A mediados del año pasado explotó la primera bomba en Barcelona: Lionel Messi, a través de un burofax, le comunicó al club catalán por entonces presidido Josep Maria Bartomeu su intención de romper el contrato que expiraba el 30 de junio de 2021. Por cuestiones legales, el Barça consiguió retenerlo un año más y, al tiempo, el futbolista rompió el silencio y reveló el difícil momento que le tocó afrontar junto a su círculo íntimo: “Fue un drama bárbaro. Toda la familia llorando, mis hijos no querían cambiar de colegio ni irse de Barcelona”. Aunque con otros matices, el presente de la familia Messi se asemeja bastante al de aquel episodio.
La incertidumbre que reinó en el mercado veraniego europeo de 2020 se vuelve a palpar ahora, tras la confirmación de la salida del jugador más importante de la historia del Barcelona. Leo, que había cumplido el sueño de ser campeón con la Selección en la Copa América y venía muy relajado después de unas vacaciones familiares por Miami y algunos días en República Dominicana e Ibiza, se sorprendió al pisar suelo catalán y comprender que la renovación de su vínculo no iba a ser posible. Incluso algunos medios locales informaron que quedó en estado de shock.
Y es que la vida de los Messi se gestó íntegramente en Barcelona, adonde el adolescente llegó cuando tenía 13 años. No modificó su acento en el habla, costumbres argentinas y el arraigo por su país natal, pero adoptó a Cataluña, donde echó raíces con Antonela Roccuzo. “Todo este tiempo ha sido duro para todos. Tenía claro lo que quería, lo había asumido y dicho. Mi mujer, con todo el dolor del alma, me apoyaba y acompañaba”, confesó Lío tras el burofax gate. La gran diferencia entre aquella frustrada mudanza y la inminente de ahora es que antes había tomado la decisión y hoy lo excedió la realidad. Su intención era permanecer, pero el tope salarial impuesto por La Liga impidió la concreción de sus deseos.
Los tres hijos de los Messi, Thiago (8 años), Mateo (5) y Ciro (3) son catalanes. Y la mayor dificultad por el cambio cultural que representaría la firma de Lionel en un club como el París Saint Germain, que picó en punta para contratarlo, está vinculada al mayor de los hermanos. Ya el año pasado, en medio de la posible salida, Leo había contado su reacción: “Thiago escuchó algo en la tele, averiguó y preguntó. No quería saber nada de poder irnos, tener que ir a un colegio nuevo o hacer nuevos amigos. Me lloraba y me decía ‘no nos vayamos’. Fueron duros estos momentos”. Los dos más pequeños no llegan a tomar conciencia ni dimensión de lo que implicaría armar las valijas para vivir en la capital de Francia, con una idiosincrasia distinta y un idioma ajeno. ¿Cómo hacerles entender a ellos que estas no serán unas vacaciones más y que el retorno a su casa en Barcelona será más prolongado de lo esperado? Ni los Messi pudieron escaparle a una complicada situación familiar que atraviesan la mayoría de los jugadores en todo el mundo. Por lo general, la mayor parte de su año lo pasan en tierras catalanas y apenas se marchan como máximo un mes a Rosario o algún punto del planeta para unas vacaciones.
En aquella entrevista Messi también había mencionado que en algún momento le agradaría vivir en Estados Unidos, al mismo tiempo que su esposa compartió un par de veces las clases de inglés que tomaban sus hijos por Internet. Ese destino tendrá que esperar. Al parecer, ahora deberán tomar algunas lecciones para desenvolverse en territorio francés.
No todo será congoja para el capitán del seleccionado argentino, ya que si se confirma su fichaje por el PSG entonces podrá deleitarse actuando en un plantel plagado de estrellas que nuevamente tendrá como objetivo primordial la Champions League. Este había sido uno de los motivos que alentaron a Messi a marcharse del Barça: la falta de jerarquía en el plantel, escasos refuerzos y últimas actuaciones del equipo a nivel continental (no gana la Orejona desde 2015) le significaban un duro revés a un animal competitivo como él. Los jeques árabes dueños del poderoso conjunto galo le asegurarán todo lo contrario si decide desembarcar allí.
A figuras ajenas como el arquero italiano Gianluigi Donnarumma, el brasileño Marquinhos, el español Sergio Ramos, el neerlandés Georginio Wijnaldum y hasta el francés Kylian Mbappé (suena fuerte en Real Madrid), lo recibirán también con los brazos abiertos amigos y compañeros como sus compatriotas Ángel Di María, Leandro Paredes y Mauro Icardi, más el principal anfitrión Neymar, quien compartió imágenes del último encuentro que había tenido el clan parisino con el ahora ex Barcelona.
En este contexto, Antonela tampoco tendrá problemas en amoldarse a nuevas amistades que ya supo frecuentar de antemano en las últimas vacaciones: desde hace años conoce a Jorgelina Cardoso, esposa de Di María, como así también hasta posó en fotos con Camila Galante (pareja de Paredes), y Jessica Aidi (Marco Verratti). Además, se reencontrará con una vieja conocida como Daniela Semaan (esposa del español Cesc Fábregas, ex compañero de Messi en Barcelona que hoy milita en el Mónaco de la Ligue 1). Y por si no se sintiera lo suficientemente contenida, mantendrá a menos de dos horas de avión (París-Madrid) a su fiel amiga Sofía Balbi, mujer del uruguayo Luis Suárez.
Leo, que lleva más de dos décadas radicado en Barcelona y mucho tiempo en su casa del municipio de Castelldefels, no tuvo la carrera nómade típica de la mayoría de los futbolistas. Vivió una trayectoria idílica, de la vieja época, pensando que finalizaría su vida de atleta como un one club men. Por primera vez, él tendrá que amoldarse a las costumbres de otro país, pero principalmente deberá sentarse con sus hijos para explicarles el nuevo rumbo que les espera. Inesperado, por cierto, para todos. Porque más allá de que hace un año se había planteado seriamente dejar el Blaugrana, en este caso llegó a su casa con la idea de renovar el vínculo. La realidad lo superó.
Los lujos y millones de euros que le puedan ofrecer a Messi en otro club no eximirán a su familia de atravesar una situación siempre difícil por el cambio de radicación. El futbolista ya ha declarado que en el futuro se imagina viviendo en Barcelona una vez que cuelgue los botines. De hecho hasta se aventuró a afirmar que se ve trabajando en el fútbol, no como entrenador sino como director deportivo o algo por el estilo. Este traspaso simbolizará nada más que un paréntesis en su carrera profesional, pero puntualmente en su vida privada, que en unos pocos años volverá a ser en Barcelona sin dudas.
“Yo quiero vivir en Barcelona y estar dentro del club de alguna manera cuando me retire. Es una historia de amor desde muy chiquito con el club y la ciudad. Termine como termine, no se debe manchar todo lo que supuso mi carrera. Siempre todo se supera y ya veremos el final”, dijo Leo el año pasado. Hoy la pelota llevará al clan Messi a dejar la tierra que los cobijó y tanto aman. El futuro seguramente los vuelva a reencontrar.
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