Hay quienes sostienen que en medio del caos afloran las mejores oportunidades y haber sido uno de los fichajes del FC Barcelona en la última ventana de transferencias, con la entidad derrumbándose tras el 2-8 ante el Bayern Múnich en Lisboa y con Lionel Messi al borde del adiós, era un desafío colosal para cualquier futbolista. Más aún cuando, al iniciar su ciclo, Ronald Koeman despojó a su capitán de varios de sus laderos en el vestuario, como Arturo Vidal, Ivan Rakitic y Luis Suárez, uno de los mejores socios que el astro argentino ha tenido en toda su carrera y su gran amigo fuera del césped. Entre las caras nuevas no había grandes estrellas. Ni Miralem Pjanić –con un arribo agridulce por provocar el adiós de Arthur– era considerado un refuerzo trascendental entre un puñado de jóvenes talentos donde figuraba un adolescente de nulo recorrido en la élite pero de cualidades asombrosas: Pedro González López, mejor conocido como Pedri.
No venía de un equipo prestigioso como Sergiño Dest (Ajax) ni había tenido el roce de Trincão (SC Braga) o Matheus Fernandes (Palmeiras). Su traspaso incluso se acordó en septiembre de 2019, cuando todavía tenía 16 y unos pocos minutos en Segunda con el primer equipo de Las Palmas. Era tomado como una apuesta largoplacista y nadie podía vaticinar que se convertiría de la noche a la mañana en el socio perfecto para Leo Messi: dos de sus últimos tres goles fueron con asistencias de este jovencito que siempre soñó con vestirse de culé.
Esa ilusión de Pedri viene desde sus días Tegueste, un pueblo de la isla de Tenerife, donde desde muy pequeño mostró aptitudes futbolísticas sensacionales. “Cuando tenía 9 años, me recordaba a Iniesta por su forma de jugar. Hacía todo muy simple. No buscaba tirar caños o eludir rivales, solo hacer lo simple y lo correcto. Simplemente era diferente: la forma en que veía el fútbol, entendía el juego, encontraba espacios que nadie más podía encontrar, la madurez que tenía comparado con otros. Y no solo cómo jugaba con el balón, sino el respeto que mostraba a sus compañeros, a los jugadores rivales, a los entrenadores, a todos”, contó Rubén Delgado, su primer entrenador, en diálogo con The Athletic.
Era menester compararlo con una figura culé porque él y toda su familia son muy fanáticos del Barça. Pedri creció disfrutando del equipo de Pep Guardiola en la peña azulgrana que fundó su abuelo en su pequeña localidad natal, ubicada al noroeste de la más grande de las Islas Canarias. En simultáneo a esos éxitos guardiolistas, él destacaba jugando con chicos mayores en Juventud Laguna –un club de San Cristóbal de La Laguna, a 10 minutos de su hogar– y también esporádicamente en un combinado representativo de la región. Empezaba a estar en el radar de los ojeadores de famosas entidades como Deportivo La Coruña, Villarreal, Atlético y Real Madrid. Incluso el archirrival del club de sus amores lo llevó en febrero de 2018 a hacer una prueba en la capital de España, pero había mucha nieve y apenas pudo hacer un par de sesiones de entrenamiento en las que no deslumbró.
Meses más tarde, surgió la posibilidad de mudarse a Casa Amarilla, la academia juvenil de la Unión Deportiva Las Palmas. Fue allí donde, tras solamente un año como juvenil, Pepe Mel lo subió al primer equipo y lo convirtió en futbolista profesional: el 18 de agosto de 2019, a sus 16 años, jugó como titular ante SD Huesca en la primera jornada del campeonato de Segunda división. Fue el punto de partida para un Pedri que brilló al máximo jugando de extremo izquierdo o enlace en un 4-2-3-1, con un rol protagónico pese a su corta edad. Nadie tuvo más minutos (2.836) que él en Las Palmas en esa temporada 2019/20. Jugó 36 de los 42 partidos del torneo, siendo titular en 34. De sus seis ausencias, cinco fueron por estar convocado a las selecciones juveniles de España –cuatro de ellas por ir al Mundial Sub-17– y una por acumulación de amarillas.
Terminó aquel torneo con cuatro goles y siete asistencias que convencieron a los dirigentes del Barcelona de que habían tomado la decisión correcta al pescarlo. Cuando algunos clubes empezaron a preguntar por él, Toni Otero, secretario técnico de Las Palmas, llamó directamente a José Mari Bakero para ofrecérselo. Y con solamente verlo 10 minutos, el responsable del fútbol formativo profesional blaugrana no dudó en ficharlo. Lo que nadie jamás pensó es que se ganaría un lugar tan rápido en el primer equipo. Menos cuando hace solo cuatro meses Koeman dijo públicamente que podría irse cedido porque era demasiado joven. Sin embargo, el nivel de Pedri en los entrenamientos y los primeros amistosos lo hicieron recapacitar.
Entró en las convocatorias de inmediato e incluso tuvo minutos ingresando desde el banquillo en los primeros tres partidos de LaLiga. Luego todo sucedió muy rápido: su primera titularidad fue ante Getafe y 72 horas después hizo un gol en su debut en la UEFA Champions League. A su vez llamaba la atención por sus costumbres fuera del césped. Antes del 5-1 sobre el Ferencvaros llegó al estadio con la ropa en una bolsa de nylon y luego se fue en taxi, porque al ser menor de edad no tenía licencia de conducir. No ha perdido la sencillez, el trato educado, la humildad y el respeto de sus días en Tegueste, pese a que ahora es una figura que vive en la Ciudad Condal.
Así como sostiene su timidez y buenos modales fuera del campo, tampoco ha necesitado cambiar su estilo de juego para encajar en el Barça. No ha tratado de impresionar a su nuevo DT ni a sus compañeros con demostraciones innecesarias de habilidad, se limitó a ser funcional al equipo y naturalmente se convirtió en el socio perfecto para Leo Messi. Mientras que el estratega neerlandés todavía está en la búsqueda de la estructura indicada –ha jugado mayormente 4-2-3-1, pero también 4-3-3 y hasta 3-4-2-1– para su ciclo, Pedri se le ha presentado como una de las pocas certezas: es un futbolista capaz de dar sentido al estilo de juego que pretende, ese hombre bisagra que conecta con el resto y sobre todo tiene una sinergia especial con La Pulga. Ya sea jugando detrás suyo, a su izquierda o mayormente por delante, le aparece siempre bien perfilado para recibir, girarse, tocar y pasar. Juega fácil, ejecuta rápido, no abusa de la conducción y resuelve con un criterio inmejorable. Habla el mismo idioma que se aprende en La Masía sin haberse criado en esa escuela, por lo que ensambló en el equipo con absoluta espontaneidad desde que pisó el césped.
Messi y Pedri han compartido 1.168 minutos sobre el césped en lo que va de la temporada entre LaLiga y Champions. Han combinado 207 veces: Leo le pasó el balón en 101 oportunidades y el joven canario le entregó la pelota en 106 ocasiones al ‘10′. A nivel cuantitativo, el astro argentino conecta más con Busquets, De Jong o Jordi Alba. Los primeros le sirven de apoyo, mientras que Jordi descarga y se le presenta como factor sorpresa en la izquierda. Pero cualitativamente, ninguno de ellos colabora tanto en el juego interior. Con Pedri, Messi consiguió lo que no pudieron darle Coutinho, Griezmann y Dembélé: conexiones expeditivas, aire fresco en la congestión y progresión en la zona medular. Que este chico sea un creativo natural y esté capacitado para jugar entre líneas, ha calzado a la perfección con un Messi se ha ido retrasando posicionalmente con el correr de los años sin una compañía para influir lejos del área rival. Al fin tiene un aliado para construir una pared, sea a la altura del campo que sea, porque halló un futbolista que le sigue el ritmo, adivina sus intenciones y lo ayuda a ganar metros.
La química entre ambos ha ido creciendo partido a partido desde que Pedri se ganó la titularidad ante la Real Sociedad –ya habiendo marcado su primer gol en LaLiga, en el 5-2 sobre el Betis– y ha llegado a su auge en las últimas semanas con dos asistencias de taco magistrales: la primera ante el Valladolid para que Messi consiga el gol que necesitaba para superar a Pelé como máximo anotador de la historia en un mismo club, y luego frente al Athletic de Bilbao para encarrilar la remontada. Un 2-3 en el que Pedri abrió el marcador y también sacó a relucir sus otras facultades, porque además sabe desequilibrar en el uno contra uno e incluso roba balones.
Puede que las lesiones de Ansu Fati y Philippe Coutinho le hayan dado a Pedri un lugar que hubiera tardado un poco más en conseguir sin estas bajas, pero ya el puesto es definitivamente suyo: se perdió solamente 14 de los últimos 450 minutos en LaLiga. Antes del viaje a San Mamés, ante SD Huesca, se vio que Koeman ya incluso prefiere ponerlo antes que a Griezmann. El atacante francés no mostró su mejor versión de centrodelantero, posición en la que gana adeptos Martin Braithwaite, y el DT neerlandés lo prefiere en el banquillo antes que usarlo en las bandas o quitar al nuevo socio de Messi de su esquema.
A Pedri todavía le queda un largo camino por recorrer, recién se rompió el cascarón de su trayectoria deportiva. Su valor de mercado es actualmente de 50 millones de euros, según el portal especializado Transfermarkt. Es lo que cuestan Eden Hazard o Phillipe Coutinho, y 10 veces lo que el Barcelona le pagó a la UD Las Palmas. Su precio es simbólico, nadie en el Camp Nou lo piensa como un jugador transferible. Menos después de verlo congeniar de maravillas con un Lionel Messi que vuelve a sentirse arropado tras quedar huérfano de Xavi, Iniesta, Dani Alves, Neymar y por último de Luis Suárez. En el contexto más caótico de todos, a menos seis meses de que expire su contrato e incluso teniendo ahora mismo la posibilidad de negociar con otro club, tiene motivos para disfrutar del presente y anhelar nuevos éxitos: un talentoso joven aprovechó su oportunidad y se convirtió en su socio perfecto.
(*) Agradecimientos a Opta por los datos estadísticos. Más en @Optajavier.
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