soy una mezcla: mi madre es croata y católica, mi padre es bosnio y musulmán”.
Este sin embargo, no fue el episodio que más marcó a Ibra en su infancia, ya que también tuvo que vivir momentos difíciles durante la guerra de Yugoslavia: “Mi padre sufría mucho. Todos los días llegaban noticias de la muerte de un conocido. Él trató de mantenerme a salvo, siempre trató de protegerme”.
“Cuando su hermana murió en Suecia, no me dejó ir a la morgue. Sin embargo, cuando mi hermano Sapko murió de leucemia, yo fui. Mi hermano me esperaba y dejó de respirar frente a mí. Lo enterramos con el rito musulmán. Papá no derramó una lágrima. Al día siguiente fue al cementerio y lloró desde la mañana hasta la noche, solo”, recordó.
“No creo en Dios. Sólo creo en mí mismo”, aseguró Zlatan, quien tampoco cree en la existencia de otra vida: “No. Es así, cuando estás muerto, estás muerto. Ni siquiera sé si quiero un funeral o una tumba, sería un lugar para hacer sufrir a los que me amaban”, sentenció.
A pesar de los momentos complicados que tuvo que atravesar, el delantero sueco reconoció que todo ello lo hizo más fuerte: “Aprendí a transformar el sufrimiento e incluso el odio, en fuerza, en gasolina. Si soy feliz juego bien, pero si estoy enojado, herido, o con dolor… ¡Juego mejor! De los que me aman saco energías, pero de los que me odian saco mucho más”.
Entre diversos temas personales, Zlatan se refirió a su vínculo con las mujeres a lo largo de su vida: “Muy tímido. En la primera cita había escrito todo lo que tenía que decir; si la niña estaba hablando de otra cosa, le haría la pregunta que había escrito de todos modos. Hice todo mucho más tarde que mis compañeros...”. “¿A qué edad hiciste el amor por primera vez?”, le preguntó el periodista. “A los 17. Porque a los 17 años por primera vez salí del gueto de Malmoe y me fui al centro. Sólo entonces descubrí a los suecos como los imagina: rubios, libres. En el gueto, las chicas llevaban el pelo corto y velos”. También se hizo un espacio para hablar de su vínculo de más de dos décadas con su esposa Helena: “El secreto es la paciencia. Helena es diez años mayor que yo, siempre ha sido más madura”.
Antes de concluir la entrevista, en la que también mencionó a Diego Armando Maradona, Lionel Messi y Kylian Mbappé, el referente de Suecia explicó el famoso altercado que tuvo con Romelu Lukaku: “Era el Derbi de la Copa Italia. Primero se peleó con Romagnoli, luego con Saelemaekers. Intervine para defender a mis compañeros y él me empezó a atacar a nivel personal. Me quedé conmocionado, ya que habíamos sido compañeros de equipo en Manchester”.
“Lukaku tiene un gran ego, está convencido de que es un campeón y es realmente fuerte. Pero crecí en el gueto de Malmo , y cuando alguien se me acerca con la cabeza levantada lo pongo en su lugar. Así que lo golpeé donde más le dolía: los rituales de su mamá y perdió el control”, agregó.
Con la personalidad y el humor que lo caracteriza, Ibra continuó: “Aunque me queda una duda atroz… perdimos ese derbi, me fui expulsado y luego me lesioné. Pasaron muchas cosas malas ¿Tendrá algo que ver el rito? ¿Lukaku realmente me hizo eso?”. Posteriormente intentó llevar calma y concluyó: “Son cosas que hay que resolver en el campo. No odio a nadie, mucho menos a Lukaku. El odio es un sentimiento exigente”.
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