El Barcelona justificó su victoria ante el Sevilla como visitante y quedó a dos puntos (con dos partidos más) del líder Atlético Madrid en la liga española. Lionel Messi volvió a dar la nota y le convirtió a su víctima preferida, aunque también ayudó a abrir el resultado con una asistencia y tuvo un sobresalto por una jugada en la que estuvo cerca de ser expulsado por doble amarilla.
Dentro de un primer tiempo chato, deslucido, friccionado y con pocas llegadas, la lucidez del argentino jugó a favor del Barcelona al minuto 28, cuando el pase raso en profundidad habilitó al mano a mano de Ousmane Dembélé para el 1-0. Leo, que en gran parte se movió como extremo derecho, tuvo libertad para moverse por todo el frente de ataque y de hecho filtró la conexión ubicado como enganche.
Antes del final del primer tiempo generó la amarilla de Diego Carlos (reemplazado en el entretiempo) al aguantarla de espaldas al arco en tres cuartos de cancha. Y al rato, en un intento por presionar al brasileño Fernando, el árbitro Alejandro José Hernández Hernández comprendió que había sido lo suficientemente violento como para que ameritara amonestación. Las repeticiones mostraron que ni siquiera llegó a rozarlo. El inconveniente mayor se produjo un minuto más tarde, precisamente al 42, cuando tocó desde atrás al francés Jules Koundé y estuvo cerca de ser expulsado. El juez entendió que su infracción no demandaba otra tarjeta pese al exagerado reclamo de todo Sevilla, incluido su entrenador Julen Lopetegui, quien se eyectó del banco de suplentes a los gritos y fue amonestado.
Al minuto 6 del complemento bajó a recibir como número 5 y, a la fuerza, comandó un ataque del Barça que terminó con desborde de De Jong por derecha y la aparición de Jordi Alba como centrodelantero. El lateral izquierdo no llegó a empujar el buscapié. Luego Messi entró en contacto con la pelota en una buena maniobra colectiva con varios compañeros involucrados que culminó con un remate en el poste del norteamericano Dest.
Fue al cuarto de hora cuando Messi desaprovechó una situación inmejorable: Dembélé la armó toda como extremo izquierdo, arrastró marcas, enganchó y cedió ante el arribo de su compañero de ataque. El rosarino la agarró muy abajo y la tiró muy arriba.
Cuando promediaba el complemento envió un centro cerrado, ubicado sobre la derecha, que terminó en gol de cabeza de Lenglet: fue anulado por offside. Más tarde se repitió la fórmula y esta vez el testazo del francés se fue apenas desviada, aunque volvió a estar en posición adelantada.
El tanteador se selló gracias a una pared de Messi con el juvenil Ilaix Moriba, quien devolvió de primera para la filtración en el área de un Leo que se sacó de encima a Fernando, aguantó el embate de Jesús Navas y resolvió en dos tiempos tras la inicial intervención del arquero Bono.
Messi cortó la racha más larga sin convertirle al Sevilla (tres partidos) y continúa como máximo artillero del campeonato español con 19 gritos (tres de ellos fueron de penal). Suma más tantos que los que anotaron todos los delanteros de la plantilla blaugrana en el certamen (18). Por su parte, estiró sus magníficos números frente al adversario de turno, equipo al que más batió a lo largo de su carrera: 38 goles en 42 duelos. Este miércoles Barcelona intentará torcer la historia por las semifinales de la Copa del Rey contra los sevillanos (que ganaron 2-0 en la ida) en el Camp Nou. Y Messi buscará hacer de las suyas.
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