El Barcelona pudo sortear la humillación este jueves al eliminar al Cornellà, un equipo de la Segunda B, tercera división, que ya había superado en la ronda anterior al Atlético de Madrid. El conjunto conducido por Ronald Koeman tuvo que ir a la prórroga para imponerse por 2 a 0 y lograr la clasificación a los octavos de la Copa del Rey.
En el primer tiempo, el cuadro azulgrana se mostró pasivo, haciendo circular la pelota y prácticamente sin profundidad. Con Riqui Puig como armador, con Martin Braithwaite instalado entre los centrales y con los extremos sin atacar el espacio, el equipo planeó una estrategia difícil de comprender y fácil de resolver para el adversario, que ordenado en defensa contuvo cada intento.
La más clara del partido llegó casi sobre el final de la primera mitad cuando en un centro frontal (acción en la que había caído el Barcelona ante la falta de ideas) Albert Estellés pateó la cara de Ronald Araújo en su intento por rechazar el balón y le regaló un penal al visitante. Miralem Pjanic se hizo cargo de la ejecución, pero su disparo cruzado y poco esquinado encontró la mano derecha del arquero Ramón Juan.
El equipo de Koeman careció de todo tipo argumento futbolístico en los primeros 45 minutos. Ilaix Moriba, la joven promesa que debutó, apenas tocó el balón y las transiciones largas y pausadas le impidieron a Júnior Firpo y a Óscar Mingueza pasar al ataque con sorpresa y soltura. Lo mismo le ocurrió a Trincao, estancado en la punta derecha y recibiendo el balón siempre a pie firme.
Koeman mandó en el complemento a la cancha Ousmane Dembélé por Riqui Puig, de floja actuación. Más allá de esta modificación, hubo otra actitud del Barcelona que se paró bien arriba, abandonó las transiciones largas y apostó por un ataque más directo.
Antes de los cinco minutos, Ilaix Moriba llegó hasta el fondo tras una buena jugada de Trincao, encontró a Griezmann que quiso pegarle a la pelota y le terminó saliendo un pase para Braitghtwait, quien abajo del arco no pudo definir y le obsequió el balón al arquero con su pifia.
Pese a ese arranque, con el correr de los minutos el cuadro azulgrana volvió a mostrar un juego pasivo y le permitió al Cornellá crecer en confianza y generar alguna oportunidad que obligó a Neto a despertarse.
Cuando restaban 15 minutos, Pedri y Sergio Busquets entraron por Trincao y por Ilaix, que no tuvieron una buena actuación.
A los 35 del segundo tiempo, el Barcelona se encontró con otro penal, por una infracción similar a la del primer tiempo y esta vez fue Ousmane Dembélé el que se encargó de la ejecución. El francés pateó rasante y al medio, ubicación que adivinó el arquero Ramón Juan, que se quedó clavado allí y con el pie rechazó el balón.
En los últimos minutos, el equipo de Koeman intentó más con ímpetu que con juego y pudo haberlo ganado en algún tiro de esquina, que no terminó con la pelota adentro del arco, solamente por la falta de precisión en los jugadores del visitante. Por ese motivo, la definición se estiró al alargue.
En la prórroga, apareció Dembélé con un disparo de media distancia que pudo por fin superar al arquero, que apenas tocó el balón y ayudó a que este se clave en un ángulo. El francés pudo desquitarse de su fallo anterior y poner a su equipo en ventaja.
Sobre el final, Pedri logro escapar mano a mano y al pisar el área tocó hacia un costado para que sea Martin Braithwaite el que empuje la pelota a gol. Con ese grito, el árbitro pitó el final y decretó el triunfo del Barcelona por 2 a 0, que sirvió más para evitar la vergüenza que para satisfacer a su público.
Para este fuelo, Koeman no pudo contar con Lionel Messi por sanción, al haber sido expulsado en la final de la Supercopa de España por golpear a un rival (recibió dos fechas, la próxima la cumplirá contra el Elche por liga), ni tampoco con Sergiño Dest, que tiene unas molestias musculares en el muslo derecho.
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