Los Juegos Olímpicos son el máximo evento deportivo del planeta y como tal no solo buscan fomentar la sana competencia, sino también el compañerismo y el respeto hacia los adversarios en cualquier disciplina. Sin embargo, hay atletas que han destacado pro protagonizar hechos de discriminación que han manchado el espíritu olímpico en Tokio.
El judoca musulmán Mohamed Abdalrasool, representante de Sudán, y el campeón argelino, Fethi Nourine, se negaron a combatir ante oponentes israelíes en dos episodios que lamentablemente no son una sorpresa, sino que ya han ocurrido en el pasado. Después de estos dos ejemplos que fomentan el antisemitismo, el judoca Saeid Mollaei, mostró una actitud opuesta que enalteció su figura.
El joven nacido en Irán, pero que representa a Mongolia, se quedó con la medalla de plata en la categoría de -81 kilogramos tras perder ante el japonés Takanori Nagase. Después de recibir la presea, dialogó con medios de Israel este martes: “Gracias a Israel por la buena energía. Esta medalla está dedicada también a Israel. Espero que los israelíes estén contentos con esta victoria”. Además, cerró su declaración en hebreo: ”Todah” (Gracias).
La historia de Mollaei es sorprendente ya que en 2019 se marchó de Irán para comenzar una nueva vida. El luchador de 29 años optó por abandonar su tierra natal después de que se le ordenara perder en un combate por la Copa del Mundo para evitar enfrentar al israelí Sagi Muki en la final.
La Federación Internacional de Judo suspendió a Irán del deporte como resultado, aunque la prohibición fue cancelada a principios de este año por el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS). Luego de dejar Irán, el judoca inicialmente luchó para el equipo de refugiados antes de obtener la nacionalidad mongol y en febrero de este año participó de una competencia en Tel Aviv en donde pudo conocer personalmente a Muki, el rival al que nunca pudo enfrentarse.
Los deportistas iniciaron entonces una gran amistad, que es objeto de una serie documental que está siendo producida. Justamente Muki habló este martes en una conferencia de prensa con medios de Israel: “Sé por lo que ha pasado y cuánto lo deseaba. Es un amigo mío muy cercano y estoy muy feliz de que haya logrado su sueño. Se lo merece, su viaje es increíblemente inspirador”.
Irán no reconoce al Estado de Israel y sus atletas generalmente se abstienen de enfrentar a oponentes israelíes, ya sea renunciando al evento o simplemente no participando, y luego son elogiados por los altos funcionarios. Uno de los casos más famosos fue el actual presidente de la federación iraní de judo, Arash Miresmaeili, dos veces campeón mundial de judo que tuvo sobrepeso en su pelea contra un israelí en los Juegos Olímpicos de 2004 en Atenas y fue descalificado.
El primer caso de discriminación en Tokio ocurrió el fin de semana, cuando el argelino Fethi Nourin prefirió retirarse después de que un sorteo determinara un posible enfrentamiento contra el israelí Tohar Butbul. Nourine declaró a la televisión de su país que su apoyo político a la causa palestina le impedía competir y señaló que su decisión era definitiva. “No me ensuciaría las manos”, declaró despectivamente.
A él lo siguió Mohamed Abdalrasool, de Sudán, que declinó participar de la cita internacional, al ser emparejado en el cuadro masculino de los -73 kilos frente a un rival israelí por 16vos de final. La Federación Internacional de Judo (FIJ) no especificó los motivos por los cuales prefirió abandonar.
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