¿Cómo se gestó el imperio de fútbol y marketing creado por Florentino Pérez en el año 2000 que se desmoronó por completo durante su segundo mandato en el Real Madrid? El documental Galácticos, producido por ESPN, cuenta con lujo de detalles los hitos más importantes de aquella era que marcó un antes y un después en la historia del club. Desde la asunción del actual pope merengue hasta su renuncia en 2006, esta miniserie de tres episodios pone en escena a diversos personajes que vivieron en carne propia aquellos tiempos.
La historia (capítulo 1, titulado “La familia”) comienza con el plan de Florentino para ganar las elecciones presidenciales de la institución en el año 2000. El candidato elegiría una carta ganadora y empezaría, así, a acentuar la rivalidad con el Barcelona: la traición de Luis Figo.
El portugués, uno de los mejores futbolistas del mundo por ese entonces, máxima estrella del Barça y firme ante los medios con su postura de permanecer en suelo catalán (concedió varias entrevistas en las que aseguraba que no existían posibilidades de moverse al Madrid), simbolizó un quiebre para que Florentino llegara a mandar en el Real. “Florentino es un gran seductor de hombres”, fue la frase socarrona que empleó Jorge Valdano, director deportivo del club en aquella época y uno de los treinta y tres entrevistados para la serie, que también mostró a Santiago Solari, Fernando Hierro, Iker Casillas, Fernando Morientes, Iván Helguera, Paco Pavón, Roberto Carlos y Michel Salgado, entre otras figuras.
La estrategia de Florentino para fichar a Figo fue simple: seducir a su representante. ¿Cómo? Con dinero. Tanto hincapié hizo el directivo para contar con los servicios del lusitano, que llegó a hacerle firmar un contrato con una cláusula que afirmaba que si Lucho no firmaba con Real Madrid esa temporada, debería pagarle 500 millones de pesetas al club. Con ese poder de convencimiento arrancó su mandato. “Es una decisión difícil, pero tenía que pensar en mí. Me llaman traidor, pero la gente tiene que respetar mi decisión, les guste o no”, declaraba Figo, quien recibió uno de los abucheos más recordados de la historia del fútbol cuando visitó el Camp Nou con la camiseta del Madrid.
El reino del marketing descubierto por Pérez había sido estudiado con anterioridad, como refleja una frase de Valdano cuando asumieron el poder: “Me dijo que teníamos un Rolls Royce lleno de polvo en el garage”. Desde cero, el proyecto contempló títulos en la cancha pero también la explotación de todos los derechos de imagen con los que el club pudiera sacar tajada. Rápidamente el presidente saneó deudas (compró una ciudad deportiva 10 veces más grande de la que había) y utilizó su poder en beneficio del Madrid.
El segundo golpe en el mercado fue Zinedine Zidane, una de las obsesiones más grandes que tuvo Florentino. Al francés le costó adaptarse a la plantilla conducida por Vicente del Bosque, que tuvo uno de los peores arranques en la liga española de su historia en el año de su centenario (2002). A la derrota en la final de la Copa del Rey contra Deportivo La Coruña, se le sumó la imposibilidad de ganar el campeonato doméstico. El equipo se puso de pie en la Champions League con la victoria ante Bayer Leverkusen en Glasgow, con uno de los goles más impresionantes de la historia en la Liga de Campeones. La volea de Zizou.
Hubo un primer quiebre en el vestuario: el arribo del brasileño Ronaldo y la obligación de salida para Fernando Morientes, un nombre pesado. De perfilarse como titular en la Supercopa europea contra Mónaco a recibir un llamado de la directiva para anunciarle que armara las valijas: “Fue muy desagradable”. Fernando Hierro, capitán, tuvo un entredicho con Florentino. El fútbol no es una mercancía; en el fútbol hay sentimientos”, mencionaba.
La convivencia de egos se tornó complicada. Raúl González estaba evidentemente disgustado por el destrato con Morientes y la llegada de Ronaldo, que igualmente respondió con goles y brillantes actuaciones la confianza para ficharlo. “Mucha agua mata planta”, repetía una y otra vez el Fenómeno, para dar a entender que para él no era necesario entrenarse tanto durante la semana. Vicente del Bosque fue fundamental para lidiar con este mundillo que podía traerle problemas de un día para otro.
Helguera reveló: “Muchas veces daba días libres. Sabía que algunos necesitaban dos días más de vacaciones que otros y se los daba. Ellos podían hacer sus fiestas sin ningún problema. Es verdad que había muchas más mujeres de lo que pensabas. Un día llevé a mi mujer y dijo ‘no, no, vámonos que esto no es lo adecuado’”. El ex director de Comunicaciones Joaquín Maroto reveló que algunos hacían dos fiestas de cumpleaños: a unas acudían algunos futbolistas y, a otras, otros.
El canterano Rubén González admitió: “No hay ninguna anécdota que se pueda contar”, mientras que el francés Claude Makélélé dijo entre risas: “No teníamos Facebook ni Instagram. Menos mal, menos mal...”. Roberto Carlos, quien ya había dado precisiones de lo que acontecía en ese vestidor y grupo, habló del “cumpleaños del autobús” y manifestó: “Éramos una banda de locos. Del Bosque lo entendía a la perfección y ponía los entrenamientos a la tarde. Los entrenamientos de lunes o martes eran a las cinco de la tarde. No los ponía nunca a las 11 de la mañana, porque nadie llegaba”.
José Ángel Sánchez, responsable del departamento de marketing madrileño, fue uno de los hombres de confianza de Florentino Pérez en la era de los galácticos, que contarían con una llegada más. Quizá la más resonante por cuestiones de imagen: David Beckham. Mientras la institución no dejaba de facturar, el vestuario se resquebrajaba cada vez más. Y pese a ganar la liga española, la directiva decidía poner punto final al ciclo de del Bosque (lo reemplazaría con Carlos Queiroz) y descabezaría a Fernando Hierro en horas en las que se desarrollaba la celebración por el título.
Las convulsiones no se detuvieron desde allí. En la temporada 2004/2005 el Madrid ganó 336 millones de dólares y se convirtió en el club más rico del mundo superando al Manchester United. En paralelo, no ganó ninguna competición. Fueron dos años consecutivos sin alegrías y un desfile de entrenadores en pocos meses. José Camacho duró diez días debido a los manejos de la dirigencia, que contrató al inglés Michael Owen sin su consentimiento. Mariano García Remón, a quienes algunos futbolistas ni siquiera conocían, no duró demasiado. El brasileño Vanderlei Luxemburgo sufrió un golpe de estado por parte de sus dirigidos compatriotas, que no toleraron su mano dura puertas adentro. El último fue Juan Ramón López Caro.
Jorge Valdano, desgastado sobre todo por el año de Carlos Queiroz como entrenador, decidió renunciar meses antes de que Florentino Pérez hiciera lo propio. “He mal educado a los jugadores”, declaró antes de pegar el portazo en 2006. Tras los interinatos de Fernando Martín y Luis Gómez-Montejano, la asunción de Ramón Calderón y la transición de Vicente Boluda, el actual mandatario tomó las riendas otra vez en 2009 y se adueñó del poder hasta hoy.
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